Las distintas tendencias de CC OO buscan el control del sindicato en el congreso confederal que comienza hoy
La pugna entre las distintas tendencias en el congreso que comienza hoy va a centrarse en el reparto de cargos en la nueva ejecutiva. Parece probable que la tendencia denominada gerardista -en una trasposici¨®n al sindicato de los adjetivos utilizados en el PCE- exija que F¨¦lix P¨¦rez, actual secretario de organizaci¨®n, abandone su puesto. Sin embargo, los carrillistas, encabezados por Juli¨¢n Ariza, no parecen dispuestos a perder una de las secretar¨ªas que, bien manejada, se convierte en un poderoso instrumento de control. Por lo que, previsiblemente, plantear¨¢n una dura batalla, en la que no desde?ar¨¢n ning¨²n elemento de presi¨®n. De hecho, la votaci¨®n del informe general ha sido retrasada hasta el tercer d¨ªa de congreso. Lo que puede interpretarse como un intento de forzar, a cambio de un voto favorable, la permanencia de F¨¦lix P¨¦rez.Las intensas negociaciones por una lista unitaria que recoja fielmente las distintas fuerzas del sindicato no han desembocado hasta ahora en acuerdo alguno y pueden acabar con la presentaci¨®n de listas paralelas. Tradicionalmente, en los congresos de CC OO se ha dado m¨¢s de una candidatura. Los sistemas electorales de este sindicato permiten ajustar los resultados a la situaci¨®n real. Si la negociaci¨®n en la comisi¨®n de candidaturas no diera resultado, la votaci¨®n de las listas alternativas dar¨ªa lugar a una ejecutiva que se diferenciar¨ªa muy poco de la que cada parte propone. No obstante, es muy posible que los del PCC, o prosovi¨¦ticos, terminen presentando su propia candidatura, tal como han hecho en otros congresos.
Ello se llevar¨ªa a cabo si no prosperara la posible alianza entre los prosovi¨¦ticos, encabezados por Alfredo Clemente, y los carrillistas, que han ofrecido a los primeros la secretar¨ªa de empleo, hoy en manos de la corriente socialista autogestionaria.
De no producirse esta uni¨®n, no s¨®lo podr¨ªa aparecer la lista alternativa prosovi¨¦tica, sino que podr¨ªa ocurrir que la tendencia de Juli¨¢n Ariza presente, en caso de no conseguir los puestos que estima necesarios, su propia alternativa, cosa que no se descarta en v¨ªsperas del congreso. Dentro de esta pol¨ªtica ele reforzar su presencia, tanto a nivel de ejecutiva como de secretariado, los carrillista han propuesto, adem¨¢s, la ampliaci¨®n del secretariado, y en una de las nuevas secretar¨ªas, la de relaciones institucionales, situar¨ªan a H¨¦ctor Maravall, hoy sin cargo relevante en el sindicato.
Posiciones no tan lejanas
Las dos grandes tendencias del sindicato, la denominada carrillista y la conocida como gerardista, mantienen posiciones que, si bien aparentemente guardan puntos de contacto, responden a concepciones muy distintas de la acci¨®n sindical. Hasta el momento, ambas posiciones han ido conviviendo entre tensiones a costa de la ambig¨¹edad en los mismos posicionamientos del sindicato.No son, sin embargo, las ¨²nicas tendencias de CC OO. Otro colectivo, a veces englobando a miembros de los dos ya rese?ados, es el formado por los que se agrupan en torno a Marcelino Camacho. Son los que en caso de duda siempre har¨¢n causa com¨²n con el secretario general y que pueden inclinarse hacia uno u otro lado de la balanza. A grandes rasgos, quedar¨ªan otros dos o tres grupos ideol¨®gicos, de car¨¢cter mucho m¨¢s minoritario: la corriente socialista autogestionaria, los conocidos como prosovi¨¦ticos y los trotskistas.
Los defensores de unas y otras tendencias tienen incluso dificultades para explicar en qu¨¦ consisten sus diferencias. Simplificando, las dos grandes opciones en pugna del sindicato marcan sus divergencias en la postura que la central adopte de cara al posible acuerdo social. Mientras los gerardistas -encabezados por Antonio Guti¨¦rrez y Agust¨ªn Moreno- son partidarios de acudir a la negociaci¨®n e intentar establecer acuerdos en puntos concretos, dado que los globales son imposibles con la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno, los carrillistas -Juli¨¢n Ariza, F¨¦lix P¨¦rez e Ignacio Mar¨ªn, entre otros- no aceptan la posibilidad de ning¨²n tipo de acuerdo. Y defienden, como estrategia sindical, la movilizaci¨®n de los trabajadores.
Para los segundos, las posturas que defienden los gerardistas se parecen demasiado a las que propugna UGT. No es raro, por tanto, que se oigan por los pasillos del sindicato alusiones a los "ugetistas" de CC OO, ni que unos y otros terminen acus¨¢ndose mutuamente de seguir las indicaciones impartidas desde las diferentes ramas del PCE.
Acuerdo imposible
A pesar de todo, las manifestaciones p¨²blicas de unas y otras tendencias son excesivamente coincidentes. Y a ese nivel parecer¨ªan fruto de la imaginaci¨®n las divergencias internas de CC OO. Todos aseguran que habr¨ªa que cambiar la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno para que el acuerdo fuera posible. En privado, se matizan las afirmaciones, y mientras unos hablan de "ir a acuerdos parciales, ya que uno global es imposible", los otros se reafirman en que "no hay posibilidad de concertar nada. El ¨²nico camino es la movilizaci¨®n, la presi¨®n para hacer que el Gobierno cambie radicalmente su pol¨ªtica".El propio Juli¨¢n Ariza se ha mostrado absolutamente rotundo en este aspecto. "En un pr¨®ximo acuerdo, lo ¨²nico que nos queda por negociar son los salarios a la baja. Es mejor no negociar nada. Hay otra opci¨®n", a?ade: "plantear lo que nosotros llamamos un acuerdo de progreso y negociar sobre esa base". Tal como lo plantea Juli¨¢n Ariza, ello requerir¨ªa cambiar leyes ya aprobadas, y que sobre la mesa de concertaci¨®n se pusieran nuevos elementos a discutir, como la Seguridad Social, por ejemplo.
Pero Ariza entiende que no hay voluntad del Gobierno para abordar una negociaci¨®n en estas condiciones. La reforma del Estatuto se ha llevado a cabo sin el consenso de CC OO; la modificaci¨®n de la ley b¨¢sica de Empleo, en cuanto a cobertura del paro, es insuficiente; la ley de Libertad Sindical se ha llevado al Parlamento con la opini¨®n contraria del sindicato, y lo ¨²nico que a¨²n no ha sido negociado, la Seguridad Social, est¨¢ siendo reformada con decretos que no han sido concertados.
En esas condiciones, la tendencia de Juli¨¢n Ariza mantiene que s¨®lo hay un camino: apostar por la movilizaci¨®n y no aceptar ni el pacto social ni siquiera un acuerdo salarial del tipo del AMI. La otra corriente, que comparte en parte estos an¨¢lisis, ve, por el contrario la posibilidad de los acuerdos parciales, siempre que no comprometan la actuaci¨®n del sindicato.
Esta diferencia es la que lleva a analizar de muy distinta forma la falta de acuerdo interconfederal en la negociaci¨®n colectiva. Para unos, los trabajadores han obtenido mejores condiciones sin un marco de referencia, y aportan como prueba que se han rebasado ampliamente los topes salariales impuestos por el Gobierno. Frente a este an¨¢lisis est¨¢ el de los que aseguran que la negociaci¨®n colectiva ha sido dispersa, se ha retrocedido en temas de empleo y ha faltado unidad de acci¨®n con la otra organizaci¨®n, UGT.
Las resoluciones que salgan del congreso -al igual que ocurre con el informe general- ser¨¢n lo suficientemente ambiguas o flexibles para que cada uno pueda interpretarlas a su conveniencia. El informe general que Marcelino Camacho, secretario general de CC OO, presentar¨¢ ante el III Congreso Confederal es, por un lado, un canto a la necesidad de acuerdos sociales, y por otro, una tesis sobre la imposibilidad de lograrlos. El texto, en su conjunto, aparentemente contradictorio en este punto, no hace m¨¢s que reflejar la situaci¨®n real de CC OO. El sindicato tiene a su favor el respeto con que se permiten las distintas tendencias y la libertad con que cada una de ellas puede defenderlas. Camacho lo resum¨ªa d¨ªas pasados en una frase, "la pluralidad es garant¨ªa de democracia".
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