El escalofr¨ªo el¨¦ctrico
La crisis financiera de las empresas el¨¦ctricas puede costar al contribuyente casi un bill¨®n de pesetas
Millones de peque?os accionistas que guardan celosamente en su refajo iberdueros, hidrolas o matildes telef¨®nicas han recibido, no sin cierta sorpresa o estupor, el primer aviso sobre la enfermedad aparentemente repentina del sector el¨¦ctrico, uno de los tradicionalmente m¨¢s rentables en bolsa. Especialistas p¨²blicos y privados han sentido escalofr¨ªos al conocer, por primera vez, las auditor¨ªas -confidenciales, a excepci¨®n de Iberduero, Sevillana y Cant¨¢brico- que las compa?¨ªas tuvieron que entregar al Gobierno a finales del a?o pasado, ya que, como pas¨® antes con los bancos, no se conoc¨ªa cu¨¢l era la situaci¨®n patrimonial real del sector.A los cuatro meses de tener todos los datos en su mano, el ministerio de Industria ha aplicado una cirug¨ªa de urgencia de dif¨ªcil comprensi¨®n todav¨ªa, a la luz de lo publicado hasta ahora en el Bolet¨ªn Oficial del Estado. Los s¨ªntomas de la enfermedad el¨¦ctrica, en opini¨®n de expertos consultados, parecen cancer¨ªgenos: el sector el¨¦ctrico no genera fondos suficientes para hacer frente a sus m¨¢s de dos billones de pesetas de deuda, su autofinanciaci¨®n es claramente negativa, su contabilidad confusa encubre una desorbitada activaci¨®n de cargas finacieras, etc¨¦tera.
El problema financiero, calificado por algunos analistas como "el disparate el¨¦ctrico", ha preocupado a las autoridades econ¨®micas por su volumen, que podr¨ªa acercarse, si no se remedia a tiempo, al coste que tuvo para los contribuyentes la reciente crisis bancaria -un bill¨®n de pesetas para salvar a la banca-, as¨ª como por el descubrimiento de algunos comportamientos contables heterodoxos.
Costes camuflados como ingresos
En el haber de la cuenta de explotaci¨®n de las compa?¨ªas el¨¦ctricas hay, por ejemplo, una ex¨®tica cuenta, con el rumboso nombre de "Trabajos realizados por la empresa para su inmovilizado", en la que se anotan anualmente costes financieros camuflados como ingresos. Esta argucia legal, autorizada por el Plan Contable pero denunciada por algunos analistas del sector, permiti¨® que la nobleza el¨¦ctrica se desbocara, aunque de manera desigual y sin freno alguno, por los caminos de la deuda exterior, cuando no consiguieron financiarse con subidas de tarifas.Con una enorme fe en el quiz¨¢ rentable futuro nuclear de Espa?a, destinaron habitualmente exiguas dotaciones a amortizaci¨®n, que han resultado ser meros apuntes contables, pues la autofinanciaci¨®n efectiva del sector es negativa, aunque en algunas empresas particulares sea positiva, como es el caso de Cant¨¢brico y Viesgo. Esperaban amortizar de golpe la inversi¨®n, una vez que las centrales nucleares engancharan a la red.
Otra pasi¨®n antigua y se?orial de la gerontocracia el¨¦ctrica, calificada de incomprensible por expertos en bolsa, consist¨ªa en acudir, como en los tiempos gloriosos, a generosas ampliaciones de capital, comprando duros a seis pesetas. El saldo entre el coste de las captaciones de capital a trav¨¦s de las ¨²ltimas ampliaciones -pr¨¢cticamente simb¨®licas con relaci¨®n a los recursos propios- y su remuneraci¨®n es negativo para las empresas. En algunos casos, este empe?o hist¨®rico de los consejeros ha tenido un coste de captaci¨®n superior al 30%.
El fantasma de Rumasa
Una gran parte de las inversiones del sector en 1983, cifradas por el presidente de la patronal Unesa, Juan Alegre Marcet, en torno a los 500.000 millones de pesetas, se destina a pagar intereses y principal de la deuda interna y externa. Algunos especialistas calculan que m¨¢s de la mitad de esa cifra son costes financieros y el resto inversi¨®n real. Las mismas fuentes afirman que los costes financieros activados -gastos que se contabilizan como ingresos- sobre la cantidad de inmovilizado medio ronda de 12%, y los costes financieros totales sobre ventas se sit¨²an en torno al 30%.De esta forma, la misma tijera que acab¨® cortando la yugular de Rumasa, Banca Catalana y otra veintena de bancos amenaza ahora con la expropiaci¨®n de la gesti¨®n a la oligarqu¨ªa el¨¦ctrica. La tijera fatal se produjo cuando la curva de la inflaci¨®n decreciente cort¨® a la de los tipos de inter¨¦s crecientes, es decir, cuando los rendimientos de su activo fueron persistentemente inferiores a los costes de su pasivo y tuvieron que recurrir a cr¨¦ditos cada vez mayores y en peores condiciones para hacer frente a los vencimientos, imposibles de cubrir con la exigua generaci¨®n de fondos.
Entre tanto, las el¨¦ctricas luc¨ªan entre los accionistas amoratados por el derrumbe del mercado de valores, iniciado en 1975 unos dividendos artificiales que sol¨ªan fijarse, seg¨²n especialistas del sector, antes de sumar las distintas partidas de la cuenta de resultados. Como las el¨¦ctricas no pod¨ªan dar al p¨²blico el lamentable espect¨¢culo de perder dinero, los directivos inventaron un peculiar sistema de hacer la cuenta de resultados al rev¨¦s de como suelen hacerlo en el mundo civilizado: decid¨ªan la cantidad destinada a premiar a los accionistas, como una cifradada, y a partir de ah¨ª constru¨ªan las dem¨¢s partidas de la cuenta hacia arriba. Un asiduo de la bolsa lleg¨® a comentar, no sin cierta ironia, que el impuesto de sociedades que est¨¢n obligadas a pagar innecesariamente las el¨¦ctricas para poder repartir el dividendo artificial deber¨ªa considerarse como un coste y no como parte del beneficio bruto.
"Competencia acreditada"
La situaci¨®n se ha visto agravada" adem¨¢s, por el efecto dram¨¢tico provocado en los ¨²ltimos a?os por el alt¨ªsimo riesgo de cambio: las el¨¦ctricas se lanzaron a financiar sus cuantiosas inversiones con cr¨¦ditos exteriores cuando un d¨®lar no val¨ªa m¨¢s de 70 pesetas, y ahora tienen que comprarlos a 155 pesetas para devolver aquellos pr¨¦stamos, varias veces renegociados y puenteados. El quebranto por esta desfavorable evoluci¨®n de nuestra moneda ha sido important¨ªsimo, ya que casi la mitad de la deuda ha sido tomada en el exterior y una buena parte de ella lo ha sido en d¨®lares.Entre tanto, los presidentes de las siete grandes privadas -Iberduero, Hidrola, Uni¨®n-Fenosa Sevillana, Fecsa, Cant¨¢brico y Viesgo-, un poco dejados de la mano de Dios y de la banca -que vendi¨® r¨¢pida y h¨¢bilmente sus paquetes antes de la quema-, no se recatan, sin embargo, de felicitarse en p¨²blico por las magn¨ªficas relaciones que mantienen con el Gobierno socialista, que "¨²nicamente" acord¨® en su programa electoral la nacionalizaci¨®n de la red de alta tensi¨®n. El ¨²ltimo en entrar por el aro parece haber sido Jos¨¦ Mar¨ªa Oriol, presidente de Hidrola, que lideraba las posiciones m¨¢s antiintervencionistas, frente a las defendidas por Manuel G¨®mez de Pablos, presidente de Iberduero que se peg¨® a la rueda del Gobierno socialista; desde el primer momento, como ¨²nica salvaci¨®n para el sector.
?l acuerdo firmado el a?o pasado con el Ministerio de Industria fue celebrado p¨²blicamente por las compa?¨ªas, lo que no es de extra?ar si se recuerdan algunas frases versallescas de aquel bondadoso texto: "El ministerio practicar¨¢ una pol¨ªtica tarifaria que permita una rentabilidad suficiente a las empresas ( ... ), garantiza a las actuales empresas la propiedad y la gesti¨®n del sector no nacionalizado ( ... ), obliga a auditar los datos de balance y cuentas de explotaci¨®n ( ... ), revisa el Plan Energ¨¦tico Nacional."
Pero lo que m¨¢s pareci¨® agradar a los consejeros el¨¦ctricos (que embarcaron a sus empresas -como antes hicieron las autopistas imperiales, cuyas p¨¦rdidas est¨¢n siendo ya parcialmente nacionalizadas- en un fabuloso plan de inversiones, no acompa?ado como demuestran las cifras, de una adecuada previsi¨®n de financiaci¨®n) fue, sin duda, "la voluntad del Gobierno de facilitar la gesti¨®n del sector por parte e las actuales compa?¨ªas, cuyo grado de competencia", dice textualmente el acuerdo, "est¨¢ acreditado".
Los consumidores salvar¨¢n a las el¨¦ctricas
Sin embargo, las autoridades del ministerio que est¨¢n tomando la medida al sector -su lamentable aunque desigual situaci¨®n patrimonial y su tradicional musculatura como grupo de presi¨®n, convertida hoy en papel mojado- se han envalentonado al estudiar las auditor¨ªas. La sombra de Ruiz-Mateos sobrevuela la mesa de Asel¨¦ctrica, donde se suelen reunir los intereses privados con los p¨²blicos. "Nada de pulsos con el Gobierno", debi¨® ser la consigna de estos asustadizos empresarios, endeudados hasta el siglo XXII si el Gobierno no carga sobre los consumidores el coste de la crisis el¨¦ctrica, motivada tambi¨¦n en buena parte por anteriores pol¨ªticas que frenaron las subidas de tarifas el¨¦ctricas embalsando el problema para un ma?ana que ya es hoy.Los especialistas reconocer tambi¨¦n que no toda la responsa bilidad de la dram¨¢tica burbuja el¨¦ctrica, de m¨¢s de dos billones de pesetas de deudas, correspon de a las compa?¨ªas el¨¦ctricas, que supieron dar luz abundante y barata durante los a?os m¨¢s importantes del desarrollo industrial espa?ol, sino que ha venido larv¨¢ndose durante muchos a?os por la taca?er¨ªa del Gobierno a la hora de autorizar impopulares subida de tarifas suficientes para garantizar la devoluci¨®n de los pr¨¦stamos.
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