Intelectuales y la OTAN, la firma es el mensaje /1
Si el presidente del Gobierno espa?ol, Felipe Gonz¨¢lez, ley¨® EL PAIS del s¨¢bado 16 habr¨¢ recibido dos sorpresas de diferente signo. La agradable fue ver que Fernando Claud¨ªn y Ludolfo Paramio le ahorraban el trabajo de explicar por qu¨¦ Espa?a debe permanecer en la OTAN. La desagradable, enterarse de que en un estudio elaborado a instancias del Departamento de Defensa de EE UU se considera que Espa?a ser¨ªa un sitio adecuado para que las Fuerzas de Despliegue R¨¢pido -fuerza de elite aerotransportada creada para intervenir en zonas vitales para Washington- pudiesen repostar antes de llegar al norte de Africa, Am¨¦rica Latina o el golfo P¨¦rsico.Mientras Claud¨ªn y Paramio se esfuerzan por detallar las ventajas que tiene Espa?a permaneciendo alineada con EE UU y c¨®mo ese alineamiento puede favorecer la distensi¨®n y la unidad neutral europea, el se?or Caspar Weinberger est¨¢ planificando otras tareas para Espa?a, como, por ejemplo, servir de plataforma para intervenciones en el Tercer Mundo. Claud¨ªn y Paramio dicen que fuera de la OTAN Espa?a no ser¨¢ nada, "excepto una referencia cultural para los pa¨ªses latinoamericanos". Habr¨¢ que decir, tambi¨¦n, que dentro de la OTAN, o simplemente con las bases, puede llegar a ser un sitio desde el cual invadirlos.
Pero en el an¨¢lisis de Claud¨ªn y Paramio no entran estos trabajos sucios de la OTAN, sino que se explican las razones para permanecer en ella. Y la primera es el peligro sovi¨¦tico. Resulta curioso que estos dos intelectuales -Claud¨ªn, agudo cr¨ªtico e historiador del estalinismo; Paramio, siempre al d¨ªa en las ¨²ltimas corrientes del pensamiento pol¨ªtico- puedan repetir las consignas reaganianas sobre la amenaza sovi¨¦tica, dejando de lado la ampl¨ªsima bibliograf¨ªa escrita en Occidente, especialmente en EE UU, sobre sus partes de realidad y de ficci¨®n propagand¨ªstica para justificar el rearme del Oeste, cuando no la represi¨®n interior.
Dudas sobre la amenaza
En EE UU, el Reino Unido o la Rep¨²blica Federal de Alemania son muchos los intelectuales, investigadores y pol¨ªticos que denuncian la represi¨®n a las libertades en el Este, la militarizaci¨®n de sus sociedades o la adhesi¨®n de la URSS a la l¨®gica de la carrera de armamentos, pero no por eso creen que a Mosc¨² le interese, ni pueda llevar a cabo, un proceso expansionista y, menos a¨²n, a trav¨¦s de un ataque hacia el Oeste. Nombres como George Keenan, art¨ªfice de la guerra fr¨ªa; Edward Kennedy, y buena parte del partido socialdem¨®crata alem¨¢n est¨¢n lejanos de esta ret¨®rica de la guerra fr¨ªa. Dado que en dos p¨¢rrafos Claud¨ªn y Paramio establecen como ¨²nica verdad que la amenaza sovi¨¦tica existe, nos permitirnos ponerlo en duda y sugerir a los interesados recabar mayor informaci¨®n sobre el tema.
A Mosc¨² le interesa m¨¢s vender gas a Europa Occidental que invadirla para imponer un modelo que funciona bastante mal dentro de sus propias fronteras. Un estudio realizado por el Centro de Informaci¨®n para la Defensa de Washington, formado por ex oficiales de las fuerzas armadas norteamericanas y subvencionado por varias corporaciones privadas, llega a la conclusi¨®n de que "la URSS no tiene nada que ganar con un ataque militar sobre Europa Occidental. Ser¨ªa un acto suicida. Cualquier guerra en Europa escalar¨ªa inevitablemente en un conflicto mayor". Y a?ade: "Los sovi¨¦ticos tienen mucho m¨¢s para ganar impulsando las relaciones pol¨ªticas y econ¨®micas con sus pr¨®speros vecinos".
El Este desea ganar zonas de influencia econ¨®mica -por ejemplo, apoyando a la ¨²ltima dictadura argentina-, como cualquier otro pa¨ªs dentro de las despiadadas normas de la divisi¨®n internacional del trabajo. La URSS conserva su zona de seguridad para evitar intervenciones como las que Occidente lanz¨® varias veces en el curso de este siglo. Los pa¨ªses del Este y Afganist¨¢n son, por lo tanto, v¨ªctimas directas de Mosc¨² como indirectas de varios pa¨ªses del Oeste.
Reglas de los bloques- Nicaragua, por citar un paralelismo cercano, no tiene zona de seguridad y ?se abstiene por ello Estados Unidos de minar sus puertos o pagar mercenarios para que invadan por dos frentes? Son las reglas de la pol¨ªtica de bloques: Mosc¨² interviene en Budapest o Praga, y a Claud¨ªn y Paramio les parece un s¨ªmbolo del peligro sovi¨¦tico. Pero se olvidan del papel de EE UU en Vietnam, Chile, Santo Domingo, El Salvador, bombardeando Beirut, arrojando la bomba sobre Hiroshima o apoyando 40 a?os de franquismo.
No creemos que la URS S tenga posibilidades -por no hablar de voluntades, que en pol¨ªtica son siempre volubles, como bien saben Claud¨ªn y Paramio- de expandirse m¨¢s all¨¢ de su propia zona de seguridad, lo cual no nos alegra ni por los polacos ni por los afganos. Pero creemos, tambi¨¦n, que por otras v¨ªas, a veces m¨¢s sutiles (Espa?a) o m¨¢s brutales (Chile), EE UU transforma a buena parte del planeta en su zona de seguridad.
Claud¨ªn y Paramio temen a los SS-20 y los sovi¨¦ticos temen a todos los misiles norteamericanos que se instalaron en Europa Occidental desde los a?os cincuenta, a las fuerzas nucleares francesa y brit¨¢nica y los misiles de crucero y los Pershing-2, que pueden lanzar un primer golpe norteamericano desde Europa. Nosotros nos quejamos de la din¨¢mica de la pol¨ªtica de bloques y el armamentismo que favorece la instalaci¨®n de todo tipo de misiles. A ellos no les gusta la parte sovi¨¦tica del juego; a nosotros no nos gusta ninguna de las dos, ni el juego en su conjunto. Porque cuando se aceptan sus reglas todos nos convertimos en los 269 pasajeros del Jumbo surcoreano o en desaparecidos latinoamericanos o filipinos.
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