Americanada
De haber trasladado su t¨ªmido sentido del humor a una perspectica cr¨ªtica, tal como parece que recoge el libro de Wolfe, quiz¨¢ esta pel¨ªcula hubiera sido la divertida caricatura sobre el cine heroico que tan apropiada parece a nuestra ¨¦poca. Pero no es as¨ª: lo asombroso de Elegidos para la gloria es que est¨¢ filmada en serio, como aquellos filmes espa?oles de posguerra que demostraban que el soldado espa?ol era un ejemplo de virtudes, como el espa?ol mismo, al que sobraban agallas para matar moros, conquistar Am¨¦rica o perseguir el comunismo. Mucho nos hemos re¨ªdo de aquellos viejos filmes, incluso por necesidad, como forma de superar la verg¨¹enza que nos inspiraban.Pero ahora resulta que Hollywood, quiz¨¢ condicionado por el ambiente de guerra fr¨ªa que estamos respirando, recupera aquel g¨¦nero a mayor h¨®nra y gloria del valor de sus soldados. Ello no ser¨ªa nuevo ni quiz¨¢ preocupante de no ser porque Elegidos para la gloria est¨¢ rodada con tal torpeza, con unos esquemas tan simples, tan toscos, que el aburrimiento puede ahogar la paciencia del espectador. Sin ni siquiera a?adir los valores del espect¨¢culo, que s¨®lo en Hollywood pueden realizarse con brillantez, la pel¨ªcula se mueve por el terreno del documental dramatizado, recogiendo las an¨¦cdotas de los primeros hombres que surcaron el espacio.
Elegidos para la gloria
Gui¨®n y direcci¨®n: Philip Kauffman, sobre la novela de Tom Wolffe. Fotograf¨ªa: Caleb Deschanet. M¨²sica: Bill Conti. Int¨¦rpretes: Charles Frank, Scott Glenn, Ed Harris, Lance Henriksen, Scott Paulin, Dennis Quaid. Aventuras. Norteamericana, 1983. Locales de estreno: Lope de Vega y Benlliure.
Filosof¨ªa
La competencia entre ellos forma la filosof¨ªa ¨²ltima del filme, "el mejor, ser¨¢ el primero", pero tampoco puede decirse que ello merezca curiosidad alguna, ni siquiera la malsana, ya que el discurso no pasa de cuatro frases rodeadas de himnos y algaradas patri¨®ticas, que dan m¨¢s sonrojo que informaci¨®n.Que Elegidos para la gloria haya sido premiada con cuatro oscars s¨ª que es, en cambio, un tema sobre el que deben reflexionar cuantos siguen creyendo que esos premios corroboran calidades.
Filmado en cualquier otro pa¨ªs, este filme hubiera despertado las iras y las risas de los extranjeros; proyectado, por ejemplo, en el festival de Cannes, hubiera cerrado sus puertas para siempre. Vista en Espa?a, donde tantas buenas pel¨ªculas siguen ignoradas por los distribuidores, no cabe m¨¢s que el estupor.
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