El respeto a Pujol y la querella contra Banca Catalana
El autor, que comparti¨® con Pujol la lucha contra el franquismo y por la autonom¨ªa, expresa su respeto personal hacia el actual presidente de la Generalitat pero discrepa de su idea de que la presentaci¨®n de la querella sobre Banca Catalana sea un ataque contra todos los catalanes.
Tengo un gran respeto personal y pol¨ªtico por el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol. Con ¨¦l he compartido muchos avatares de la lucha por las libertades y por la autonom¨ªa de Catalu?a. He estado de acuerdo con ¨¦l en unas cosas y en desacuerdo en otras, pero nunca he dudado de su profundo sentimiento de catalanidad ni tampoco de su compromiso con la democracia.Precisamente por ¨¦sto, creo que tengo ahora el deber, como ciudadano, de decir que estoy en absoluto desacuerdo con ¨¦l cuando proclama que la presentaci¨®n de una querella contra los antiguos dirigentes de Banca Catalana es un ataque contra todos los catalanes. Me considero tan catal¨¢n como ¨¦l y no me siento atacado.
Me siento, eso s¨ª, profundamente inquieto y alarmado por lo que est¨¢ ocurriendo. Yo no s¨¦ si los dirigentes del PSOE han pensado o no en utilizar la querella como una especie de revancha pol¨ªtica despu¨¦s de las elecciones auton¨®micas de Catalu?a. No tengo ning¨²n elemento para afirmarlo. Lo que s¨ª es cierto es que en la campa?a electoral algunos dirigentes socialistas -y muy especialmente el vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra- utilizaron el tema de Banca Catalana con tanto desparpajo y tan poca sensibilidad hacia la realidad de Catalu?a que abrieron la v¨ªa a toda clase de suposiciones maliciosas para lo que pudiese pasar despu¨¦s. Si hoy en Catalu?a much¨ªsimas personas -no s¨®lo entre los votantes de CiU- se dejan convencer tan f¨¢cilmente de que la presentaci¨®n de la querella es una revancha pol¨ªtica del PSOE es, en gran parte, porque los dirigentes socialistas hicieron factible esta interpretaci¨®n a lo largo de la campa?a electoral.
Se discute ahora sobre la oportunidad de la querella. Es posible que ¨¦ste no sea precisamente un momento oportuno, pero no se trata s¨®lo de un problema de oportunidad. Este asunto ten¨ªa que haberse planteado y resuelto hace ya tiempo y si ha estado arrastr¨¢ndose tanto ha sido por razones fundamentalmente pol¨ªticas. Para decirlo con claridad: no se plante¨® en anteriores legislaturas porque UCD necesitaba los votos de CiU en Madrid y CiU necesitaba los votos de UCD en Barcelona. Y el Gobierno del PSOE, agarrotado por una pol¨ªtica auton¨®mica carente de rumbo, de claridad y de valent¨ªa, ha dejado pudrir la cuesti¨®n de la peor manera, amagando sin dar, repartiendo puyazos, lanzando insinuaciones hirientes, pero eludiendo las posturas claras cuando hab¨ªa que tomarlas, como ocurri¨® en el propio Parlamento de Catalu?a, donde s¨®lo el PSUC plante¨® claramente la cuesti¨®n. Tambi¨¦n han jugado aqu¨ª algunos equ¨ªvocos electorales. Por eso denunciar la inoportunidad pol¨ªtica de la querella es caer en lo mismo que se pretende denunciar, es decir: aducir una raz¨®n pol¨ªtica contra una acci¨®n judicial. En vez de discurrir sobre la oportunidad de la querella todos deber¨ªamos alabar el profundo sentido del deber que han mostrado los funcionarios del Ministerio Fiscal que la han promovido. Es posible que la querella naufrague ahora en el mar de los requisitos formales, pues existe todav¨ªa una enorme inadecuaci¨®n entre lo que establece la Constituci¨®n y la realidad org¨¢nica de nuestro Poder Judicial. Pero, para m¨ª ¨¦ste es un gran paso adelante en la afirmaci¨®n del Poder Judicial como un sistema de justicia independiente.
Con la excepci¨®n del Rey, todos estamos sujetos a las responsabilidades legales que deriven de nuestra actuaci¨®n como ciudadanos. Pretender, como ha hecho el propio presidente Pujol, que con la querella se quiere escamotear la victoria pol¨ªtica de CiU equivale a afirmar que una victoria electoral debe eximir de toda responsabilidad penal o civil a los que ganen.
El primer interesado
Personalmente, deseo que el presidente Pujol salga libre de toda responsabilidad, por ¨¦l y por el prestigio de la Generalitat. Pero precisamente por ¨¦sto ¨¦l deber¨ªa ser el primer interesado en despejar todas las dudas, haciendo que las cuestiones planteadas se resuelvan con serenidad, sin actitudes plebiscitarias ni explosiones pasionales. En definitiva, la autonom¨ªa de Catalu?a forma parte de un sistema global en el que todas las instituciones del Estado deben fortalecerse y gozar de credibilidad. Si cada conflicto pol¨ªtico pone en cuesti¨®n la esencia misma de las instituciones, al final saldr¨¢ perdiendo la democracia en su conjunto.
Todo esto me parece esencial. Pero quiz¨¢ lo m¨¢s preocupante es el fondo pol¨ªtico de esa gran conmoci¨®n en Catalu?a. Hay que decir claramente que la presentaci¨®n de la querella ha sido instrumentalizada por los dirigentes de CiU. Mientras Jordi Pujol se dirige a los votantes catalanes hablando de "ofensa contra toda Catalu?a", Miquel Roca explica en Madrid que los socialistas no saben perder, con la vista puesta en su operaci¨®n reformista. Est¨¢ claro que en Catalu?a el asunto de la querella se quiere utilizar para unificar todo el nacionalismo catal¨¢n en torno a la figura de Jordi Pujol con mecanismos plebiscitarios, completando as¨ª la operaci¨®n de las elecciones auton¨®micas.
Catalu?a no es s¨®lo un hombre
Pero hay m¨¢s. Con este planteamiento se pretende tambi¨¦n transformar la cuesti¨®n nacional en una l¨ªnea divisoria entre la derecha y la izquierda. Al identificar una querella judicial contra el se?or Jordi Pujol, ciudadano de Catalu?a y antiguo dirigente de una entidad bancaria, con una ofensa contra Catalu?a y un ataque contra su autonom¨ªa, se pretende convertir el actual presidente de la Generalitat en la ¨²nica expresi¨®n aut¨¦ntica de Catalu?a, obligando a todos a definirse en relaci¨®n con ella. De prosperar esta operaci¨®n pol¨ªtica, las fuerzas de izquierda se pueden encontrar ante una alternativa diab¨®lica: o solidarizarse con Jordi Pujol para preservar su sello de catalanidad, o enfrentarse a ¨¦l y aparecer como la prolongaci¨®n dentro de Catalu?a del adversario exterior, es decir, del centralismo anticatal¨¢n.
No es f¨¢cil, desde luego, hacer frente con serenidad a una situaci¨®n como la creada en Catalu?a con la presentaci¨®n de la querella.La reacci¨®n emocional de tantos y tantos ciudadanos, las campa?as de adhesiones, la explosi¨®n de un nacionalismo tan superestructural como se quiera pero cada d¨ªa m¨¢s contundente en sus planteamientos, y la utilizaci¨®n pura y simple de todo esto crea un clima inc¨®modo para la izquierda. Un peri¨®dico de Barcelona af¨ªn a CiU publicaba hace unos d¨ªas, con grandes titulares, que para Felipe Gonz¨¢lez "el riesgo principal es el hecho diferencial de Catalu?a".
Creo sinceramente que por este camino vamos a la cat¨¢strofe. Los errores pol¨ªticos del Gobierno del PSOE y la instrumentalizaci¨®n por CiU de episodios como los de la querella han permitido reconstruir la idea de un adversario exterior de Catalu?a, que se iba diluyendo. Al mismo tiempo, se mina la credibilidad del poder judicial y se introduce un peligroso relativismo en la valoraci¨®n de las instituciones, seg¨²n que sus decisiones nos sean favorables o no. Con titulares como el que antes citaba y con planteamientos de este tipo, se est¨¢ configurando la construcci¨®n del Estado de las Autonom¨ªas como un proceso de conflicto permanente en el que se est¨¢n desencadenando demonios que al final nos pueden desbordar a todos.
Las fuerzas de izquierda no pueden aceptar esta situaci¨®n, no pueden contemplar pasivamente el desarrollo de estas peligrosas maniobras ni pueden dejarse encerrar en este c¨ªrculo infernal. La gran aportaci¨®n de la izquierda en Catalu?a hab¨ªa consistido en evitar que el hecho nacional se convirtiera en l¨ªnea divisoria entre la izquierda y la derecha, y no se puede retroceder en ¨¦sto. No se trata, desde luego, de que la izquierda sea m¨¢s nacionalista que nadie. Se trata de que plantee los verdaderos problemas del pa¨ªs y que sepa crear con energ¨ªa un clima de serenidad para discutirlos, con todas sus implicaciones, no dej¨¢ndose llevar a terrenos equ¨ªvocos. Las fuerzas de izquierda deben decir las cosas con claridad, situar a cada uno ante sus responsabilidades, no eludir las propias y no dejarse arrebatar sus m¨¢s aut¨¦nticos signos de identidad. Entre ellos, el de su profunda e indiscutible catalanidad.
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