Intelectuales y la OTAN, la firma es el mensaje /y 2
La segunda justificaci¨®n de Claud¨ªn y Paramio para la permanencia de Espa?a en la OTAN es que los intereses econ¨®micos de las dos Europas inducen a un entendimiento inevitable. Coincidimos en el diagn¨®stico, pero no en la soluci¨®n. Por una serie l¨®gica, dif¨ªcil de sostener en pie, vienen a decir que la pol¨ªtica de rearme de Reagan, unida a las presiones para que Europa occidental comparta el coste de la carrera de armamentos, las contradicciones de la OTAN y la CEE, la deuda externa del Este y las recetas de Henry Kissinger para calma a los aliados europeos d¨¢ndoles un poco m¨¢s de poder, dar¨¢n como resultado "una Europa econ¨®micamente integrada, con un armamento definitivamente defensivo y desnuclearizada", y una Espa?a sin bases norteamericanas. Si Claud¨ªn y Paramio tienen raz¨®n, entonces Ronald Reagan, Margaret Thatcher, Helmuth Kohl y Jaruzelski est¨¢n luchando por los mismos objetivos que Petra Kelly, Edward Thompson y los pacifistas de toda Europa.La falacia pueden construirla porque no tienen en cuenta la dependencia en compras de armas y tecnolog¨ªa que tiene Europa del Oeste con EE UU, o no saben que cuando EE UU presiona a Europa para que modernice su armamento convencional no es para que se independice, sino porque se est¨¢ cambiando la estrategia -de la defensa avanzada al golpe en profundidad (deep strike) en el Pacto de Varsovia- al incorporar nuevas tecnolog¨ªas emergentes (ET), y adoptar la doctrina Air Land Batde, que pone el ¨¦nfasis en la ofensiva por sorpresa. Esto ¨²ltimo tiene mucho que ver con la negativa norteamericana a firmar un acuerdo para no ser los primeros en utilizar armas nucleares.
Utilizando los mismos elementos se puede argumentar que Espa?a podr¨ªa establecer negociaciones bilaterales con los pa¨ªses del Este; que se una a pa¨ªses como Suiza, Austria, Yugoslavia o Suecia, que no est¨¢n integrados en alianzas militares, pero tampoco son simplemente una refererencia cultural para Am¨¦rica Latina; que el Plan de Defensa Nacional no se haga siguiendo las necesidades de la OTAN, sino elaborando una defensa no ofensiva seg¨²n han delineado te¨®ricos -que no son pacifistas- como Horst Afheldt, la Comisi¨®n de Defensa Alternativa brit¨¢nica, o el general alem¨¢n Jochen Laser.
Claud¨ªn y Paramio hablan de una Europa neutral: no es necesario ser un devoto de esa cultura progre que tanto desprecian para darse cuenta de que dentro de una al?anza militar que est¨¢ cambiando su estrategia desde la defensa a la ofensiva ser¨¢ dif¨ªcil de construirla. No son progres adem¨¢s los que se?alan y piden estos avances t¨¦cnico-b¨¦licos, sino los te¨®ricos de la OTAN. Es cuesti¨®n de recibir la OTAN Review y leerla.
Adem¨¢s de considerar que EE UU sea l¨ªder en la OTAN es un problema de mala swerte, lenguaje asombroso en Claud¨ªn y Paramio, ponemos en duda que Espa?a sea "una entre iguales" dentro de la OTAN y de la CEE. La crisis de la CEE, la integraci¨®n en etapas que parece imponerse y los costes en empleo que supondr¨¢ una pol¨ªtica de austeridad para adaptar el aparato productivo espa?o? a las pautas del Mercado Com¨²n nos permiten acentuar la duda sobre el futuro promisono que Claud¨ªn y Paramio esperan para sus hijos y los de los trabajadores de futuros Saguntos. Respecto de la OTAN: ?D¨®nde est¨¢n las contrapartidas de los F-18A? ?Qu¨¦ pas¨® con el Aviocar? ?Han crecido las exportaciones espa?olas a EE UU? El uno entre iguales recuerda a Orwell en Rebeli¨®n en la granja: aqu¨ª todos somos iguales, pero algunos son m¨¢s iguales que otros.
Los argumentos de Claud¨ªn y Param¨ªo no son convincentes, porque, por un lado, se basan en falacias o datos equivocados, y por otro, porque no dicen lo esencial: que si Espa?a no sale de la OTAN no ser¨¢ por temor a los posibles enemigos, sino por chantaje de los aliados. Es una cuesti¨®n de geograf¨ªa pol¨ªtica el dilucidar de qu¨¦ situaci¨®n se encuentra m¨¢s cerca Espa?a: ?de Chile bajo una dictadura a?ada de Washington o de Hungr¨ªa? ?De Argentina con el FMI presionando para que se salde la deuda o de los tanques en Praga? ?De una Turqu¨ªa dictatorial pero atlantista o de Afganist¨¢n? Quiz¨¢ se acab¨® la cultura progre que asocia la Coca-Cola con el genocidio, pero no la percepci¨®n so bre d¨®nde est¨¢ la amenaza.
Cierre de puertas
Con las razones de estos autores se cierran las puertas a la colaboraci¨®n para edificar un nuevo orden econ¨®mico internacional; a elaborar otro tipo de defensa no ofensiva, y a dar pasos para la creaci¨®n de una Europa desnucicarizada como los que proponen prosovi¨¦ticos de mala fe al estilo de Olof Palme. Aceptando la cuadratura del c¨ªrculo de la disuasi¨®n se puede creer, como hacen Claud¨ªn y Paramio, que se alcanzar¨¢ el desarme arm¨¢ndose m¨¢s, se disolver¨¢n los bloques militares fortaleci¨¦ndolos, se llevar¨¢ a Mosc¨² a Ginebra instalando m¨¢s misiles y se construir¨¢ una Europa neutral aline¨¢ndose y siguiendo los consejos del doctor Kissinger, famoso por su vocaci¨®n democr¨¢tica y pacifista.
Para terminar, dos consideraciones. Primero, Claud¨ªn y Paramio no a?aden nada nuevo a los m¨²ltiples argumentos que ya han dado los atlantistas convencidos -desde Guillermo, Kirkpatrick hasta Luis Solana- sobre las ventajas de la integraci¨®n, adem¨¢s de no mencionar la cuesti¨®n del refer¨¦ndum. Al pretender darnos una visi¨®n de izquierdas del alineamiento simplemente demuestran que su horizonte termina en la sombra de los tanques rusos cruzando los Pirineos y que, por tanto, no alcanzan a ver la especificidad que tiene la din¨¢mica de la carrera de armamentos; una especificidad que se resiste tanto al an¨¢lisis marxista ortodoxo como al conservador.
Los autores citados combinan los dos, y el resultado es pensar que la guerra nuclear es un tema comerciable (OTAN por CEE). Nos encontramos as¨ª ante una paradoja: no importa tanto lo que se dice, sino qui¨¦n lo dice; dos se?ores que saben que la gente cree que son de izquierdas. De ah¨ª el intento legitimador del art¨ªculo. La segunda: si tan claro tienen cuestiones como los SS-20 (que datan de los a?os setenta) o las ventajas de la integraci¨®n espa?ola en la OTAN (mayo de 1982), ?por qu¨¦ esperaron hasta ahora para decirlo?, ?lealtad a la l¨ªnea del partido, como en los viejos tiempos.?
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