Banca Catalana, el coste de una crisis
El erario p¨²blico ha desembolsado ya 291.000 millones de pesetas para remontar los 139.000 millones de p¨¦rdidas del grupo bancario
En el ¨²ltimo episodio del caso Banca Catalana, dos pol¨ªticos han citado cifras sobre el caso. El presidente del Gobierno, Felipe Gonz¨¢lez, dijo el 25 de mayo ante los micr¨®fonos de Radio Nacional: "Cuando un Gobierno se ve obligado a aportar 270.000 millones del erario p¨²blico, es decir, de todos los ciudadanos, para superar una crisis econ¨®mica, no tiene m¨¢s remedio que ofrecer a los propios ciudadanos una explicaci¨®n".Felipe Gonz¨¢lez rese?aba una cifra cierta. A¨²n m¨¢s, rebajaba su montante total (ver cuadro l). Pero, a frase seguida, comet¨ªa un lapsus linguae: "Se hab¨ªa producido una situaci¨®n que lleg¨® a una p¨¦rdida de 270.000 pesetas", identificando las p¨¦rdidas -agujero- del grupo bancario (139.000 millones) con las ayudas otorgadas para reflotarlo. Pocas horas despu¨¦s, el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, aprovechaba este lapsus para argumentar que ¨¦l, en el lugar del presidente del Gobierno, no hubiera "tergiversado, que es una forma de enga?ar, por ejemplo, no hubiera dicho que hay un agujero de 270.000 millones, porque eso es falso". Y a?ad¨ªa que, en la comparecencia ante la Comisi¨®n de Econom¨ªa del Congreso de Diputados, el ministro de Hacienda, Miguel Boyer, "situ¨® las p¨¦rdidas en 60.000 o 65.000 millones y habl¨® de que el resto de dinero que ha habido que aportar se ir¨¢ recuperando". Esa referencia, en la que se reduc¨ªa a la mitad el nivel real del agujero, no respond¨ªa a la realidad.
La intervenci¨®n de Boyer ante el Congreso (Acta taquigr¨¢fica, Bolet¨ªn de las Cortes, n¨²mero 27 de 1983), aceptada y mencionada por todos como base de discusi¨®n, en absoluto alud¨ªa a esa cifra de p¨¦rdidas. "El caso de Banca Catalana es uno de los m¨¢s graves, quiz¨¢ el m¨¢s grave", dijo Miguel Boyer en esa sesi¨®n, "de crisis bancaria que hemos sufrido en la econom¨ªa espa?ola". Y a?ad¨ªa los datos de la auditor¨ªa de verano de 1982, seg¨²n los cuales "el d¨¦ficit patrimonial (el agujero menos los recursos propios) de los tres grandes bancos del grupo ascend¨ªa a 110.000 millones", aparte de otros 28.000 millones de activos improductivos.
Las cifras de las p¨¦rdidas hay que buscarlas en la auditor¨ªa y en los posteriores informes de las juntas generales de los bancos del grupo. Estos establecen que las p¨¦rdidas -esto es, activos fallidos y ficticios, o gen¨¦ricamente cr¨¦ditos irrecuperables- ascend¨ªan en 1982 a 129.112 millones para las tres grandes fichas del grupo: Banca Catalana, Banco Industrial de Catalu?a (BIC) y Banco Industrial del Mediterr¨¢neo (BIM). Sumadas a ¨¦stas las de los otros cuatro antiguos bancos del grupo (Alicante, Cr¨¦dito e Inversiones, Gerona y Barcelona), ascienden a un total de 139.000 millones de pesetas. ?sas son las p¨¦rdidas, ¨¦se es el agujero.
Este concepto de p¨¦rdidas no corresponde a las p¨¦rdidas de la cuenta de explotaci¨®n, como diferencia de los ingresos y los gastos anuales, que indican la marcha de un ejercicio. Corresponde t¨¦cnicamente a las minusval¨ªas del balance y la situaci¨®n de fondo, patrimonial, de las entidades bancarias. En el lado del activo del grupo -empleo de los recursos- figuran unas cantidades fallidas o ficticias (meros apuntes contables sin contrapartida real): 139.000 millones. Es el agujero del activo. Este agujero puede compensarse, en el lado del pasivo -que indica el volumen y origen de los recursos, de la entidad o de terceros depositantes- con los recursos propios (capital y reservas), si ¨¦stos son suficientes. Estos recursos propios del grupo apenas superaban los 25.000 millones (23.411 para Catalana, BIC y BIM). As¨ª, la diferencia entre las p¨¦rdidas y los recursos propios superaba con largueza los 100.000 millones de pesetas: es el desequilibrio patrimonial neto.
El voluminoso desequilibrio patrimonial indica que el grupo estaba en una situaci¨®n t¨¦cnica de quiebra en el momento de estallar la crisis (junio de 1982), aunque hubiera podido aguantar sin suspender pagos durante meses, dada la mayor flexibilidad que tienen las entidades financieras para conseguir tesorer¨ªa respecto de las empresas industriales. El desequilibrio indica tambi¨¦n otro fen¨®meno que ha sido poco destacado: contablemente, Catalana estaba de hecho en buena parte descatalanizada. Porque su activo sano era muy reducido y porque su pasivo se deterior¨® a causa de las sincopadas retiradas de dep¨®sitos de la clientela.
Ayudas oficiales
Para compensar el agujero no bastaba, pues, con aplicarle los recursos propios. Hab¨ªa que obtener otras ayudas externas, procedentes del erario p¨²blico. Fueron dispensadas con amplitud a final de a?o, despu¨¦s de que el Banco de Espa?a -con el subgobernador, Mariano Rubio, al frente- y el Fondo de Garant¨ªa de Dep¨®sitos en Establecimientos Bancarios -encabezado por su secretario general, Juan Antonio Ruiz de Alda- se hicieran cargo del grupo. Para ser exactos, el alto volumen de ayudas requerido se debi¨® a dos razones. La principal fue la necesidad de sanear el activo, impuro debido a la mala gesti¨®n.Adem¨¢s, hubo que compensar el deterioro de los dep¨®sitos causado por la tardanza en solucionar la crisis, en relaci¨®n con otras. Dicha tardanza se debi¨® a varios factores, a¨²n no perfectamente cuantificables: la resistencia ofrecida al saneamiento por el ¨²ltimo consejo anterior a la crisis, la escasa flexibilidad en la aplicaci¨®n de la muy reciente legislaci¨®n sobre salvamento de bancos y los componentes pol¨ªticos del asunto. Alguno de ellos fue citado por el ministro de Hacienda en la citada sesi¨®n parlamentaria del 16 de junio de 1983: "Se intent¨® la b¨²squeda de una soluci¨®n singular para Banca Catalana, tanto por razones econ¨®micas como por razones pol¨ªticas" ( ... ) ?por razones pol¨ªticas, porque, sus se?or¨ªas no ignoran, existe una frustraci¨®n tradicional en Catalu?a, zona potente empresarialmente y, s embargo, zona en la cual se han frustrado siempre las iniciativas financieras de gran dimensi¨®n".
Por todas estas razones, la ayuda prestada a Catalana alcanz¨® un volumen extraordinario (ver cuadro 1). La inyecci¨®n de dinero p¨²blico se aplic¨® en dos direcciones. Por un lado, para sanear el activo, mediante la compra de activos insanos, la asunci¨®n de p¨¦rdidas, la prestaci¨®n de garant¨ªas a los activos dudosos. Por otro, para vigorizar el deteriorado pasivo mediante la concesi¨®n de pr¨¦stamos blandos a largo plazo y sin inter¨¦s, o con inter¨¦s muy bajo, de forma que aplicando estos recursos a empleos solventes, el diferencial. de su inter¨¦s con el del mercado permitiera que la entidad retornase, a largo plazo, a ser rentable.
Las ayudas efectivamente desembolsadas, a 16 de junio de 1983, se cifraban en 275.713 millones de pesetas, seg¨²n detall¨® Miguel Boyer en la sesi¨®n parlamentaria. Posteriormente, los apoyos se ampliaron hasta llegar a 29 1.000 millones. Esta cifra es la m¨¢s alta de cuantas se han aplicado desde 1978, caso de Rumasa aparte, a resolver las crisis bancarias. S¨®lo la historia podr¨¢ decir si la soluci¨®n ha resultado demasiado cara. La ¨²nica alternativa viable que se plante¨® a esta soluci¨®n fue la ofrecida en septiembre de 1982 por el primer consejo de administraci¨®n no vinculado a los fundadores, y que fue rechazada por cuestiones jur¨ªdicas. En ella se solicitaba una ayuda inferior a la finalmente prestada: 130.000 millones, entre compra de activos (70.000) y pr¨¦stamos (60.000).
Las ayudas directas han sido de 275.000 millones (siempre a 16 de junio de 1983, sin contar la ampliaci¨®n hasta 291.000). Contando las complementarias, -garant¨ªas y avales, es decir, apoyos no desembolsados, pero que pueden serlo, en todo o en parte, en el futuro- ascienden a 321.000 millones, como se observa en el cuadro 1. El grupo bancario contaba, antes de estallar la crisis en junio de 1982, con unos recursos ajenos de 325.000 millones de pesetas. Por tanto, para reflotar el grupo el Banco de Espa?a ha puesto 80 c¨¦ntimos por cada peseta depositada en ¨¦l, contando las ayudas efectivas, o 98 c¨¦ntimos, si se cuentan tambi¨¦n las ayudas complementarias. Todo ello sin contar con la subvenci¨®n impl¨ªcita que supone la exenci¨®n total de coeficientes por cinco a?os, por la cual el grupo evita la obligaci¨®n de invertir en tomo a la mitad de sus recursos en activos o destinos en parte menos rentables que los del mercado.
Impacto en el Banco de Espa?a
Aunque el Banco de Espa?a haya desembolsado los 275.713 millones rese?ados, ¨¦ste no es el coste de la crisis. Una parte los debe recuperar, porque han sido concedidos por el Fondo de Garant¨ªa de Dep¨®sitos y la banca privada te¨®ricamente sufraga este fondo con la mitad de los recursos. Te¨®ricamente, porque, seg¨²n la propia memoria de 1983 del Fondo, la banca privada ha aportado s6lo 10.628 millones, mientras que el banco emisor, adem¨¢s de una cantidad igual, ha tenido que conceder al Fondo, para hacer frente a la crisis bancaria en general, un pr¨¦stamo de 439.443 millones de pesetas, que ir¨¢ recuperando a largo plazo. Otra parte de las ayudas -los pr¨¦stamos- ser¨¢ devuelta por el grupo bancario. As¨ª, el coste de la crisis comprender¨¢ las ayudas, menos las devoluciones y la recuperaci¨®n por venta de parte de los activos asumidos, m¨¢s el coste financiero de cada partida.Una primera aproximaci¨®n al coste de esta crisis en el primer a?o fue la ofrecida por el ministro de Hacienda en la sesi¨®n parlamentaria del 16 de junio. El portavoz centrista, Luis Ortiz Gonz¨¢lez, pregunt¨® en aquella ocasi¨®n: "?Cu¨¢l puede ser la magnitud, naturalmente, no la cifra exacta, de la incidencia que esta decisi¨®n tiene sobre la cuenta de resultados del Banco de Espa?a?". Ortiz preguntaba sobre la cuenta de resultados, sobre el primer a?o.
El ministro respondi¨® (ver cuadro 2) cuantificando las diversas partidas de ayuda (salvo la compra de acciones por el Fondo, que el Banco de Vizcaya recomprar¨¢, pagando en siete a?os, lo que conlleva un coste financiero para el Fondo y sin incluir las partidas de garant¨ªas, que pueden ser parcialmente ejecutables), calculando el diferencial de los intereses de los pr¨¦stamos seg¨²n un tipo de mercado del 16% y realizando todas las estimaciones siguiendo el supuesto te¨®rico de que la banca privada hubiera realmente desembolsado su aportaci¨®n paritaria al Fondo. Con estos criterios estim¨® que la incidencia te¨®rica de la crisis en la cuenta del Banco de Espa?a oscilar¨ªa entre 25.000 y 32.000 millones. Esta estimaci¨®n, a la baja, se recoge en el cuadro 2.
C¨¢lculo de la Generalitat
Los datos y la estimaci¨®n de Miguel Boyer en el Congreso fueron luego utilizados como referencia en el Parlamento de Catalu?a, pero no para calcular la incidencia de la crisis en el primer ejercicio posterior del Banco de Espa?a, sino para cuantificar lo que ¨¦sta costar¨ªa globalmente al Estado. En la sesi¨®n de la Comisi¨®n de Econom¨ªa del 22 de noviembre de 1983 (Diario de Sesiones, n¨²mero 90, serie C), el portavoz de Converg¨¨ncia i Uni¨®, Antoni Subir¨¢, pregunt¨®: "En algunos medios de comunicaci¨®n se ha hablado de 300.000 millones de pesetas como coste para el erario p¨²blico de la soluci¨®n dada finalmente al asunto de Banca Catalana ?Es cierta esta. cifra o la realidad es otra mucho m¨¢s baja?".El representante del Consell Executiu de la Generalitat respondi¨®: "Aproximadamente 75.000 millones de pesetas, en vez de esas cifras que se han ido publicando a veces de 300.000 millones". El detalle de los c¨¢lculos que surten dicho resultado fue explicado por el representante del Gobierno auton¨®mico y se recoge en el cuadro 3. En dichos c¨¢lculos se cometieron cuatro confusiones o errores. El principal de ellos -o sea, el de efectos m¨¢s cuantiosos a los fines de rebajar el coste de la crisis- fue el relativo al pr¨¦stamo de 125.350 millones concedido por el Banco de Espa?a, al 8% de inter¨¦s. Si el ministro de Hacienda estim¨® entre 10.000 y 12.000 millones los intereses diferenciales -entre el 8% y el 16%- generados por dicho cr¨¦dito, para un a?o, como se aprecia en el cuadro 2, el Gobierno de la Generalitat tom¨® esa anualidad por el todo, es decir, la confundi¨® con los ocho a?os de plazo a que estaba concedido el pr¨¦stamo. Esta partida es, al respecto, la m¨¢s definitiva.
Este error de c¨¢lculo, por defecto, se repite con el pr¨¦stamo de 35.652 millones concedido por el Fondo de Garant¨ªa. A ambos se a?aden otros dos errores menores, por exceso, pues el portavoz del Gobierno catal¨¢n no tuvo en cuenta que los 84.422 millones de activos insanos comprados por el Fondo ser¨¢n recuperados en parte, mediante su venta, y porque incluy¨® por dos veces en el c¨®mputo del coste global su estimaci¨®n del coste de dos partidas (la compra de activos y la asunci¨®n de p¨¦rdidas).
En resumen, esta versi¨®n, seg¨²n la que el coste total solamente ascender¨ªa a unos 75.000 millones, es la que se divulg¨® mayoritariamente en bastantes medios de comunicaci¨®n. Y fue en la que con toda probabilidad se bas¨® Jordi Pujol en sus declaraciones del 25 de mayo pasado a Radio Nacional de Espa?a para argumentar que "las p¨¦rdidas" se situaban "en 60.000 o 65.000 millones" de pesetas.
La realidad es muy otra. La crisis del grupo costar¨¢ al erario p¨²blico un m¨ªnimo de 137.434 millones de pesetas -en el supuesto te¨®rico m¨¢s favorable, que es imposible- y entre 174.704 y 225.355 millones de pesetas corrientes, sin contar subvenciones impl¨ªcitas, como se aprecia en el cuadro 4. Es decir, m¨¢s del doble, en el mejor de los casos, y el cu¨¢druple, en el peor, de lo que se estima desde la Generalitat.
El cuadro 4 ha sido elaborado con el concurso de varios expertos financieros catalanes independientes, sigui¨¦ndose los criterios expuestos por Miguel Boyer para un a?o, y aplic¨¢ndolos a todo el per¨ªodo en que se costear¨¢ la crisis. Los resultados coinciden con los obtenidos por otros expertos (v¨¦ase EL PAIS de 1-XI-1983).
El coste de derecho o coste te¨®rico m¨ªnimo de la crisis de Catalana asciende a 137.434 millones de pesetas. De esta cantidad destacan las partidas de ayudas concedidas por el Fondo (84.422, 8.757, 40.000 y 10.000 millones), que deben dividirse por cuatro, porque el Banco de Espa?a te¨®ricamente nutre s¨®lo la mitad del Fondo, y porque en el mejor de los casos la mitad de los activos es recuperable y s¨®lo se ejecutar¨¢ la mitad de las garant¨ªas. El pago aplazado de las acciones de Banca Catalana genera unos gastos financieros, siempre al 16%, de 5.348 millones. Y en cuanto a los pr¨¦stamos, se ha calculado el coste financiero producido por el inter¨¦s diferencial, del 8% en el caso del cr¨¦dito concedido por el Banco de Espa?a (16% menos 8%) y del 16% en el del Fondo, aplicando los plazos de cada uno. En suma, el c¨¢lculo de la tesis m¨¢s optimista sit¨²a el coste de la crisis para el contribuyente en 137.434 millones de pesetas.
El verdadero coste real
Lo cierto es que este coste es meramente te¨®rico. En la pr¨¢ctica se producir¨¢ el rese?ado en la ¨²ltima columna del cuadro 4 (coste real l), esto es, 174.704 millones, que tiene en cuenta el hecho de que el Fondo mantiene en su poder la mitad de unos activos y valores dif¨ªcilmente vendibles y de que soportarlos durante un tiempo le exige financiarlos. Por tanto, a las cantidades anteriores debe agregarse el coste de financiaci¨®n de los activos y valores comprados por el Fondo y no realizados (33.768 y 3.502 millones), amortizados en un plazo prudente de cinco a?os.Si a dicha cantidad se le a?ade el coste que al Banco de Espa?a le representa el hecho de que la banca privada no haya cumplimentado su aportaci¨®n de recursos al Fondo de Garant¨ªa de Dep¨®sitos, el coste total (coste real 2) asciende a 225.355 millones de pesetas. A ello debe a?adirse, en puridad, la subvenci¨®n impl¨ªcita que supone la exenci¨®n de coeficientes, calculada en su grado inferior.
En todos los c¨¢lculos ;se ha obviado un factor esencial, para hacer m¨¢s prudente la estimaci¨®n del coste: la erosi¨®n monetaria que por efectos de la inflaci¨®n sufrir¨¢n las devoluciones de pr¨¦stamos o las realizaciones de activos. Es decir, la parte que el erario recupere de las ayudas concedidas ser¨¢ recobrada en pesetas devaluadas.
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