Un paso hist¨®rico
ES PROBABLE que en el futuro la reuni¨®n de Fontainebleau de jefes de Estado y de Gobierno de los 10 pa¨ªses de la CEE ser¨¢ considerada como uno de los pasos decisivos en la edificaci¨®n de una Europa capaz de actuar como tal en los escenarios mundiales. Fundada en 1957 por el Tratado de Roma, en una etapa de auge econ¨®mico, la CEE ha tenido que hacer frente en los ¨²ltimos a?os no s¨®lo a la crisis econ¨®mica y a sus consecuencias, particularmente la existencia de millones de parados, sino a dos grandes desaf¨ªos hist¨®ricos: la necesidad de superar los marcos de los Estados nacionales para estar presente en la gigantesca transformaci¨®n engendrada por la nueva revoluci¨®n cient¨ªfico-t¨¦cnica y, a la vez, el desplazamiento tendencial del centro de la historia contempor¨¢nea hacia el Pac¨ªfico, y, por tanto, el peligro de que Europa entre en una fase de marginaci¨®n y decadencia. La CEE, nacida sobre todo para superar el secular antagonismo franco-alem¨¢n, alcanza ante esos nuevos desaf¨ªos una nueva raz¨®n de ser: ser marco y camino de una realidad que se est¨¢ configurando, de una Europa con capacidad de determinaciones supranacionales, susceptible de tener una existencia propia y de hacer frente, por tanto, con unos medios hoy dif¨ªciles de imaginar, a la amenaza de su declive.Es inevitable proyectar los problemas y dificultades concretas de la CEE sobre el fondo de la etapa hist¨®rica en la que nos encontramos. La realidad es que, en las reuniones de Atenas y Bruselas, los 10 jefes de Estado y de Gobierno hab¨ªan ofrecido el lamentable espect¨¢culo de su incapacidad para resolver el problema de la contribuci¨®n brit¨¢nica y, por tanto, el problema presupuestario de la CEE en s¨ª. Ello creaba un bloqueo total. Sin recursos, el ingreso de Espa?a y Portugal no era posible. La adecuaci¨®n de la CEE a las nuevas necesidades surgidas del desarrollo contempor¨¢neo se convert¨ªa en discurso vac¨ªo, ideol¨®gico, que no pod¨ªa encubrir la evidente impotencia pol¨ªtica. En ese orden, no cabe duda de que, la visi¨®n del presidente Mitterrand ante los problemas de fondo y de perspectiva ha desempe?ado un papel esencial; por eso, siempre se ha negado a considerar el problema de la contribuci¨®n brit¨¢nica separado de las exigencias de una construcci¨®n europea a largo plazo. Ello le llev¨® a adelantar la posibilidad de un avance de Europa aceptando en ¨¦l diversas velocidades, lo que pod¨ªa implicar una amenaza -m¨¢s t¨¢ctica que sustancial- de cierta marginaci¨®n del Reino Unido. Hoy, a la luz de los acuerdos logrados en Fontainebleau, Mitterrand puede presentar un balance netamente positivo de los seis meses de presidencia francesa; ¨¦sta ha logrado sacar a la CEE del atolladero en el que estaba metida desde hace bastante tiempo y ha desatrancado las puertas del futuro, aunque es probable que este gran ¨¦xito de Mitterrand, en un plano europeo, no sea suficiente, ni mucho menos, para modificar la tendencia actual en Francia a un fuerte crecimiento de la derecha.
Entre las diversas decisiones adoptadas en Fontainebleau cabe distinguir las que permiten salir de la crisis y las que preparan un nuevo progreso de la CEE para colocarla a la altura de los problemas actuales. Entre las primeras est¨¢ la soluci¨®n del embrollado problema de la contribuci¨®n brit¨¢nica, que ha sido dificil¨ªsimo lograrla, si bien, al final, la primera ministra brit¨¢nica, Thatcher, ha hecho ciertas concesiones despu¨¦s de estar sometida durante meses a fuertes presiones. Y est¨¢ la decisi¨®n de elevar los recursos del presupuesto de la CEE. Era la puerta para todo lo dem¨¢s, porque sin recursos no puede haber Comunidad.
Un punto clave de la reuni¨®n de Fontainebleau ha sido le decisi¨®n definitiva sobre la fecha, 1 de enero de 1986, del ingreso de Espa?a y Portugal. Aunque este punto no figura en el comunicado, el presidente Mitterrand lo ha hecho p¨²blico solemnemente. Los espa?oles saludamos naturalmente esta decisi¨®n, sobre la que el inminente viaje a Madrid de Mitterrand permitir¨¢ conocer sin duda precisiones complementarias. A la vez, la CEE ser¨¢ menos coja, m¨¢s europea, cuando tenga en su seno a Espa?a y Portugal. Pero a¨²n van a ser necesarios meses de, una negociaci¨®n muy dura sobre temas concretos, como la pesca, el vino y otros, en los que no caben f¨®rmulas vagas: se trata de que Espa?a garantice intereses esenciales. La fecha fijada para concluir la negociaci¨®n es sin duda importante; pero lo que de verdad cuenta son las condiciones del ingreso, m¨¢s que la fecha.
De cara al futuro, la reuni¨®n de Fontainebleau ha creado dos comisiones especialmente para estudiar diversas cuestiones. El Parlamento de Estrasburgo ha aprobado -un proyecto de nuevo tratado de Uni¨®n Europea que tiende a modificar el funcionamiento excesivamente burocr¨¢tico de la CEE, darle m¨¢s contenido pol¨ªtico, crear sobre todo zonas de supranacionalidad para superar, en determinaciones importantes, los marcos de los Estados nacionales. Una de las comisiones creadas en Fontainebleau estudiar¨¢ la forma de poner en marcha estas concepciones. Los obst¨¢culos son considerables, pero no cabe duda de que es la v¨ªa del futuro. La otra comisi¨®n deber¨¢ preparar medidas para acercar la realidad europea a la vida diaria de los ciudadanos, abordando proyectos como la homogeneizaci¨®n de diplomas, proyectos cient¨ªficos, red de televisi¨®n, estaci¨®n espacial, supresi¨®n de tr¨¢mites en las fronteras, creaci¨®n de un pasaporte europeo, de un himno, de una bandera. Confiar excesivamente en los s¨ªmbolos puede ser enga?oso; tienen una eficacia limitada si no responden a la realidad. Pero cuando Europa de verdad empiece a dejar de tener fronteras, algo nuevo estar¨¢ naciendo.
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