Benigno Bascaran
El enterrador civil de Eibar proclam¨® all¨ª la Rep¨²blica en 1931
Aprendi¨® a leer con El Socialista y La lucha de clases, los peri¨®dicos que el PSOE editaba en Bilbao en las primeras d¨¦cadas del siglo. Es un hombre alto, enjuto y fibroso, algo combado por el peso de una vida azarosa, siempre comprometida. Cuando yergue su figura y hace gesticular a sus brazos alargados, Benigno Bascaran se asemeja a un ¨¢rbol nudoso, resistente y seco, un bello ¨¢rbol humano poblado con una hermosa cabeza blanca, que se mantiene erguida con la serenidad y solemnidad de los viejos obreros izquierdistas desfilando el 1 de mayo.
, Es uno de los tesoros ocultos del Partido Socialista de Euskadi, el hombre bueno que se sit¨²a m¨¢s all¨¢ de cualquier disputa interna y el s¨ªmbolo de un compromiso militante ininterrumpido desde los 17 a?os. Benigno Bascaran tiene ahora 76. Acompa?ado de su padre, Inocencio Bascaran, el fundador de la Federaci¨®n Socialista de ?ibar, proclam¨® la Rep¨²blica en esta ciudad a las siete de la ma?ana del 14 de abril de 1931, adelant¨¢ndose al resto de la izquierda espa?ola. Particip¨® en la guerra y luch¨® en Francia con la resistencia. Permaneci¨® en un campo de concentraci¨®n, y, a su regreso a Espa?a, desahuciado por los m¨¦dicos, reorganiz¨® en la clandestinidad el PSE, en el que ocup¨® el cargo de secretario general, y fue detenido, torturado y encarcelado.En los ¨²ltimos 30 a?os ha organizado y presidido los entierros civiles de m¨¢s de medio centenar de militantes socialistas y comunistas. Actos sencillos y emotivos, sin discursos vibrantes, aplausos ni v¨ªtores, sin pu?os en alto; s¨®lo rosas y la bandera roja sobre el f¨¦retro, el silencio respetuoso y las palabras de Benigno Bascaran que saludan la personalidad del compa?ero muerto, sus anhelos, sus sue?os y sus derrotas. El enterrador ateo se inici¨® en el rito el 20 de mayo de 1952, en el entierro civil de su padre, acto clandestino por el que fue denunciado y detenido.
Sin rencor, pero con la iron¨ªa amarga de los viejos, Benigno Bascarlan cuenta que cuando permaneci¨® detenido en la comisar¨ªa de Ir¨²n, en tiempos de Melit¨®n Manzanas, los polic¨ªas que, seg¨²n el argot oficial de la ¨¦poca, "le interrogaron h¨¢bilmente", le abandonaron hecho un gui?apo para asistir a continuaci¨®n a la misa dominical. "Me estaban haciendo de todo, y, en un momento determinado, uno de los polic¨ªas le dijo al entonces comisario que se le estaba haciendo tarde para ir a misa. All¨ª, en la celda, coment¨¦ para m¨ª: 'Lo que me han hecho hasta ahora no es nada para lo que me van a hacer cuando vuelvan de la iglesia con sus pecados perdonados'".
Benigno Bascaran afirma que los curas de ?ibar no le han declarado nunca la guerra, pes¨¦ que alguno pueda pensar que intenta hacerles la competencia. "No exist¨ªan relaciones, pero tampoco hostilidad; por ejemplo: las monjas que cuidaron a Florencio Retolaza, un amigo m¨ªo de la infancia, estuvieron en su entierro, y yo manifest¨¦ all¨ª que me alegraba de su presencia, porque era una muestra de la buena convivencia que en l¨ªneas generales exist¨ªa entonces. Hace 10 d¨ªas, el cura p¨¢rroco de ?ibar estuvo sentado ah¨ª mismo. Un d¨ªa me salud¨® en la calle despu¨¦s de una intervenci¨®n p¨²blica en la que conden¨¦ el atentado a un guardia civil, y desde entonces tenemos cierta amistad".
Benigno Bascaran se extiende hablando de los viejos republicanos que, como ¨¦l, no fueron bautizados ni pasaron por la iglesia el d¨ªa de su boda, del inter¨¦s de la polic¨ªa en saber el destino del dinero recogido en una bandeja que se pasaba en los entierros civiles para ayudar a las familias de las v¨ªctimas. La nostalgia le remite a su juventud, a los a?os de esplendor del socialismo en ?ibar, y al recuerdo de su padre y compa?ero, Inocencio Bascaran. "?Sabe usted qu¨¦ le dijo Indalecio Prieto a mi padre cuando participaba en uno de los grandes m¨ªtines celebrados en ?ibar?: 'Oye, Bascaran, ?d¨®nde mean aqu¨ª los ministros?".
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