?Hay vida antes de la muerte?
Dar suelta por las paredes a frustraciones o ingenio es tan viejo como la escritura, y los mass media y la alfabetizaci¨®n han tra¨ªdo, como era de esperar, m¨¢s deseos de afirmarse hablando en lugares abiertos y en sitios donde solemos cerrar la puerta. En Pompeya se encontraron grafitos, y las pintadas de hoy han caracterizado revueltas hist¨®ricas -Par¨ªs, 1968-, e inspiraron canciones de ¨¦xito universal -Stop the world I want you get off y This is all I ask- y escenas de pel¨ªcula: O, Lucky Man. Se recogen en libros, tienen solera y no han sido -muchas de ellas- un producto de libertinaje, sino de libertad, con gotas o buena dosis de esa norma ramoniana -de G¨®mez de la Serna-:"Hay que dejarlo todo bien deshecho".
Leyendo Un a?o de graffiti, de Nigel Rees, he recordado las greguer¨ªas de Ram¨®n, que parecen haberse convertido, sin que nadie lo advierta, en el g¨¦nero para la gente m¨¢s hacedero, el m¨¢s gregario. Los pr¨®logos de Nigel Rees -contumaz colector de pintadas en cinco libros-, ignoran que un ingenio -espa?ol hac¨ªa algo semejante -y, con frecuencia, mejor- a lo que recoge el ant¨®logo. Lo hac¨ªa, es cierto, en cuartillas, quiz¨¢ porque las paredes de su cuarto estaban ya cubiertas de estampas, fotograf¨ªas y recortes, pero con igual sentido de patetismo y urgencia, telegrafiando su esperanza y angustia, su visi¨®n instant¨¢nea de belleza o misterio, sus preocupaciones, recelos o sospechas, su humor, a esa humanidad quiz¨¢ incapaz de terminar un libro, pero abierta a recordar y repetir frases toda la vida.
Sembrar a golpe de frases es tan viejo como el catecismo; lo ensayan los pol¨ªticos y los que venden corbatas, y leer o hacer greguer¨ªas nos suena c¨¢ndido, pero si Ram¨®n hubiera convertido en libro o folleto lo que se condensa en r¨ªo pocas de ellas, nos sonar¨ªa distinto. Por ejemplo: "La mosca es la sortija del pobre", o "El tiempo ya no es oro, es pan, s¨®lo pan", o "El ideal del aficionado a la fotograf¨ªa es poseer la mejor m¨¢quina para hacer fotograf¨ªas de miserables"...
Con met¨¢fora y humor o sin ellos, la greguer¨ªa es, a veces, un grito de protesta -de lo humano y lo divino-, lo mismo que este grafito garrapateado en Bringhton: "No modifique su parecer: en la realidad hay un fallo". O este otro, que sustituye un t¨¦rmino habitual por su contrario, como Ram¨®n hace con frecuencia, y en el que el famoso subconsciente demuestra ser m¨¢s consciente que la conciencia misma: "?Hay vida antes de la muerte?". El valor de este grafito es conmovedor, ¨²nico, por la profunda sorpresa que nos causa, el lugar elegido para escribirlo -las tapias de un cementerio y los emplazados para responder: los muertos.
Es v¨¢lido para demasiados pa¨ªses, pero el cementerio es de Irlanda del Norte y la pregunta no puede separarse del contexto
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