De la 'trenka' a la Trinca
Es posible que el jurado del Festival de Montreux no entienda -no r¨ªa- la mayor parte de los gags de este muy divertido programa especial de La Trinca, pero aqu¨ª se entend¨ªa absolutamente todo, hasta la letra peque?a de las coplas alegres y golfas. Acaso el programa no gane lo que en esa villa festivalera del lago Leman haya que ganar, pero que a los telespectadores espa?oles nos quiten lo re¨ªdo el pasado domingo por la noche, inmediatamente despu¨¦s de la ¨²ltima -por fin- peripecia del tesoro lamentable.Seguramente las cadenas euroamericanas estar¨¢n saturadas de estos espacios musicales que intentan no dejar mito pol¨ªtico y electr¨®nico con cabeza, pero, hasta la fecha, Miliquito era la ¨²nica versi¨®n nacional de este muy extendido g¨¦nero bastardo que, entre otros, practicaron los Monty Python o los muchachos de Estas no son las noticias de las nueve, y cuyo padre putativo fue el mism¨ªsimo Groucho Marx.
Esa es la diferencia: aquellos chistes blandos de Miliquito que lo mismo se entend¨ªan en Andorra que en Miami, o estos gags macizos y golfos de la Trinca (de ellos y de Perich, Tom y Romeu) que s¨®lo entendemos y celebramos los usuarios del monopolio televisual y que seguramente desconcertar¨¢n a los severos comunic¨®logos de Montreux. Por fin se han dado cuenta que lo importante no es idear un espacio para ganar un festival prestigioso, sino para que la gente pase un buen rato; y hay que reconocer que la mayor parte de los premios obtenidos por TVE en el extranjero han sido a costa de castigar duramente al espectorado nacional.
Olvid¨¦mosnos de Montreux. Lo importante es que La Trinca y su improvisado equipo de guionistas, actores y t¨¦cnicos nos hizo pasar uno de los ratos m¨¢s divertidos y libres de las ¨²ltimas programaciones. El espect¨¢culo estaba hecho con medios artesanales para lo que ahora se lleva -incluso para lo que se lleva en la propia TVE-, el montaje era torpe, hab¨ªa momentos de gran confusi¨®n y mareo en la puesta en escena y otros muchos defectos de realizaci¨®n, los que se quiera; pero aquello funcionaba, comunicaba, vampirizaba la mirada.
Hasta la sacrosanta publicidad sufri¨® el impacto de La Trinca. Despu¨¦s del cachondeo con una serie de spots imaginarios, no hab¨ªa manera de tomarse en serio las excelencias de unos fasc¨ªculos para empresarios.
En otras televisiones, ya digo, este tipo de espacios de humor duro, (aunque tampoco para merecer esos dos rombos absurdos) forma parte inexcusable de la programaci¨®n ordinaria. Despu¨¦s de esta exhibici¨®n televisiva de la Trinca con tan escasos medios, va a ser muy dif¨ªcil convencernos de que TVE todav¨ªa no est¨¢ preparada para hacer algo as¨ª todas las semanas despu¨¦s de nuestra raci¨®n de No-Dos y cursillos de krausistidad. Despu¨¦s de tanta televisi¨®n de trenka, creo que nos merecemos un poco de televisi¨®n de Trinca.
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