Mitterrand, a Mosc¨², pese a todo
(...) El viaje del presidente no est¨¢ desprovisto de peligros. Desde hace meses, Mitterrand los ha pesado y ha tomado una decisi¨®n seg¨²n una l¨®gica que le es propia. Sin embargo, jam¨¢s la frialdad sovi¨¦tica parece m¨¢s evidente, jam¨¢s los derechos del hombre han sido tan violados como ahora y tan abiertamente. Raz¨®n de m¨¢s para ir, se replica en El El¨ªseo, desde el momento que se ha levantado la hipoteca del despliegue de los euromisiles y que los occidentales han dado pruebas de una gran firmeza. Lo mismo que Mitterrand ha dicho en Jerusal¨¦n verdades desagradables, en marzo de 1982, lo mismo hablar¨¢ en Mosc¨², seg¨²n la f¨®rmula de Max Gallo, el lenguaje de la claridad.Chernenko y el jefe de la diplomacia sovi¨¦tica, Andrei Gromiko, tienen motivos para mostrarse m¨¢s conciliadores con Mitterrand que con los ministros de Asuntos Exteriores italiano y alem¨¢n, Giulio Andreotti y Hans Dietrich Genscher? Tal vez, se responde, porque los sovi¨¦ticos deseaban desde hace tiempo la visita del presidente franc¨¦s. Se se?ala, a este prop¨®sito, con cierto optimismo en Par¨ªs, que desde la llegada al poder de Chernenko ya no se tienen en cuenta los misiles franceses en la gran negociaci¨®n nuclear. (...)
, 8 de junio
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