Mucha erudicion y poca vida en las relaciones culturales hispano-sovi¨¦ticas
Inquirir sobre el grado de conocimiento de las literaturas y las culturas de Espa?a en la URSS es ser sepultado, inmediatamente, por una monta?a de datos apabullantes sobre estudios filol¨®gicos, investigaciones y trabajos especializad¨ªsimos. Sin embargo, en la mara?a de datos, cifras y estad¨ªsticas sobre las primeras traducciones, ediciones, puestas en escena y monograf¨ªas sobre autores espa?oles, un observador cultural de este pa¨ªs tiene la impresi¨®n de que falta aire fresco y un elemento fundamental en el intercambio cultural mutuo: el contacto directo entre las gentes de ambos pa¨ªses.En la URSS es mucho m¨¢s f¨¢cil encontrar varias versiones de poemas gongorinos, erudiciones refraneras, estudios de rima y m¨¦trica de poetas cl¨¢sicos espa?oles que alguien que est¨¦ al d¨ªa en la evoluci¨®n de la lengua castellana como un cuerpo vivo vinculado a la calle. La gama de traducciones disponibles comprende desde varias versiones de El Quijote, aparecido por primera vez en 1769 a trav¨¦s de una versi¨®n francesa y vertido a un total de 18 lenguas en la URSS, adem¨¢s de una edici¨®n para ciegos compuesta de 20 vol¨²menes. Comprende tambi¨¦n obras de Garc¨ªa Lorca, el autor espa?ol contempor¨¢neo m¨¢s traducido al ruso, y de Camilo Jos¨¦ Cela, Carmen Laforet, Ana Mar¨ªa Matute, los hermanos Goytisolo, Antonio Buero Vallejo, Alfonso Grosso, Merc¨¦ Rodoreda, ?ngel Mar¨ªa de Lera y Antonio Gala, entre otros representantes de las culturas hisp¨¢nicas.
Carlos Casares ha tenido el privilegio de ser el primer autor traducido del gallego al ruso. En el conocimiento del catal¨¢n, no obstante, hay ya una cierta tradici¨®n, que pasa por la publicaci¨®n de una antolog¨ªa po¨¦tica y la preparaci¨®n de una segunda recopilaci¨®n. En la universidad de Mosc¨² hay una lectora de espa?ol -la ¨²nica de esta nacionalidad en toda la URSS- que imparte clases de castellano y catal¨¢n, en un departamento que trabaja activamente en la traducci¨®n al ruso de obras de este ¨²ltimo ¨¢mbito cultural.
Las culturas espa?olas interesan tambi¨¦n en las diferentes rep¨²blicas de la URSS. El estonio Yuri Talvet ha traducido la narrativa y la poes¨ªa de Salvador Espriu del catal¨¢n al estoniano. En ese idioma han aparecido tambi¨¦n obras como El lazarillo de Tormes, poemas de Vicente Aleixandre y narraciones de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez y Jos¨¦ Luis Borges. En Georgia, por otra parte, hay un activo grupo de investigadores dedicados al estudio del vasco.
Hispanistas
El castellano se imparte en la actualidad en 15 universidades e institutos de la URSS, seg¨²n las fuentes oficiales. El idioma se ense?a en Mosc¨², Leningrado, Kiev y Dniepropetrovsk (Ucrania), Kishiniev (Moldavia), Voronezh (sur de Rusia), Minsk (Bielorrusia), Gorki (Rusia) y Piatigorsk (norte del C¨¢ucaso).Los n¨²cleos de hispanistas m¨¢s, importantes del pa¨ªs se mueven, sin embargo, en torno a las universidades de Mosc¨² y Leningrado, cuya rivalidad en otros aspectos se hace extensiva a esta esfera de estudios. Medios culturales espa?oles en Mosc¨² se?alan que los hispanistas de Leningrado se sienten relegados respecto a los de Mosc¨². A ¨¦stos van a parar, se?alan, la mayor¨ªa de las codiciadas invitaciones para cruzar la frontera sovi¨¦tica camino de un simposio o un congreso en Espa?a.
A la universidad de Leningrado, sin embargo, le cupo el honor de inaugurar los estudios de hispan¨ªstica en la URSS de la mano de Olga Vasilieva-Shvede, quien en 1937 public¨® el primer manual de castellano para estudiantes universitarios. La ense?anza del castellano en Mosc¨² comenz¨® en 1943 en la universidad Lomonosov, por iniciativa del profesor Mijail Serguieyevsky. En la actualidad las universidades de la primera y la segunda ciudad sovi¨¦tica mantienen relaciones culturales con las universidades de Madrid y Barcelona, respectivamente. El intercambio de estudiosos entre Madrid y Mosc¨² funciona desde hace dos a?os y el intercambio entre Barcelona y Leningrado ha de comenzar en breve.
El grupo de hispanistas que opera en Mosc¨² incluye a la historiadora Svetiana Pojarskaia, la doctora en filolog¨ªa Inna Terterian, miembro correspondiente de la Real Academia Espa?ola; el estudioso Pavel Grushko, quien prepara en la actualidad la edici¨®n de las obras completas de G¨®ngora; el experto teatral V. Siliunas, la ling¨¹ista Elena Volf y el prestigioso hispanista Jorge Estepanov, director del Instituto de Ling¨¹¨ªstica y miembro de la Academia de Ciencias de la URSS, entre muchos otros. Una parte de esta intelectualidad se encuentra en contacto con la Embajada espa?ola, que destina una parte de su presupuesto cultural a la compra de obras cl¨¢sicas y manuales de trabajo para este grupo de especialistas.
Inexistencia de diccionario
Lo que nadie explica en las propagand¨ªsticas disertaciones sobre las relaciones culturales mutuas es una cuesti¨®n aparentemente tan elemental e inofensiva como la inexistencia en la gran Uni¨®n Sovi¨¦tica de un simple diccionario amplio espa?ol-ruso. El caso tiene su miga, y ¨¦sta no est¨¢ en la ling¨¹¨ªstica, sino en los vericuetos del sistema. El diccionario espa?ol-ruso, una obra de 75.000 vocablos en la que se han invertido 12 a?os de trabajo, ha permanecido paralizado porque el director del equipo responsable de su redacci¨®n, el catedr¨¢tico Genrik Turover, solicit¨® en 1979 emigrar al extranjero, seg¨²n informaron a esta corresponsal medios solventes en la capital.Genrik Turover, titular durante 16 a?os de la c¨¢tedra de Traducci¨®n e Interpretaci¨®n del instituto Maurice Thorez de Mosc¨², el m¨¢s prestigioso de la URSS en su g¨¦nero, fue, junto con J. Nogueira, el coautor del diccionario ruso-espa?ol de 57.000 vocablos, impreso por primera vez en 1967 y reeditado en tres ocasiones.
El equipo redactor del diccionario espa?ol-ruso reemprendi¨® de nuevo su trabajo en septiembre de 1983, con la exclusi¨®n de Turover, cuyo nombre probablemente desaparecer¨¢ de la lista de responsables del manual, a pesar de ser uno de los principales autores del trabajo, se?alan fuentes bien informadas.
En la rese?a de logros en las relaciones culturales mutuas, las instancias oficiales sovi¨¦ticas obvian totalmente el tema del diccionario. Por su parte, estudiosos y fil¨®logos que conocen bien el tema responden con una sonrisa y un gesto de desconocimiento cuando el espa?ol estudioso del ruso pregunta ingenuamente c¨®mo es posible que en un pa¨ªs tan grande y con tal preocupaci¨®n por la cultura no haya un buen diccionario espa?ol-ruso.
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