Para evitar el holocausto at¨®mico
Hoy, la supervivencia de la Humanidad est¨¢ en peligro. La escalada de la carrera armamentista, el aumento de las tensiones internacionales y la ausencia de un di¨¢logo constructivo entre las potencias nucleares han incrementado el riesgo de una guerra nuclear. Tal guerra, aun utilizando una parte de los arsenales existentes, acarrear¨ªa muerte y destrucci¨®n a todos los pueblos.En nuestra calidad de dirigentes de Estados miembros de las Naciones Unidas, nos hemos comprometido a emprender acciones constructivas para detener y revertir la carrera de armas nucleares. La guerra nuclear es una amenaza tanto para los pueblos que representamos como para los habitantes de los Estados poseedores de armas nucleares. Si bien dichos Estados tienen la responsabilidad primordial de impedir una cat¨¢strofe nuclear, el problema es demasiado grave para dejarlo exclusivamente en sus manos.
Provenimos de diferentes partes del planeta, con diferencias en cuanto a religi¨®n, cultura y sistemas pol¨ªticos, pero nos une la convicci¨®n de que no debe haber otra guerra mundial. Sobre esta cuesti¨®n, la m¨¢s crucial de todas, hemos resuelto llevar a cabo un esfuerzo conjunto en favor de la paz.
Es obvio que resultan insuficientes los acuerdos destinados a regular exclusivamente la acumulaci¨®n de armamentos. La probabilidad de un holocausto nuclear aumenta, en tanto que disminuye el tiempo disponible para una alerta a medida que las armas son m¨¢s veloces precisas y mort¨ªferas. La marcha hacia el suicidio global debe ser frenada y cancelada. Como un primer paso necesario, demandamos que Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica, as¨ª como el Reino Unido, Francia y China, suspendan los ensayos, la producci¨®n y el emplazamiento de armas nucleares y de sus sistemas de lanzamiento, a lo que deber¨¢ seguir una reducci¨®n sustancial de las fuerzas nucleares.
Estamos convencidos de que es posible finalizar los detalles de un acuerdo que tome en consideraci¨®n los intereses y las preocupaciones de todos los pa¨ªses y que contenga medidas adecuadas para su verificaci¨®n. A esta primera acci¨®n deber¨¢ agregarse un programa permanente de reducci¨®n de armas que conduzca al desarme-general y completo, as¨ª como medidas que fortalezcan el sistema de las Naciones Unidas y garanticen la urgente y necesaria transferencia de recursos de la carrera armarnentista al desarrollo econ¨®mico y social. La meta principal debe ser la reducci¨®n y la eliminaci¨®n del riesgo de la guerra entre las naciones.
Haremos todo lo que est¨¦ a nuestro alcance para facilitar acuerdos entre las potencias nucleares. Continuaremos con nuestras consultas acerca de las mejores v¨ªas y medios para lograr este objetivo. Tambi¨¦n mantendremos comunicaci¨®n con los dirigentes de las potencias nucleares y con otros gobernantes del mundo, y proseguiremos las deliberaciones en los foros de las Naciones Unidas.
Afirmamos nuestra convicci¨®n en la distensi¨®n y en el entendimiento, con una amplia cooperaci¨®n internacional y respeto al derecho de cada Estado a una existencia pac¨ªfica, segura e independiente, as¨ª como al derecho de cada pueblo a organizar su vida de acuerdo con sus propias aspiraciones. No pueden existir garant¨ªas unilaterales de seguridad. Por ello atribuimos tanta importancia a un alto en la carrera de armas nucleares que permita reanudar las conversaciones sobre desarrme nuclear.
Preocupaci¨®n por el futuro
Todos los pueblos tienen un inter¨¦s supremo en la seguridad com¨²n y en evitar una guerra nuclear que amenaza la supervivencia humana. Los ciudadanos del mundo entero expresan, como nunca antes lo hab¨ªan hecho, su preocupaci¨®n por el futuro. Es preciso mantener y ampliar el debate p¨²blico sobre la paz y el desarme. El apoyo y el aliento de un p¨²blico informado fortalecer en gran medida las acciones gubernarnentales para dar marcha atr¨¢s la carrera de armas nucleares.
Tenemos fe en la capacidad de los seres humanos para superar las actuales divisiones y crear un mundo libre de la amenaza de una guerra nuclear. La capacidad y la inteligencia de la raza humana deber¨¢ emplearse no para perfeccionar armas de aniquilaci¨®n, sino par, aprovechar los recursos de la tierra de modo tal que cada pueblo pueda gozar de una vida segura y digna en un sistema internacional libre d, guerras y basado en la paz y en la justicia. Hoy, el mundo oscila entre la guerra y la paz. Abrigamos la esperanza de que nuestros esfuerzo conjuntos contribuir¨¢n a influir sobre los acontecimientos.
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