La crisis de endeudamiento mundial y como tratarse el problema
La negativa de Argentina a negociar sobre la base de las propuestas del Fondo Monetario Internacional (FMI) y su insistencia en presentar su propio plan marcan el comienzo del fin de la manera en que se ha manejado durante los dos ¨²ltimos a?os la crisis de endeudamiento mundial. De una u otra forma, las democracias industriales tienen que hacer frente ahora a dos realidades distintas. Durante una d¨¦cada al menos no existe la m¨¢s m¨ªnima posibilidad de que se produzca ning¨²n reintegro de la deuda principal. Incluso el pago de los intereses llegar¨¢ a ser pol¨ªticamente insoportable a menos que sea tratado como un problema pol¨ªtico, y no como un problema de t¨¦cnica econ¨®mica.La persistente negativa a aceptar estos hechos provocar¨¢ una confrontaci¨®n pol¨ªtica entre Estados Unidos y los principales deudores latinoamericanos.
En combinaci¨®n con los conflictos centroamericanos, esto podr¨ªa absorber las energ¨ªas de Estados Unidos en el hemisferio occidental, deteriorando sus tradicionales v¨ªnculos con Europa y sus importantes relaciones con Asia. Y podr¨ªa socavar los nexos con Latinoam¨¦rica, que hist¨®ricamente han constituido el tema m¨¢s consistente de la pol¨ªtica exterior de Estados Unidos.
Unos cuantos datos ilustran la magnitud del problema. A finales de 1983, los principales deudores latinoamericanos -Brasil, M¨¦xico, Argentina, Venezuela, Chile, Per¨² y Colombia- deb¨ªan m¨¢s de 300.000 millones de d¨®lares. S¨®lo los pagos de los intereses consum¨ªan m¨¢s del 40% del total de sus ingresos procedentes de las exportaciones. El servicio total de la deuda, incluso en aquellos casos en los que el reintegro del capital fue considerablemente aplazado -o renegociado, en lenguaje t¨¦cnico-, se elevaba a cerca del 60% de los ingresos.
Estas cifras a¨²n empeorar¨¢n en los aflos venideros. Cada punto de aumento en el porcentaje del tipo de inter¨¦s estadounidense cuesta a los pa¨ªses latinoamericanos casi 3.000 millones de d¨®lares en el pago de intereses.
Los ingresos por exportaciones de los pa¨ªses deudores no crecer¨¢n en los pr¨®ximos a?os lo bastante aprisa como para aliviar de forma sustancial la carga de la deuda. Diversos estudios recientes han demostrado que las exportaciones latinoamericanas crecer¨¢n al menos un 10% durante los pr¨®ximos a?os. Suponiendo que estas previsiones extremadamente favorables se realicen, los pagos de los intereses sobrepasar¨¢n a¨²n en un tercio a los ingresos. Adem¨¢s, se supone que durante 1985-1987 se deber¨ªan reintegrar enormes cantidades del principal de la deuda -m¨¢s de 100.000 millones de d¨®lares.
Los deudores que exportan capital
Lo cierto es que no es posible pagar esas cantidades. Ninguno de los principales pa¨ªses deudores podr¨¢ simult¨¢neamente pagar su deuda, lograr un crecimiento econ¨®mico y mantener su equilibrio pol¨ªtico y social. Habi¨¦ndose llegado al punto en que los deudores tienen que pedir pr¨¦stamos para pagar incluso los intereses, se ha alcanzado la situaci¨®n, hist¨®ricamente sin precedentes y pol¨ªticamente insostenible, en la que los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo se ven convertidos en exportadores de capital. Este a?o, los pa¨ªses latinoamericanos pagar¨¢n en concepto de intereses 20.000 millones de d¨®lares m¨¢s de lo que reciben en pr¨¦stamos netos.
La crisis se hizo notar por primera vez en relaci¨®n con M¨¦xico, en 1982. Desde entonces ha sido objeto una serie casi infinita de negociaciones entre el Fondo Monetario Internacional y un consorcio de bancos, por una parte, y, por la otra, cualquier pa¨ªs deudor que se enfrentara a dificultades inmediatas. El FMI dictar¨ªa las condiciones para una buena administraci¨®n econ¨®mica. Los bancos, junto con el FMI, reunir¨ªan un paquete de ayuda financiera que en la pr¨¢ctica raramente exced¨ªa del importe de los intereses debidos o vencidos y no pagados. Cuando, inevitablemente, estos fondos se agotaban, se repet¨ªa el procedimiento de emergencia. Sin embargo, este sistema de poner remiendos, de caracter esencialmente t¨¦cnico, ha llegado al l¨ªmite de lo pol¨ªticamente soportable.
Dado que el Fondo Monetario Internacional se cre¨® para remediar los desequilibrios a corto plazo de pa¨ªses concretos, carece de los recursos financieros y pol¨ªticos necesarios para hacer frente a una crisis de todo el sistema financiero internacional. Su remedio, virtualmente un mandato de austeridad, funciona bien cuando se aplica sobre un solo pa¨ªs. Lo probable es que resulte pol¨ªticamente contraproducente cuando los pacientes son una veintena de pa¨ªses y la enfermedad dura casi toda una d¨¦cada.
Entre 1981 y 1983, Latinoam¨¦rica ha reducido sus importaciones -la mayor parte de ellas, procedente de Estados Unidos- en 33.200 millones de d¨®lares, lo que equivale a un 41%. Pero incluso aumentando las exportaciones, el producto de este aumento cubre escasamente el incremento de deuda producido por el extraordinario fen¨®meno de que los deudores piden prestado a los bancos para pagar intereses a esos mismos bancos.
Incluso el deudor m¨¢s pr¨®spero -M¨¦xico- prev¨¦ para 1986, el cuarto a?o de su pol¨ªtica de austeridad, una tasa de crecimiento de apenas un 4%. Dado que lafuerza laboral del pa¨ªs, en r¨¢pido aumento, crear¨¢ la necesidad de nuevos puestos de trabajo a un ritmo a¨²n m¨¢s r¨¢pido, una austeridad que ha producido ya m¨¢s de. un 30% de desempleados no puede intensificarse, pero tampoco se aliviar¨¢. En Brasil, donde una pr¨®xima elecci¨®n presidencial priva al Gobierno de parte de su autoridad, tres contendientes presidenciales han pedido que la cuesti¨®n de la deuda sea politizada. En Argentina, el nuevo Gobierno del presidente Ra¨²l Alfons¨ªn -el experimento democr¨¢tico m¨¢s esperanzador en toda una generaci¨®n-, atrapado como est¨¢ entre el recelo de los militares y la hostilidad de los sindicatos peronistas, equipara la intensificaci¨®n de la austeridad con el suicidio pol¨ªtico. Justa o injustamente, el desaf¨ªo al sistema actual de gesti¨®n de la deuda se ha convertido en la cuesti¨®n pol¨ªtica dominante en Latinoam¨¦rica. Como consecuencia de ello, la posici¨®n negociadora de los acreedores se ha erosionado gradualmente en los ¨²ltimos meses. Se est¨¢ haciendo cada vez m¨¢s evidente que los acreedores no quieren exponerse a suspensiones de pagos y que los bancos no est¨¢n en situaci¨®n de amedrentar a Gobiernos que luchan por su supervivencia pol¨ªtica.
Una operaci¨®n de 'salvamento cosm¨¦tico'
El paquete de ayuda concedido a Argentina en marzo no dej¨® ninguna nueva duda sobre este punto. Cuando este pa¨ªs amenaz¨® con negarse al pago de los intereses de sus deudas privadas -lo que supon¨ªa p¨¦rdidas dolorosas pero soPortables-, el Tesoro estadouni
dense se hizo el distra¨ªdo (neg¨¢ndose a tratar a fondo el asunto), y se las arregl¨® para que un grupo de deudores (M¨¦xico, Brasil, Colombia y Venezuela) respondiera de un pr¨¦stamo de emergencia a Argentina. Esta operaci¨®n de salvamento esencialmente cosm¨¦tica no pod¨ªa ocultar el hecho de que el elemento esencial de la misma era la impl¨ªcita garant¨ªa norteamericana. ?C¨®mo pod¨ªa ser de otra manera cuando del pr¨¦stamo respond¨ªan unos pa¨ªses incapaces de reintegrar su propia deuda internacional? En el curso de la misma, Estados Unidos mostr¨® sus inhibiciones a los deudores y dio su bendici¨®n, aunque fuera inintencionadamente, al principio de un c¨¢rtel de deudores.
El presente sistema de gesti¨®n de la deuda tampoco es beneficioso para el sistema econ¨®mico considerado como un todo. Si una veintena de pa¨ªses busca simult¨¢neamente reducir las importaciones y aumentar las exportaciones, el sistema internacional se hace peligrosamente mercantilista. El esfuerzo por salvar las econom¨ªas libres puede, ir¨®nicamente, tener como consecuencia un ataque al libre comercio.
Sistema financiero susceptible al p¨¢nico
La frecuencia de las negociaciones en virtud del sistema actual, la prolongada incertidumbre que ello ocasiona, y la amenaza de suspensiones de pagos que constituye la principal arma negociadora de los deudores, minan la confianza y hacen al sistema financiero altamente susceptible al p¨¢nico. Parece que es s¨®lo cuesti¨®n de tiempo que alg¨²n Gobierno importante o, con mayor probabilidad, un grupo de Gobiernos, traten de imponer sus condiciones a los acreedores -como ya lo han hecho Ecuador y Bolivia, y, lo que es m¨¢s importante, como est¨¢ haciendo Argentina en sus negociaciones con el Fondo Monetario Internacional
Los proponentes del procedimiento actual argumentan que constituye el ¨²nico mecanismo para forzar en los pa¨ªses deudores el ajuste econ¨®mico sin el cual su situaci¨®n es desesperada. Yo estoy de acuerdo con el diagn¨®stico de que hace falta una reforma econ¨®mica. Pero el remedio es a la vez paternalista y algo desesperanzador como consejo. Garantiza que cada crisis se ver¨¢ precipitada por el menos responsable o el m¨¢s fuertemente abrumado de los deudores, que se plantear¨¢ la posibilidad de la confrontaci¨®n y un asalto directo al sistema bancario internacional.
Los hombres de estado deben ser capaces de ir m¨¢s all¨¢ de la puta teor¨ªa. Ha llegado el momento de alinear los fines declarados del sistema financiero internacional con las realidades pol¨ªticas.
Las democracias industriales pueden tomar algunas medidas unilaterales para aliviar la crisis de endeudamiento. Deber¨ªan adoptar pol¨ªticas econ¨®micas que dieran alas a la expansi¨®n econ¨®mica, promoviendo as¨ª las exportaciones latinoamericanas. Pod¨ªan moderar el proteccionismo y sobre todo rebajar los tipos de inter¨¦s -esto ¨²ltimo, un problema en gran medida norteamericano- Pero el problema del endeudamiento no puede esperar hasta que el proceso pol¨ªtico de Estados Unidos permita un ataque estructural al d¨¦ficit presupuestario estadounidense. Los Gobiernos de las democracias industriales necesitan abandonar su actitud de no reconocimiento de responsabilidades en relaci¨®n con la crisis mundial de endeudamiento.
Esto exige un enfoque globalizador del problema. Los bancos no pueden continuar con la carga de negociar la reforma econ¨®mica sin convertirse ellos mismos en un tema de debate pol¨ªtico. Los Gobiernos deben intervenir a fin de crear las condiciones pol¨ªticas que permitir¨ªan a cada una de las partes hacer los sacrificios que en cualquier caso impondr¨¢ la realidad.
En una estructura de este tipo, los bancos tienen que ser estimulados para que desistan de la pretensi¨®n de que es posible el servicio completo de la deuda y dejen de hacer las contorsiones necesarias para mantener con vida este mito. Deben idearse nuevos mecanismos para hacer equiparable la carga de los intereses con la capacidad de pago y renegociar la devoluci¨®n de la deuda a lo largo de un per¨ªodo de tiempo realista. Los Gobiernos tendr¨¢n que establecer criterios para colocar los costes de dilatar el pago de la deuda entre aquellos que admiten riesgos imprudentes y el inter¨¦s p¨²blico por mantener un sistema bancario vital. Y sobre todo deben encontrar los medios de proporcionar nuevos recursos financieros a los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo, ya sea directamente o a trav¨¦s de instituciones financieras internacionales.
La obligaci¨®n de relanzar el crecimiento
Pero por mucha que sea la previsi¨®n de los Gobiernos y las democracias industriales y por muy responsables que sean los bancos, no existe la menor probabilidad de poner bajo control el problema del endeudamiento, a menos que los deudores latinoamericanos est¨¦n dispuestos a cumplir con su obligaci¨®n de relanzar el crecimiento mediante unos mayores esfuerzos en materia de reforma econ¨®mica -contener la inflaci¨®n, modificar las circunstancias desincentivadoras del ahorro y la inversi¨®n, crear sistemas tributarios equitativos cuyo cumplimiento sea exigible por la ley, eliminar las subvenciones a las industrias ineficientes, procurar una pol¨ªtica sensata de paridades monetarias. Los deudores deben abandonar la ilusi¨®n de que ciertas habilidades puramente pol¨ªticas pueden disculparles de la necesidad de llevar a cabo serios programas de ajuste, y aceptar el hecho de que la estimulaci¨®n de la inversi¨®n privada -tanto extranjera como interna- es la ¨²nica v¨ªa hacia un crecimiento sostenido.
Plazos realistas para pagar
Diversos latinoamericanos eminentes han propuesto que el problema del endeudamiento sea politizado. El t¨¦rmino carece de precisi¨®n, pero refleja una verdad importante. Los riesgos se han hecho demasiado grandes para dejarlos al albur de los remedios t¨¦cnicos de los expertos financieros. La politizaci¨®n no debe sign¨ªficar el alejamiento de los bancos de todo el proceso. Significa, por el contrario, la creaci¨®n de una estructura internacional que estudie cuidadosamente unos programas de plazos realistas para el pago de las deudas y, sobre todo, un compromiso rec¨ªproco para reanudar el crecimiento y el desarrollo.
?nicamente con tal enfoque podr¨¢n los pa¨ªses deudores pedir a sus pueblos los sacrificios que ahora resultan inaceptables al en tenderse como un recurso de los bancos para exigir los pagos de los intereses.
Lo que se juega con todo ello es nada menos que la naturaleza de la relaci¨®n entre pa¨ªses desarrolla dos y pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo, y, para los norteamericanos, la vitalidad de los v¨ªnculos de Estados Unidos en el hemisferio occidental en un momento en que Latinoam¨¦rica cuenta con la mejor y m¨¢s democr¨¢tica serie de Gobiernos de este siglo. En un mundo interdependiente, acreedores y deudores se arruinar¨¢n mutuamente si se entregan a pruebas de fuerza. En realidad, la ¨²nica cuesti¨®n realista es la de si nos adentramos juntos por las nuevas sendas. Porque si no trabajamos ahora unidos para evitar una cat¨¢strofe, nos veremos obligados a realizar posteriormente esfuerzos mucho mayores para sobreponernos a la misma.
M¨¢s informaci¨®n en la p¨¢gina 67
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