Mineros de Al¨¢
Desde hace 10 a?os, trabajadores paquistan¨ªes extraen la pirita en las minas de Linares
A Muliaminad Iqbal Raja, lo ¨²nico que le molesta es tener que hacer el turno de madrugada, "porque aunque a 300 metros de profundidad t¨² no sabes cu¨¢ndo es de d¨ªa o cu¨¢ndo de noche, el cuerpo s¨ª lo sabe y se encarga de dec¨ªrtelo". Muliaminad es miembro de una de las 70 familias paquistan¨ªes que viven en L¨ªnares y trabajan en las viejas minas de pirita hace ya casi 10 a?os.Ahora que se habla de brotes de racismo y de repatriaciones, es curioso escuchar c¨®mo estas gentes que han recorrido tantos kil¨®metros hablan de Linares como de su encuentro con la tierra prometida y c¨®mo los linareses se refieren siempre elogiosamente "a los pac¨ªficos paquistan¨ªes". Para los orientales, la felicidad ser¨ªa completa tan s¨®lo con que el ayuntamiento les concediese unos pobres terrenos para construir una mezquita, "con un aula para ense?arles a nuestros hijos la palabra del profeta". S¨®lo piden eso.
Junto a los mineros los hay que trabajan en la construcci¨®n y, sobre todo, en la venta ambulante, "un trabajo mucho mejor, aunque se gane menos". Como es l¨®gico, ellos aseguran que tienen los papeles en regla, pero alguna autoridad local se permite dudarlo: "La mayor¨ªa no ha llegado directamente desde su pa¨ªs de origen, sino del sur de Francia o incluso de otras ciudades espa?oles donde se han visto obligados a salir".
Los que trabajan en las minas, al menos los de la mina de la Cruz, s¨ª est¨¢n debidamente documentados y con todos los permisos al d¨ªa. Su contrato y su seguridad social, "igual que todos los espa?oles". "Adem¨¢s, tenemos revisiones m¨¦dicas peri¨®dicas", y, que ellos sepan, ninguno ha padecido todav¨ªa de silicosis: "Siempre el m¨¦dico nos dice que estamos bien". Tampoco en estos 10 a?os se han registrado accidentes laborales de consideraci¨®n; los varios fallecidos lo han sido por causas m¨¢s o menos naturales. Los cad¨¢veres son siempre enviados a Pakist¨¢n y, seg¨²n dice un empleado del cementerio, se guardan en c¨¢maras frigor¨ªficas, a la espera de que haya m¨¢s de uno y el traslado salga m¨¢s econ¨®mico. Como prueba de la solidaridad del pueblo de Linares, se cuenta que en cierta ocasi¨®n falleci¨® un paquistan¨ª y, al faltarle a la familia dinero para enviar el cad¨¢ver a su tierra, bast¨® una llamada a trav¨¦s de la emisora local de radio para que inmediatamente se reuniese lo necesario.
A pesar de que no se puede afirmar que vivan concentrados en unas zonas determinadas, donde normalmente habitan los paquistan¨ªes es en las barriadas de San Jos¨¦ y La Zarzuela, dos de las m¨¢s modestas de la ciudad, donde pagan alquileres de m¨¢s de 15.000 pesetas, que para el tipo de vivienda se pueden considerar abusivos. Sin embargo, ellos no se quejan: "Vivimos donde queremos, y si alguien quiere gastarse m¨¢s en alquileres, puede hacerlo porque ganamos lo suficiente".
Informan en la mina que el sueldo base de los paquistan¨ªes viene a ser de unas 40.000 pesetas, pero la mayor¨ªa de ellos llegan a doblarlo, porque existe un plus de productividad del que casi todos -"que son muy trabajadores", a decir del capataz- se benefician.
Mulianimad Iqbal confiesa cobrar algo m¨¢s de 60.000 pesetas mensuales, de las que env¨ªa casi la mitad a su familia. Vive en dos pobres habitaciones de un corral de vecinos en una c¨¦ntrica calle de la ciudad. Las paredes las tiene cubiertas de citas del Cor¨¢n, fotograf¨ªas de la familia, La Meca y el presidente de Pakist¨¢n y anuncios de coches recortados de las revistas del coraz¨®n. ?l es el presidente de la comunidad musulmana de Ja¨¦n, tiene 28 a?os, pero aparenta bastantes m¨¢s, lleva seis en Linares y su mujer y tres hijos a¨²n est¨¢n en su pa¨ªs, aunque piensa tra¨¦rselos pronto.
Su min¨²scula casa sirve para reuniones a la salida del trabajo; all¨ª rezan y hablan fundamentalmente, seg¨²n dicen, de temas religiosos. Uno de los m¨¢s asiduos es el joven sacerdote de la comunidad, Safdar Huassain Shah, al que el ayuntamiento ha tenido que conceder un permiso especial para el sacrificio de animales y distribuci¨®n de carnes: s¨®lo comen de aquellos animales que mata el jefe religioso.
Safdar Hussain sigue vistiendo el traje t¨ªpico, llamado salwa, que sus paisanos apenas usan fuera de las casas. Incluso ¨¦l se coloca su vestimenta m¨¢s occidental a la hora de posar para las fotos. Las ¨²nicas que conservan el traje completo son las mujeres, a las que dificilmente se puede ver, porque "una mujer casada, ni en Linares ni en Pakist¨¢n puede salir a la calle. Ellas tienen que estar en casa al cuidado de los hijos y nosotros hacemos las compras".
"Estos no se lo gastan en vino"
Ninguna mujer se ha casado a¨²n con un hombre de Linares, pero s¨ª se ha dado en tres ocasiones el caso contrario, adoptando las andaluzas la religi¨®n del marido en los tres casos. Los casados, aunque confiesan tener muchos amigos en el pueblo, y lo cierto es que Muhaminad va por la calle saludando a diestra y siniestra, apenas hacen vida social ni van a cines, ni a discotecas, ni a bares. Una alta autoridad ha llegado a decir que prefiere a estos mineros "porque su religi¨®n les proh¨ªbe las bebidas alcoh¨®licas, y los mineros de antes, cuando cobraban, se gastaban el sueldo en vino y siempre hab¨ªa jaleos a final de mes". Tambi¨¦n dicen preferirlos "mejor que a los gitanos", cuya poblaci¨®n es alt¨ªsima en esta heterog¨¦nea ciudad, que va perdiendo sus aires mineros y que vive ya m¨¢s de la f¨¢brica Land Rover y del comercio que de extraer plomo.La pol¨ªtica es uno de sus temas tab¨²es, y repiten su continuo "todos son buenos", sin entrar a opinar de los cambios en los ¨²ltimos 10 a?os que ellos han conocido; s¨®lo puntualizan que hasta julio de 1983 no les fue legalizada su asociaci¨®n religiosa musulmana, un hecho que para ellos es important¨ªsimo. "Y nuestra felicidad ser¨ªa completa si nos diesen los terrenos para construir la mezquita", aunque ah¨ª juegan con la ventaja de que si no se les cede gratuitamente los pueden conseguir por suscripci¨®n popular: "No ser¨ªa la primera vez que Linares responde inmediatamente a una de nuestras peticiones".
La mezquita ocupa tanto lugar en sus cabezas que apenas quieren hablar de otras cosas. No conocen la reconversi¨®n industrial ni si les puede afectar a las minas; no han o¨ªdo hablar de la repatriaci¨®n de los negros del Maresme. "Si cierran las minas, ya nos las arreglaremos en otro trabajo aqu¨ª; nosotros somos casi de Linares". O, al menos, lo parecen, a pesar del acento, el color y su adicci¨®n al monos¨ªlabo.
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