El Mercado Com¨²n representa s¨®lo el 10% del mercado mundial de inform¨¢tica
El famoso Mercado Com¨²n no hace honor a su nombre. S¨ª la uni¨®n aduanera frente al exterior se logr¨® r¨¢pidamente, la creaci¨®n de un verdadero mercado interior en la CEE se ha empantanado. En sus nuevas propuestas para paliar esta situaci¨®n, la Comisi¨®n Europea reconoc¨ªa que el ¨ªmpetu integrador de los a?os sesenta hab¨ªa dado paso en los setenta a un frenazo de este proyecto, tanto en el campo fiscal como en el de los transportes o los movimientos de capitales.Las fronteras interiores de la CEE, con las largas filas de camiones atascados en ellas, siguen siendo la realidad cotidiana. La CEE no ha sabido sacar suficiente provecho de un mercado potencial con una poblaci¨®n superior en un 20% a la de Estados Unidos. Y sin embargo, no es el ingenio lo que falta. Philips, europea, inventa el disco compacto de lectura por l¨¢ser. Pero son los japoneses los que m¨¢s lo venden, fabricado por ellos. Y no hay que olvidar, por citar otro ejemplo, las famosas m¨¢quinas de afeitar Braun fabricadas en el Extremo Oriente.
Quiz¨¢ el hecho m¨¢s cargado de significaci¨®n econ¨®mica en los ¨²ltimos tiempos ha sido la decisi¨®n de las siete grandes multinacionales europeas de la electr¨®nica de construir ordenadores familiares con las mismas caracter¨ªsticas para que todos los diversos elementos fabricados por las distintas empresas europeas sean compatibles. ?sta es la Europa del futuro.
Romper las fronteras
Hay que poder utilizar las oportunidades que para Europa brinda su gran mercado y la posibilidad de una investigaci¨®n en conjunto a nivel aut¨¦nticamente europeo en vez de pa¨ªs por pa¨ªs, para que no se repita el caso de los microprocesadores. Pero para esta Europa futura se necesita romper las fronteras. Hay impedimentos objetivos, como las distintas normas para los productos. Y mucha gente apunta a lo que la CEE se ahorrar¨ªa si desapareciesen estas fronteras interiores. Pero el escollo fundamental es la diversidad de los impuestos indirectos. Con niveles distintos de tasaci¨®n, las fronteras seguir¨¢n existiendo. Y para igualar estos niveles se requiere primero unas pol¨ªticas econ¨®micas coordinadas, y segundo y principalmente, una autoridad pol¨ªtica en Europa. Lo que implica la democratizaci¨®n de la CEE. Pues la igualdad de los impuestos indirectos en toda la CEE equivaldr¨ªa a una cesi¨®n de los poderes de los distintos Parlamentos nacionales.
La CEE del Tratado de Roma se ha quedado corta para las necesidades actuales de la econom¨ªa europea. Indudablemente, aunque su declive es patente en Europa, no se pueden echar por la borda de un d¨ªa para otro, dado su coste social y econ¨®mico, la siderurgia, la industria naval o la agricultura. Ha habido, eso s¨ª, algunos progresos importantes, pero a¨²n muy modestos e insuficientes, en la CEE, como el lanzamiento del programa Esprit para la investigaci¨®n y desarrollo a nivel comunitario de tecnolog¨ªas de punta en la electr¨®nica, financiado a medias entre la CEE y las empresas privadas; o el Jet, sobre energ¨ªa de fusi¨®n nuclear, en el que no participan todos los diez; o el comienzo de la cotizaci¨®n de la Unidad de Cuenta Europea (ECU) en el mercado de cambios de Par¨ªs.
En cierto modo, la nueva Europa no ha esperado a que la CEE se pusiera en marcha de nuevo. Ah¨ª est¨¢ el avi¨®n Airb¨²s -en el que participa Espa?a-, el cohete Ariane, la uni¨®n econ¨®mica de B¨¦lgica, Holanda y Luxemburgo (Benelux), a la que pr¨®ximamente podr¨ªa sumarse la RFA. Si el Consejo Europeo de Jefes de Estado y de Gobierno de la CEE logra el pr¨®ximo 26 de junio limpiar las "escorias del pasado" de esta Comunidad, llegar¨¢ la oportunidad de poder dar un salto adelante. Si se sabe hacerlo, pues no hay duda de que, como indica Claude Julien en Le Monde Diplomatique, "aqu¨ª yace una Europa ca¨ªda en desuso".
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