El toro de trap¨ªo
JOAQU?N VIDALPlaza de Las Ventas. 27 de mayo. Duod¨¦cima corrida de feria.
Toros de Manuel S¨¢nchez Cobaleda, con casta, gran trap¨ªo e impresionantes cabezas, pero flojos y aplomados.
Ruiz Miguel. Estocada ca¨ªda (ovaci¨®n y saludos). Estocada corta (aplausos y saludos). Ortega Cano. Pinchazo bajo y estocada (pitos). Dos pinchazos y descabello (algunas palmas). Morenito de Maracay. Estocada tirando la muleta al suelo (aplausos y tambi¨¦n pitos cuando saluda). Pinchazo y estocada (pitos).
Parte facultativo. Ruiz Miguel fue asistido de contusi¨®n con hematoma en una pierna, de pron¨®stico reservado.
La corrida es m¨¢s emocionante y bella cuando sale el toro de trap¨ªo, lo cual se afirma con el debido respeto al p¨²blico torerista, naturalmente. El toro de trap¨ªo sali¨® ayer y, por tanto, mandaba la teor¨ªa que la corrida fuera m¨¢s emocionante y bella que lo habitual. Pero no; fue tan aburrida y tonta como casi siempre.
Sal¨ªa el toro de trap¨ªo y la afici¨®n se pon¨ªa en pie para aplaudir su galanura. La afici¨®n se hac¨ªa muchas ilusiones. El toro era de buen tama?o y l¨¢mina esbelta, con esa apariencia poderosa que reclama la imagen t¨ªpica del toro bravo. Y adem¨¢s, luc¨ªan todos unas cabezas cornalonas y astifinas que causaban pavor.
El tercero de la tarde, por excepci¨®n, estaba casi en el l¨ªmite del peso m¨ªnimo, y sin embargo tambi¨¦n ten¨ªa trap¨ªo, tanto como los dem¨¢s. El p¨²blico no lo protest¨® en absoluto, lo cual desdice a quienes aseguran que en Madrid la gente lo que quiere es el elefante con cuernos. Cuernos s¨ª ten¨ªa: dos. Y esos dos, largos, vueltos, buidos. Agresivo por delante, el toro era entrepelao y lucero, y esta capa, aunque no rara, ofrec¨ªa una variedad visual que contribu¨ªa a animar el cotarro.
Todos hac¨ªan as¨ª, hasta que transcurr¨ªan tres minutos, acaso dos. En cuanto sonaba el clar¨ªn para que salieran los picadores, esos toros se transformaban de belicistas en pacifistas; les temblequeaba el esqueleto y un dulce sopor les invad¨ªa todo el cuerpo. Quienes aguardaban al espect¨¢culo del toro fuerte romaneando o incluso derribando el armatoste de picar, quedaban chasqueados. Los preciosos Cobaleda iban al caballo de largo, es cierto, pero en papel de primo, para que les clavaran hierro impunemente y sin la menor contrapartida. Varios de estos Cobaleda posiblemente hubieran sido toros de bandera, de continuar con la pujanza que exhib¨ªan al saltar a la arena.A pesar de todo, y pues ten¨ªan casta, algunos embest¨ªan prontos y veloces en banderillas. Cuatro de ellos se encontraron con Ortega Cano y Morenito de Maracay, que fueron ayer mediocres banderilleros, tanto en la preparaci¨®n de la suerte como en la diana de su ejecuci¨®n.
Tambi¨¦n fueron mediocres muleteros frente a unos toros que, l¨®gicamente, no daban facilidades, porque se aplomaban por momentos. Morenito de Maracay los porfi¨® sin clase. Ortega Cano, lo mismo en el quinto. Sin embargo el primero de este diestro no se aplom¨® nada y pudo verse cu¨¢ntos apuros pasa un torero cuando ha de embarcar a un toro de casta. Demasiada casta ten¨ªa para las posibilidades t¨¦cnicas y las reservas de valor del torero, el cual estaba inc¨®modo all¨ª, era evidente. En cambio con el quinto, que lleg¨® desbaratado al ¨²ltimo tercio -tanto, que ni se mov¨ªa-, parec¨ªa estar a gusto, prolongaba la faena y no quer¨ªa terminarla nunca. He aqu¨ª por qu¨¦ la afici¨®n comenta y cierta cr¨ªtica expone la sospecha de que mano negra debilita los toros en beneficio de los toreros.
El que abri¨® plaza, otro toro de casta, acud¨ªa noble cuando el cite era a distancia, mientras derrotaba cuando le abrumaba la cercan¨ªa del torero. Ruiz Miguel lo entendi¨® de esta manera y dio esa distancia requerida, en detrimento de la ligaz¨®n de los pases, que no era posible dadas las caracter¨ªsticas del toro. En ¨¦sta ocasi¨®n el unipase estaba de alguna forma justificado y el torero de la Isla lo instrument¨® con oficio. Tambi¨¦n estuvo decoroso en el cuarto, que se le agot¨® pronto, y adem¨¢s se le revolv¨ªa con mucho genio. Uno de los numerosos ga?afones, que el Cobaleda tir¨® con espeluznante fiereza y punter¨ªa, le hiri¨® la pierna.
El toro de casta tiene estas gracias; por eso las figuras le hacen ascos. Y si es de trap¨ªo, a¨²n impone m¨¢s. Pero hay medio de resolver el problema, o quiz¨¢ es que el problema se resuelve solo, por milagro. Ejemplo: sale el toro de casta y trap¨ªo lanzando su furia contra todo el que pretenda ponerse delante, suena el clar¨ªn, y ya no es nadie; como ayer y todos los d¨ªas. As¨ª de prodigioso.
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