El accidente del F-16 no ha pasado de ser un susto en Ca?ada de Benatanduz
Excepto para el piloto -el teniente Scott Trapp, de la base de Torrej¨®n-, cuyo cuerpo qued¨® materialmente desintegrado, el accidente del F-16 que se estrell¨® el lunes en las proximidades del pueblecito llamado Ca?ada de Benatanduz, en la provincia de Teruel, no pas¨® del susto, pese al combustible t¨®xico que portaba. Fuerzas de la Guardia Civil vigilan el lugar del siniestro, donde 37 militares norte americanos hacen inventario de los fragmentos diseminados del aparato y se esfuerzan por investigar las causas del accidente.
ENVIADO ESPECIALMinutos antes del mediod¨ªa del lunes, dos personas observaban, desde distintos lugares, las evoluciones de dos cazas norteamericanos. Una era Concha Mill¨¢n, la propietaria de un bar en Pitarque, y el otro, Isidoro Molina, un agricultor que se dedicaba a las faenas habituales del campo. De pronto ocurri¨® la explosi¨®n y aparecieron el fuego y el humo en el monte.
Concha Mill¨¢n fue la primera en avisar. "Pues ser¨ªan las doce o muy poco antes cuando llam¨® al puesto", dice uno de los n¨²meros de la Guardia Civil que ahora vigilan el lugar del siniestro, donde 37 militares norteamericanos hacen inventario de los fragmentos diseminados del aparato y se esfuerzan por investigar las causas del accidente.
"La llamada de Isidoro Molina diciendo que hab¨ªa fuego", prosigue el guardia civil, "tard¨® algo m¨¢s, unos 10 ¨® 15 minutos, el tiempo que se emplea en llegar desde su casa hasta Ca?ada de Benatanduz".
Inmediatamente, unos 30 vecinos de los pueblos pr¨®ximos, de La Ca?ada en su mayor parte, se acercaron al lugar, y su llegada coincidi¨® con la de efectivos de la Guardia Civil. Recorrieron las proximidades de la zona de monte que se encontraba ardiendo, y una hora y pico despu¨¦s los guardias civiles les recomendaban alejarse porque, seg¨²n les dijeron, "hab¨ªa peligro".
Delf¨ªn Buj, un agricultor de 25 a?os, fue uno de los que primero acudieron al lugar del siniestro, y dice que lo que not¨® fue un picor muy grande en la nariz y la garganta. "Yo hab¨ªa estado otras veces en sitios donde hay fuego, pero no hab¨ªa tenido nunca esa sensaci¨®n".
Sin duda era debida a la hidracina, la sustancia que portaba el aparato como auxiliar para hacer funcionar los circuitos hidr¨¢ulicos en caso de emergencia. "Esta ma?ana localizamos el dep¨®sito de hidracina y vimos que estaba per forado, por lo que debi¨® volatilizarse inmediatamente. Ahora no hay ning¨²n peligro, y la prueba es que nosotros estamos trabajando con ropa completamente normal y sin ning¨²n tipo de protecci¨®n especial".
Quien as¨ª se expresaba el martes por la noche en el hotel de Cantavieja, un pueblo que dista unos 25 kil¨®metros del lugar del siniestro, era Arthur Louis Molina, enlace judicial y representante de las Fuerzas A¨¦reas estadounidenses en la base de Torrej¨®n. El capit¨¢n estadounidense Louis Figueroa, jefe de Prensa de la base de Torrej¨®n, de padres salvadore?os asent¨ªa.
A los vecinos de los pintorescos pueblos y valles de la zona, cuya paz ha sido turbada por tan inesperado suceso les alarm¨® el reconocimiento m¨¦dico que se practic¨® a las 30 personas que se acercaron al avi¨®n, y en un primer momento no las ten¨ªan todas consigo. "Pues si dicen que no hay peligro", co mentaba un grupo en el bar del teleclub de Ca?ada de Benatanduz, es que a lo mejor s¨ª lo hay". Sin embargo, la m¨¦dica de Pitarque, Gloria Ort¨ªn, que acudi¨® en los primeros momentos, asegura que el an¨¢lisis fue voluntario.
La autopista de los aviones
Varios aviones militares, no s¨®lo estadounidenses, sino tambi¨¦n espa?oles, se han estrellado en los ¨²ltimos tiempos en Arag¨®n. Para Arthur Louis Molina es algo relativamente normal, dentro de lo infrecuente de un siniestro. "?sta es una zona que suele sobrevolarse en los ejercicios t¨¢cticos que se realizan habitualmente, y por ello no es extra?o que los accidentes se produzcan por aqu¨ª. Es, como si dij¨¦ramos, la autopista de los aviones"."No sabemos cu¨¢les son las causas del accidente ni qu¨¦ tipo de aver¨ªa se pudo producir", se?ala el capit¨¢n Figueroa. "Lo que sabemos con seguridad es que el motor no sonaba de forma anormal antes de estrellarse, porque todas las personas a las que hemos preguntado nos han dicho que el ruido era normal, y lo creemos, por la costumbre que tienen de escucharlo".
A los propietarios del hotel de Cantavieja la investigaci¨®n les ha venido como anillo al dedo. Desde el martes, 32 militares norteamericanos -los otros cinco permanecen vigilando la emisora y el peque?o campamento instalado junto al lugar del accidente- ocupan la casi totalidad de las habitaciones.
Ayer, los estadounidenses, que visten de paisano ("llama menos la atenci¨®n", dice Arthur Louis Molina), recorrieron la zona y marcaron con cinta adhesiva fosforescente los fragmentos del aparato que fueron detectando. Est¨¢n bajo el mando del coronel Garza, y esperan que hoy llegue el coronel Mitchell, que est¨¢ encargado de conducir la investigaci¨®n y que es quien debe decidir si se recogen.
Por parte espa?ola se ha iniciado un expediente, cuyo instructor es el capit¨¢n Ismael Bevi¨¢, del Ala 11 de Manises (Valencia). El capit¨¢n espa?ol recorri¨® la zona el martes y regres¨¦ a Valencia. A partir de ese momento comenz¨® el trabajo de los norteamericanos.
En cuanto al cuerpo del del piloto, Molina apoyaba la u?a del dedo pulgar en la punta del ¨ªndice para dar una idea de la peque?ez de los restos.
El incendio provocado por el accidente fue de una cierta consideraci¨®n. Se puede observar una superficie de unos 300 metros de ancho y 75 de profundidad en la ladera del monte con s¨®lo cenizas y matorrales quemados.
Es ese el lugar por donde est¨¢n esparcidos la mayor parte de los trozos del aparato, si bien tambi¨¦n se encuentran fuera de la zona quemada.
El estado en que ha quedado el avi¨®n dificulta considerablemente la investigaci¨®n sobre las causas del accidente.
"Los aparatos F-16", dice el capit¨¢n Figueroa, "llevan una caja en la que quedan grabados los datos en el momento de cualquier accidente, pero no est¨¢ protegida especialmente como la caja negra de los aviones comerciales, y est¨¢ situada junto al asiento del piloto. Ser¨¢ dificil encontrarla, porque no hay ni asiento ni piloto".
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