Marcel Duchamp, la sombra de la vanguardia
La exposici¨®n antol¨®gica de Marcel Duchamp, uno de los pilares fundamentales en donde se apoya el arte de vanguardia de nuestro siglo, permanece abierta en la sala madrile?a de la Fundaci¨®n Caja de Pensiones (paseo de la Castellana, 5 l), tras haberse exhibido en la Fundaci¨®n Joan Mir¨®, de Barcelona.Antes de entrar en el comentario concreto de la muestra hay que resaltar que se inscribe en un momento en el que el panorama art¨ªstico madrile?o es ciertamente deslumbrante, pues, por un ben¨¦fico azar -?o quiz¨¢ haya que empezar a hablar de necesidad?-, han coincidido en Madrid relevantes exposiciones de C¨¦zanne, Munch, Cornell, Ben Shahn y Duchamp, lo que, dada la pr¨¢cticamente nula presencia de cualquiera de estos artistas en nuestras colecciones, es algo que linda con lo incre¨ªble.
En este sentido hay que felicitarse de que instituciones p¨²blicas y privadas se hayan ejemplarmente dedicado a proporcionar a nuestros ciudadanos la posibilidad de contemplar, aunque sea de forma circunstancial, unas fundamentales parcelas de la creaci¨®n m¨¢s caracter¨ªstica de nuestro siglo.
Por otra parte, tampoco puede pasarse por alto el hecho de que en algunos de los casos antes citados -como, sobre todo, los de C¨¦zanne y Duchamp- hay que vencer una fuerte resistencia para lograr pr¨¦stamos de sus obras, tanto por la importancia en s¨ª de estos artistas como por la fragilidad y diseminaci¨®n de sus creaciones.
Un montaje dif¨ªcil
Mas centr¨¢ndonos en el tema que ahora ocupa la actualidad y que ha dado pie al presente comentario, el de Duchamp, conviene asimismo destacar la dificultad que conlleva el montaje, pues sus creaciones, como ¨¦l mismo declar¨®, tienen que ver m¨¢s con la mente que con la mano, y, claro, exigen una concentraci¨®n muy sutil en el modo de disponerlas.Quiero decir que hay que cuidar con extremado mimo la lectura que se est¨¢ haciendo en la articulaci¨®n de secuencias, y tambi¨¦n no poco la compleja porosidad e irradiaci¨®n que cada obra en concreto mantiene respecto al espacio. No tuve la oportunidad de comprobar personalmente c¨®mo se. salv¨® el escollo en Barcelona, aunque han sido buenas las referencias, pero el resultado conseguido por Eulalia Serra e Ignacio de Sol¨¢-Morales en el montaje de la exposici¨®n en Madrid me parece francamente excelente.
A estas alturas parece ocioso tener que explicar qui¨¦n fue Duchamp, al menos en lo que se refiere al prestigio que hoy universalmente le acompa?a; pero penetrar de verdad en la caja de Pandora de las riqu¨ªsimas significaciones larvadas que hay en su obra es algo que no se logra as¨ª como as¨ª y, desde luego, no se comenta con cuatro notas apresuradas. Antes he aludido al componente mental que caracteriza la identidad de sus producciones art¨ªsticas, a lo cual hay que a?adir su talante herm¨¦tico y su iron¨ªa perversa.
Postura nihilista
Nacido el a?o 1887 y muerto en 1968, este artista franc¨¦s, perteneciente a una familia de c¨¦lebres artistas, apenas se ajust¨® a la trayectoria convencional del creador pl¨¢stico contempor¨¢neo, y de hecho, tras haber sufrido una evoluci¨®n propia de un vanguardista de principios de siglo, que le llev¨® del posimpresionismo al cubismo Duchamp abandono la pintura en plena juventud.Con ello, en parte, se adelant¨® a las posturas nihilistas de los dada¨ªstas, pero su beligerancia antiart¨ªstica no se agot¨®, ni mucho menos, como un simple desplante negador.
Duchamp, dotado ciertamente de un humor corrosivo y una muy brillante inteligencia, no fue s¨®lo un iconoclasta radical. M¨¢s bien constituye el ejemplo protot¨ªpico de analista, de estratega, de pensador de formas, procesos y actitudes.
Dec¨ªa al respecto Octavio Paz, que escribi¨® sobre ¨¦l un l¨²cido ensayo, que Duchamp, con Picasso, encarnaba uno de los dos modelos creativos del arte moderno: nuestro compatriota representaba -seg¨²n el escritor mexicano- la pura energ¨ªa, el movimiento vertiginoso; el franc¨¦s, por su parte, el an¨¢lisis del movimiento, el retardo, la iron¨ªa. Polos complementarios en estado puro..
Pero ?qu¨¦ deja tras de s¨ª un dilettante del concepto, un mago de la sugerencia, como era Duchamp? Meras huellas, indicaciones, se?ales; unos cauces casi inmateriales; en definitiva, una obra de arte reducida a una colecci¨®n de gestos, a un estilo de vida, aunque sobre esta nader¨ªa aparente est¨¦ edificada buena parte de lo mejor de la vanguardia de nuestro siglo. Desde el pop hasta el arte conceptual, por poner dos ejemplos caracter¨ªsticos entre otros muchos, es dif¨ªcil encontrar un movimiento de vanguardia de los ¨²ltimos 40 a?os que no est¨¦ en deuda de alguna manera con Duchamp.
En la exposici¨®n de la Fundaci¨®n de la Caja de Pensiones se ha optado, a mi modo de ver con acierto -que corresponde, es justo declararlo, a su comisaria, Gloria Moure-, por una visi¨®n retrospectiva sint¨¦tica, en la que el espectador no especializado tiene la oportunidad de contemplar las etapas y los temas b¨¢sicos de Duchamp. De esta manera hay en ella pintura y dibujos juveniles que siguen un orden cronol¨®gico all¨ª donde todav¨ªa tiene sentido; pero despu¨¦s, en los per¨ªodos en los que la concentraci¨®n y -si se me permite el decirlo- la verticalidad son factores m¨¢s relevantes que la secuencia temporal, se han dispuesto apartados tem¨¢ticos y enunciados de problemas.
Como, por lo dem¨¢s, sin necesidad de avalarlo enumerativamente, hay piezas de primera magnitud, el conjunto funciona con plena eficacia y convierte la exposici¨®n en un acontecimiento cultural duchampiano.
Se trata, pues, de una oportunidad hist¨®rica para penetrar en una de las claves del arte contempor¨¢neo.
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