Pobres museos
LA CONMEMORACI?N, hoy, del D¨ªa Internacional de los Museos no es, en Espa?a, precisamente una oportunidad para- el alborozo. Si el estado de atenci¨®n a multitud de museos locales es deplorable, todav¨ªa lo es m¨¢s la falta de un conocimiento canal de su n¨²mero y condiciones. De aqu¨ª se deduce que, no poseyendo todav¨ªa un diagn¨®stico preciso de la situaci¨®n, mal se puede disponer de un programa para remediarla. Por otro lado, cuando entre la penuria estad¨ªstica alg¨²n dato parcial asoma es, casi sin excepci¨®n, para confirmar la indigencia. Para cubrir las necesidades de un centenar de museos de car¨¢cter estatal existen en Espa?a 99 conservadores de obras de arte. Cifra ins¨®lita si se tiene en cuenta que s¨®lo el parisiense Museo del Louvre cuenta con 200. Para que la vida de los museos no fuera reflejo de mezquindad, la Administraci¨®n socialista abri¨® gratuitamente a los espa?oles los centros bajo su control.
Pero esta medida popular, tan bien recibida, parec¨ªa anunciar un cambio de m¨¢s alcance en la consideraci¨®n del arte, desmentido hasta ahora por una inercia que empieza a asemejarse al abandono. A su luz -o a su sombra-, ni siquiera aquella determinaci¨®n de la gratuidad, que ha suscitado colas espectaculares con motivo de exposiciones no menos espectaculares, puede evitar las sospechas demag¨®gicas. Esta Administraci¨®n, tan magn¨¢nima con los visitantes, es la misma que abri¨® las salas de exposici¨®n permanente del Museo Espa?ol de Arte Contempor¨¢neo (MEAC) para que una empresa comercial organizara all¨ª un desfile de modelos, y de cuyas circunstancias, efectos y particulares provechos todav¨ªa no existe una cumplida explicaci¨®n del Ministerio de Cultura.
Igualmente, tampoco ha zanjado esta Administraci¨®n la pol¨¦mica sobre la adquisici¨®n de los cuadros que, de modo arbitrario y displicente don respecto a las funcio nes del patronato del MEAC, hicieron el director general de Bellas Artes y el director del museo, por valor de 280 millones de pesetas. Se ha respondido oficialmente que hubo urgencia en las compras, taimadas por la presencia de la influencia pol¨ªtica en las mismas, pero nadie ha dicho que el conjunto de las adquisiciones responde a un criterio hu¨¦rfano de sensibilidad est¨¦tica y sospechosamente ligado al favoritismo con algunas galpr¨ªas, y concretamente con una que es propiedad del apologeta oficial del vicepresidente del Gobierno. El patronato suspendi¨® sus funciones, humillado y ofendido porque no fue en absoluto consultado sobre el tema, y esS suspensi¨®n sigue en pie hasta que el MEAC sea, con su estatuto y sus funciones delimitadas, propias y firmes, el organismo estatal que debe ser.
El D¨ªa International de los Museos, pues, con base en estas comprobaciones, no habr¨ªa de ser motivo de jolgorio. Pero, por si faltaba poco, se une ahora el proyecto de ley del Patrimonio Hist¨®rico Espa?ol. Lo m¨¢s sorprendente de ¨¦l es la desproporci¨®n existente en el reparto de responsabilidades p¨²blicas ?privadas a la hora de rendir cuentas sobre el estado de conservaci¨®n de los bienes culturales. Dato trascendente si se tiene en cuenta que el principal propietario de bienes culturales en nuestro pa¨ªs es el Estado y que, desde luego, no se ha distinguido hist¨®ricamente, como se ve, por el celo empe?ado en su adecuada conservaci¨®n. Los datos al respecto son abrumadores, y basta para comprobarlo con echar una ojeada a la triste historia del Museo del Prado, el cual, 164 a?os despu¨¦s de su inauguraci¨®n, todav¨ªa tiene pendiente la realizaci¨®n de su inventario defmitivo, pero que, a¨²n sin concluir, ya delata la p¨¦rdida o destrucci¨®n de centenares de cuadros. Esto sin contar con que no pocos de sus dep¨®sitos, a¨²n dispersos por los m¨¢s vanopintos lugares de todo el mundo, se hallan en deficientes o nulas condiciones de conservaci¨®n y seguridad tal y como se ha puesto recientemente de manifiesto con la sustracci¨®n del retrato del marqu¨¦s de la Ensenada en la Presidencia del Gobierno. Un dato curioso: en plenas fiesta de Madrid, cuando m¨¢s visitantes hay en la capital, la direcci¨®n del Museo se permite, unilateralmente, adelantar la hora de cierre y echar cerrojo del todo el d¨ªa de san Isidro. Lo que se llama un modelo de sensibilidad p¨²blica y de af¨¢n de extensi¨®n cultural. Pero ya hab¨ªamos visto antes que el Museo de Arte Moderno abr¨ªa sus salas, con la espl¨¦ndida exposici¨®n de Munch, no antes de las cinco de la tarde, que es cuando normalmente se cierran en el mundo.
La situaci¨®n, bochornosa e inquietante, puede sintetizarse en este hecho: actualmente, si el Estado se aplica a s¨ª mismo la normativa prevista en el proyecto de ley del patrimonio para regular el uso de los bienes culturales por parte de los particulares, incurrir¨¢ en una escandalosa situaci¨®n de ilegalidad.
Efectivamente, basta examinar la realidad actual de la mayor¨ªa de los archivos, bibliotecas y museos de titularidad estatal para comprobar, no ya que no cumplen la mayor¨ªa de los art¨ªculos de la proyectada ley, sino que, salvo intervenci¨®n de la Providencia, no tienen, por el momento, la m¨ªnima posibilidad de hacerlo.
Por a?adidura, no parece aventurado afirmar que el 90% de lo conservado en los museos estatales no est¨¢ a la vista del p¨²blico y en su gran mayor¨ªa, tampoco est¨¢ al alcance de los investigadores. No se trata, pues, tan s¨®lo, lo que ya ser¨ªa importante, de que la dotaci¨®n de personal cualificado y medios sea comparativamente sonrojante, sino de que nuestros museos estatales, salvo contadas excepciones, o est¨¢n agonizando o se pueden dar por muertos.
Ante este panorama, y visto que el proyecto de ley sobre el Patrimonio Hist¨®rico apenas se ha pronunciado sobre el futuro de nuestros museos oficiales, s¨®lo cabe una conjetura: ?estar¨¢n pensando elaborar una ley espec¨ªfica y de alg¨²n modo salvadora para ellos?
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