La encrucijada electoral
Las primeras elecciones presidenciales celebradas en Panam¨¢ luego de 16 a?os de monopolio gubernamental por las fuerzas armadas han servido de escenario para lo que podr¨ªa ser calificado como uno de los ¨²ltimos actos de la farsa y el primero del drama que le tocar¨¢ vivir al pueblo paname?o.Inmerso en una crisis econ¨®mica cuyas manifestaciones sociales no terminan de expresarse debido al f¨¦rreo control pol¨ªtico ejercido por los militares en su papel de juez y parte de la vida nacional, el pueblo paname?o concurri¨® a las urnas bajo un clima de desconfianza y de no credibilidad en los planteamientos formulados por los dos candidatos que polarizaron la campa?a electoral, pero deseoso de encontrar un camino que le alejase de la incertidumbre. En efecto, a pesar de la participaci¨®n de 14 partidos -que representaban, a trav¨¦s de siete candidatos presidenciales, distintas tendencias del espectro pol¨ªtico-, el candidato de los sectores del oficialismo, Nicol¨¢s Ardito Barletta, y el de la alianza oposicionista, Arnulfo Arias Madrid, efectuaron un activo proselitismo durante los ¨²ltimos tres meses, logrando evadir planteamientos serios y program¨¢ticos desde los problemas nacionales e internacionales.
La corrupci¨®n pol¨ªtica gubernamental alcanz¨® su m¨¢xima expresi¨®n, durante el proceso electoral, a trav¨¦s del abierto control de los medios de comunicaci¨®n y de la parcializaci¨®n oficial a favor de su candidato, y en la notoria utilizaci¨®n de los bienes y dineros del Estado para poder consumar un fraude electoral que hoy llena de bochorno y verg¨¹enza a todos aquellos que buscaban una salida civilizada y democr¨¢tica para el ¨²nico pa¨ªs del istmo centroamericano que no ha desembocado a¨²n en la violencia fratricida.
La candidatura oposicionista encontr¨® en las aspiraciones de cambio de las mayor¨ªas ciudadanas, m¨¢s que en la figura de su octogenario dirigente, el caudal de votos necesario para contrarrestar al candidato de los cuarteles. Sin embargo, ello no bast¨® para impedir o contener los delitos electorales y la abierta injerencia de grupos militares y paramilitares con el claro prop¨®sito de alterar a¨²n m¨¢s el resultado de las urnas por medio de acciones cuyo grado de violencia ha ocasionado con anterioridad pavorosos estragos en otras latitudes.
El af¨¢n egoista de consolidar intereses predomin¨® durante la contienda electoral, para lo cual los dos principales adversarios estaban de antemano de acuerdo en las reglas. Para unos resultaba indispensable mantenerse en el poder y lograr as¨ª ocultar la interminable ola de corrupci¨®n y usurpaci¨®n del poder. Para los otros era necesaria la conquista del poder pol¨ªtico para satisfacer sus ambiciones. La lucha por la instauraci¨®n de un r¨¦gimen democr¨¢tico cedi¨® su lugar a la incapacidad de unos dirigentes pol¨ªticos de poder aportar cambios y soluciones a un pueblo desconcertado por la farsa pol¨ªtica que lo pretendi¨® enga?ar. Evaluar los momentos que vive la sociedad paname?a sin tomar en cuenta la situaci¨®n imperante en el ¨¢rea centroamericana y la funci¨®n acordada por el Gobierno estadounidense a la posici¨®n geopol¨ªtica del pa¨ªs que alberga el canal nos llevar¨ªa a no lograr comprender c¨®mo cada vez m¨¢s. se busca lograr que Panam¨¢ sea no un Estado que tiene un ej¨¦rcito, sino un ej¨¦rcito que controla al Estado y que se encamina a hacer de nuestro pa¨ªs, en primera instancia, una base militar, y en segunda instancia, un lugar donde vive gente.
Panam¨¢ ha entrado en una fase en la cual los militares, dedicados a tiempo completo a continuar imponiendo la voluntad de un general contra la voluntad general, olvidan por completo que a la decepci¨®n y a la frustraci¨®n suelen seguir el odio y la rebeli¨®n.
Miguel Antonio Bernal es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional y de Derecho Internacional P¨²blico de la Universidad de Panam¨¢. Candidato del Partido de Acci¨®n Popular (PAPO), de tendencia socialdem¨®crata, en las ¨²ltimas elecciones.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.