La ense?anza de la religi¨®n

Existen no pocos centros p¨²blicos donde no s¨®lo no se les pregunta a los padres qu¨¦ tipo de ense?anza religiosa prefieren, para as¨ª meter ense?anza religiosa por el tubo. Lo peor del caso es que donde se pregunta se suele hacer o¨ªdos sordos a los rtsultados, ignorando el n¨²mero de aquellos que se deciden por ¨¦tica y moral natural, precisamente por ser considerados aprior¨ªsticamente como amorales. ?ste es el estado de la cuesti¨®n. Y si alguien no lo quiere reconocer es que no se atreve a preguntar para comprobarlo, porque datos los tiene hasta la propia Administraci¨®n.A los profesores no se les pregunta su opci¨®n; a los padres, tampoco. As¨ª resulta que en nuestras aulas (al menos en las de aqu¨ª) proliferan educadores religiosos (curas o monjas), que imparten en horas escolares, con no sabemos qu¨¦ autorizaci¨®n, su ense?anza cat¨®lica, sin pararse a preguntar a los padres de las criaturas si est¨¢n de acuerdo o no con esas ense?anzas. Muchos de ellos (o pocos, o los que sean) no se atreven a pro nunciarse por miedo a ser se?ala dos con el dedo como ap¨®statas, incr¨¦dulos o demonios (que toda v¨ªa existe quien as¨ª piensa); otros aguantan en sus fueros internos la situaci¨®n, aunque no desaprovechen la ocasi¨®n en que nadie les oye para expresar su disconformidad, y otros, quiz¨¢ los menos, desde luego, no estamos dispuestos a soportar semejante situaci¨®n de alienamiento soportado- aguantado y padecido. Alguien dijo que la educaci¨®n de un pa¨ªs es fruto de la filosof¨ªa que impera en el mismo. Yo me pregunto: si la filosof¨ªa que impera en Espa?a es el esp¨ªritu de la Constituci¨®n que todos los es pa?oles nos dimos en libertad, si

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