El toro de casta es portugu¨¦s

Sorpresa: hay toros que no se caen. Los de ayer no se ca¨ªan y eran novillos. No s¨®lo no se ca¨ªan, sino que zarandeaban a los caballos, como no ha sido capaz de hacer casi ninguno de los toros, de la feria, y el primero, incluso derrib¨® dos veces. Por fin, sali¨® el toro y resulta que es portugu¨¦s. El toro -que era novillo- puso en serios aprietos a los toreros, y al director de lidia, Juan Palacios, el que abr¨ªa plaza lo mand¨® a la enfermer¨ªa. Adem¨¢s, embest¨ªan con casta los novillos. Si es cierto que, como dicen los taurinos y alg¨²n ganadero de post¨ªn, los toros se caen porque no, tienen casta, he aqu¨ª una ganader¨ªa que la tiene, por todas. Es portuguesa, de Vale de Figueira, un paraje que es un dibujo, como un bel¨¦n. Vengan, entonces, sementales y vacas de esta ganader¨ªa para refrescar la descastada sangre de las ganader¨ªas espa?olas; la mayor parte de las ganader¨ªas espa?olas, incluida la del revolucionario Victorino, cuyas reses no se tienen en pie. ?ste es el gran hallazgo que se ha producido, inesperadamente, una tarde de tormenta en Madrid: en Portugal est¨¢ la salvaci¨®n del toro bravo espa?ol.

Tambi¨¦n ten¨ªan trap¨ªo los novillos de Infante da C¨¢mara. El m¨¢s peque?o de los que salieron ayer, luc¨ªa m¨¢s corpulencia que el m¨¢s grande de los que haya matado El Cordob¨¦s en sus temporadas de gloria. Naturalmente, ponerse de lante de estos novillos. portugueses con trap¨ªo, con casta, con fuerza, ten¨ªa peligro y daba por supuesto el valor d¨¦ los novilleros, que no se amilanaron en absoluto.

Juan Palacios, al que desbordaba la casta y el empuje del que abri¨® plaza, sufri¨® las consecuencias con un volteret¨®n impresionante, que le dej¨® sin sentido, y, cuando se le llevaban a la enfermer¨ªa iba inconsciente y ensangrentado. Afortunadamente, las lesiones que sufre no son de importancia; por lo menos, no lo son para lo que hizo temer el dramatismo de la corrida.

Cesterito y El Porte?o bregaron como pudieron, en desigual liza sus limitados conocimientos y los problemas que planteba la novillada. En ning¨²n momento cuajaron suertes exquisitas, pero tampoco se les hubiera podido exigir. Estuvieron valientes los dos y desarrollaron al m¨¢ximo la t¨¦cnica que poseen. Se trata de unos toreros a¨²n con poco oficio, para quienes la dureza de los muy serios novillos era excesiva, pero resolvieron la papeleta con dignidad.

El Porte?o banderille¨® a sus tres enemigos con m¨¢s denuedo que arte, y hasta les quebr¨® pares en los medios. Con la muleta, estuvo bullidor. Plante¨® las faenas en el centro del redondel y si bien no consegu¨ªa embarcar las fuertes embestidas, las aguantaba, y se "iba arriba", como los novillos se "iban arriba" tambi¨¦n. Cesterito no perdi¨® nunca la cara a sus toros, a los quedobl¨® con eficacia y obligaba cuanto pod¨ªa.

La novillada, por la calidad del ganado y por el pundonor de los toreros, fue muy interesante; mucho m¨¢s interesante que las corridas de la isidrada. Hab¨ªa toro en el ruedo, hab¨ªa emoci¨®n, hab¨ªa casta torera en los espadas y, para que no faltase de nada, hab¨ªa lluvia. Mediado el festejo la lluvia se hizo torrencial y el turismo escap¨® del tendido hacia las localidades cubiertas, con una velocidad y una agilidad asombrosas. Bajo los tejadillos pudimos presenciar la lidia, bien abrigados en lo enjuto, y las piernas de las turistas, que brincaban alocadamente la barandilla, para poner a cubierto sus tergales. Tarde argumentada, tarde amena, como bien se ve, que estamos deseando se repita. Para el jueves anuncian otra novillada; la l¨¢stima es que no viene de Portugal.