Sobre la presente situaci¨®n militar mundial
Desde la llegada de los primeros misiles Pershing 2 y el subsiguiente aplazamiento de todas, las conversaciones de paz importantes Este-Oeste, el mundo vive un momento de pasividad peligrosa, debido a las posibilidades cada vez mayores de que tenga lugar una guerra generalizada, la cual destruir¨ªa nuestra civilizaci¨®n en cuesti¨®n de horas o de d¨ªas. En tanto que los dirigentes que buscan la paz y casi toda la humanidad se encuentran sumidos en un comprensible desaliento, los adelantos de la tecnolog¨ªa militar complican a¨²n m¨¢s los problemas pr¨¢cticos de un eventual desarme. Hay, por lo menos, seis factores generales que actualmente han de tenerse en cuenta:
1. Durante los 10 ¨²ltimos a?os aproximadamente, Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica han contado con arsenales nucleares lo bastante grandes como para destruirse mutuamente en una guerra abierta. ?ste es el equilibrio del terror que, de acuerdo con los denominadores realistas, ha salvado a nuestro planeta de una tercera guerra mundial. Las ¨²nicas cuestiones t¨¦cnicas sobre la efectividad de tales arsenales se refieren a cu¨¢ntas veces podr¨ªa ser destruido el mundo y a durante cu¨¢nto tiempo se arrasrtrar¨ªan los efectos de las radiaciones y del invierno nuclear sobre lo que sobreviviese a la guerra generalizada. La teor¨ªa militar justificadora de tales arsenales ha sido denominada muy acertadamente MAD (en ingl¨¦s, loco), siglas de mutually assured destruction (destrucci¨®n mutua asegurada).
2. En la pasada d¨¦cada, el desarrollo de nuevas bombas y proyectiles de artiller¨ªa puso en tela de juicio lo que el equilibrio del terror ten¨ªa de v¨¢lido, en el sentido de que constitu¨ªa una forma de disuasi¨®n responsable. Estos nuevos tipos de municiones, utilizables por los tanques y aviones situados en Europa, son unas 50 veces m¨¢s destructivos para un determinado peso de proyectil que los utilizados en la segunda guerra mundial. Eso significa que una guerra no nuclear podr¨ªa hoy destruir a Europa central en cuesti¨®n de d¨ªas, y obliga a los t¨¢cticos sovi¨¦ticos y norteamericanos a pensar en t¨¦rminos de primer golpe r¨¢pido, bombardeo inmediato de la retaguardia, etc¨¦tera, lo que implica que cualquier ataque local se convertir¨¢ de inmediato en una guerra general en Europa.
3. El equilibrio del terror de los a?os setenta se ha desestabilizado a¨²n m¨¢s con la llegada de los misiles Pershing 2. Con anterioridad a diciembre de 1983, EE UU y la URSS s¨®lo pod¨ªan desencadenar entre s¨ª ataques nucleares masivos mediante el lanzamiento de misiles desde su propio territorio. Actualmen te, sin embargo, los Pershing permiten que EE UU llegue a gran parte de la Uni¨®n Sovi¨¦tica desde Europa central con unos misiles nucleares que alcanzan su objetivo en unos cinco o seis minutos. Como es natural, la URSS ha respondido estacionando submarinos frente a las costas norteamericanas, por lo que la amenaza de los Pershing queda compensada por la capacidad nuclear sovi¨¦tica de alcanzar gran parte de Estados Unidos no ya en cinco minutos, pero s¨ª en 20 como mucho. La conjunci¨®n de los nuevos tipos de municiones con la presencia de misiles de teatro sovi¨¦ticos y norteamericanos ha hecho que se reanimase la carrera de armamentos, tanto convencional como nuclear. Los expertos en t¨¢ctica afirman que debe intensificarse la fuerza convencional, de forma tal que no tenga que recurrirse de modo inmediato a las armas nucleares, aunque es tambi¨¦n obvio que ninguna de las partes aceptar¨¢ p¨¦rdidas r¨¢pidas durante los primeros d¨ªas de una guerra no nuclear muy destructiva, y de ah¨ª que deban aumentarse los arsenales nucleares para contrarrestar las p¨¦rdidas producidas por el ataque de tipo convencional. Tendr¨ªamos que contar con un nuevo Jonathan Swift o con un Voltaire que glosasen, de modo sucinto, la l¨®gica de esta locura.
4. Las armas qu¨ªmicas y biol¨®gicas de destrucci¨®n masiva han existido desde la primera guerra mundial, de 1914-1918. Cualquiera que sea la medida en que se empleen, resultan a¨²n m¨¢s destructoras de la vida que las nucleares, aunque no han sido objeto de tanta atenci¨®n por parte de la opini¨®n p¨²blica, ya que, a pesar de ser muy asequibles, no se utilizaron en la segunda guerra mundial. En cualquier caso, con las actuales existencias de tales armas se podr¨ªa acabar con todo el g¨¦nero humano; en este sentido, hay ejemplos secundarios, tales como la defoliaci¨®n de Vietnam por los norteamericanos, el empleo por parte sovi¨¦tica de agentes qu¨ªmicos en Afganist¨¢n y la prueba evidente de la utilizaci¨®n de estos ¨²ltimos por el Ej¨¦rcito iraqu¨ª en Oriente Pr¨®ximo, que deber¨ªan hacer que la opini¨®n p¨²blica tomase conciencia del peligro real de guerra qu¨ªmica y biol¨®gica.
5. En la actualidad, sobre ambos bandos se cierne la amenaza de una guerra espacial, p¨²blicamente en EE UU y de forma soterrada en la? URSS. Entre los planes existentes en tal sentido cabe mencionar el almacenamiento de misiles antimisiles (es decir, de armas capaces de destruir los misiles de ataque antes de que alcancen sus objetivos) y la creaci¨®n de plataformas espaciales desde las que lanzarlos.
Desde el punto de vista t¨¦cnico, dichos misiles resultan muy atractivos, ya que son m¨¢s peque?os, ligeros, r¨¢pidos y baratos que los fabricados con fines de ataque. Los cient¨ªficos que se ocupan de ellos pueden llegar a arg¨¹ir que la suya es una misi¨®n mucho m¨¢s humanitaria que b¨¦lica. Sin embargo, el problema estriba en que, aun cuando esos misiles defensivos fuesen efectivos en un 90% (una estimaci¨®n muy elevada sobre su precisi¨®n potencial), el restante 10% de los de ataque que alcanzan sus objetivos bastar¨ªa para destruir al pa¨ªs al que se atacase.
6. Por ¨²ltimo, no queda m¨¢s remedio que afirmar que las amenazas ni) proceden s¨®lo de los Estados industrializados. Actualmente, el tr¨¢fico de armas es el mayor sector comercial del mundo. Seg¨²n el Instituto Internacional de Investigaciones sobre la Paz, de Oslo, nuestro planeta dedic¨®, en 1980, el 40% de su producci¨®n total a gastos militares. Por lo dem¨¢s, y de acuerdo con ciertos estudios llevados a cabo en Succia y en el Reino Unido, el comercio mundial de armas se increment¨® en un 70% entre 1978 y 1982, correspondiendo a los pa¨ªses en desarrollo las dos terceras partes de las compras efectuadas.
?Acaso hay lugar para la esperanza entre tantos signos de aceleraci¨®n de preparativos b¨¦licos? Por lo que respecta a manifestaciones, no parece sino que el movimiento pacifista se hubiese debilitado tras su fracasado intento de detener la instalaci¨®n de los misiles Pershing. De todos modos, los dirigentes pol¨ªticos europeos no hacen m¨¢s que mostrar su preocupaci¨®n como v¨ªctimas potenciales que Son de la carrera armament¨ªstica entre sovi¨¦ticos y norteamericanos. Los representantes de Ruman¨ªa, Hungr¨ªa y Alemania Oriental han manifestado a sus superiores sovi¨¦ticos que desean la reanudaci¨®n de las conversaciones sobre armas nucleares, por el momento interrumpidas. Incluso los d¨®ciles checos han dejado ver que no les resulta agradable el estacionamiento de nuevos misiles SS-20 en su territorio. Por otra parte, los Gobiernos conservadores de Helmut Kohl y de Margaret Thatcher intentan ampliar sus contactos comerciales y pol¨ªticos con Europa oriental. Los Parlamentos de Holanda y B¨¦lgica no tienen prisa alguna en votar a favor de la instalaci¨®n de los misiles proyectados para sus respectivos pa¨ªses. El presidente Mitterrand habla de la opci¨®n europea en materia de ciencia y de cultura, y los l¨ªderes socialistas Brandt, Kreisky y Gonz¨¢lez han aludido hace poco a la peligrosa multiplicaci¨®n de armamento y de los conflictos, al tiempo que se reafirmaban en su deseo de lograr que Europa fuese m¨¢s independiente de Washington.
Esto permite albergar la esperanza de que a lo que apuntan esos l¨ªderes con su cauto lenguaje es a la necesidad de llegar al desarme. Queda un largo trecho por recorrer: impedir la militarizaci¨®n del espacio exterior, destruir las reservas de armas biol¨®gicas y qu¨ªmicas, crear zonas desnuclearizadas a lo largo de las fronteras de los imperios sovi¨¦tico y norteamericano, comprometerse a no ser el primero en utilizar las armas nucleares y, por ¨²ltimo, desmantelar los arsenales de ese tipo. Por lo que a m¨ª respecta, soy una persona realista que nada tiene que ver con quienes, calific¨¢ndose tambi¨¦n como tales, trabajan en los ministerios de Defensa de las grandes potencias; por eso pienso que al g¨¦nero humano le queda a¨²n medio siglo hasta conseguir ese desarme nuclear-qu¨ªmico-biol¨®gico.
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