OTAN: la salvaci¨®n del alma y la l¨®gica / 1
El autor de este trabajo, que contesta a los dos recientes art¨ªculos de Fernando Claud¨ªn y Ludolfo Paramio sobre la permanencia de Espa?a en la OTAN, considera que es un error el concepto de equilibrio militar basado en la superioridad, que en su opini¨®n desarrolla la pol¨ªtica norteamericana. Su conclusi¨®n es que las dos grandes potencias resultan al final igualmente peligrosas para la paz en el mundo.
Fernando Claud¨ªn y Ludolfo Paramio terminan su esfuerzo por completar el 0,5% de espa?oles que cada mes han de convertirse al amor de la OTAN (EL PAIS, 16 y 18 de junio) declarando, con el latino, que diciendo lo que dicen han salvado su alma. Si es as¨ª, hay que temer que la salvaci¨®n del alma est¨¦ re?ida con la l¨®gica, pues lo que Claud¨ªn y Paramio llaman "razonar" o "argumentar" no se parece demasiado a lo que solemos llamar as¨ª. En la segunda parte de su art¨ªculo, cuando el lector cree llegado el momento de que los autores le expongan sus argumentos en favor de las desnudas afirmaciones de la primera parte, se encuentra con la declaraci¨®n de que ya han intentado razonarlas anteriormente. Y, as¨ª, todo se queda en aseveraciones a palo seco, y en su mayor parte conjeturales e improbables, que no se argumentan nunca.Las doctrinas militares
Pero si lo que m¨¢s salta a la vista en el art¨ªculo es su falta de l¨®gica, eso no se debe al contraste con una buena informaci¨®n de hecho. La cojera de ¨¦sta es sobre todo evidente en la unilateralidad con que los autores describen la amenaza sovi¨¦tica sin mencionar ninguno de los hechos que documentan la peligrosidad del bloque occidental para la humanidad. La unilateralidad llega alguna vez a la falsedad redonda, como cuando Claud¨ªn y Paramio afirman que las ¨²nicas intervenciones militares ocurridas en Europa despu¨¦s de la segunda guerra mundial son las perpetradas por la URSS, silenciando la intervenci¨®n occidental en la guerra civil griega (aparte de que no se ve por qu¨¦ habr¨ªa que considerar menos peligrosas, incluso para los europeos, las intervenciones de otro tipo y en otras ¨¢reas, como las rusas en Asia o las norteamericanas en Am¨¦rica Central y Am¨¦rica del Sur).
Lo m¨¢s notable de lo mucho que ocultan Claud¨ªn y Paramio a prop¨®sito de este asunto de la peligrosidad de las superpotencias es la diferencia entre las respectivas doctrinas militares expl¨ªcitas. Vergonzantemente admiten que "el belicoso actor establecido en la Casa Blanca no ofrece la misma imagen que el vacilante campesino que ahora parece dirigir la URS S. Pero el punto no es saber si Chernenko es persona pac¨ªfica o no, ojal¨¢ que s¨ª". Desde luego que no es ¨¦se el punto, ni tampoco lo es la personalidad de Reagan, sino el hecho de que, mientras la doctrina militar y pol¨ªtica de Mosc¨² -acaso por la inferioridad econ¨®mica y tecnol¨®gica que, contribuye a - determinarla- afirma la coexistencia pac¨ªfica y la paridad militar, y cuenta en su instrumental ret¨®rico con el compromiso de no realizar ning¨²n ataque nuclear antes que el adversario, la doctrina norteamericana, persistente desde los a?os 150 -y patr¨®n de la de la OTAN, que se ha negado a seguir a la URSS en la declaraci¨®n de renuncia al primer golpe-, aspira a mantener la inicial superioridad nuclear de EE UU desde los d¨ªas de Hiroshima y Nagasaki. Paul Warnke, el que fue negociador estadounidense en las conversaciones Salt II, observa que "ning¨²n dirigente militar en su sano juicio (estar¨ªa) dispuesto a cambiar las fuerzas de combate norteamericanas por las sovi¨¦ticas", lo que le mueve a rechazar el descontento de la Administraci¨®n norteamericana por "el actual equilibrio nuclear estrat¨¦gico, en el cual no ser¨ªamos lo suficientemente superiores".
En efecto: la peligrosa doctrina militar que busca la superioridad y no el equilibrio, doctrina que lleva a la irrefrenabilidad de la carrera de armamentos, se ha exacerbado bajo la Administraci¨®n Reagan, cuyos miembros no dudan en formularla crudamente. Colin Gray, por ejemplo,-asesor del Departamento de Estado y de las comisiones de desarme. norteamericanas, escrib¨ªa en Foreign Policy en el verano de 1980: "S¨®lo hay seguridad cuando se es algo superior. ( ... ) Occidente debe encontrar caminos que le permitan utilizar armas at¨®micas como medio de presi¨®n, reduciendo a la vez a un m¨ªnimo la potencial y paralizante autodisuasi¨®n". El art¨ªculo, buena prueba de la hipocres¨ªa con que se sostiene la tesis de la disuasi¨®n rec¨ªproca, se titula significativamente "Victory is possible".
M¨¢s concluyente todav¨ªa es la Fiscal year 1984-1988 Defense guidance, redactada bajo la responsabilidad del secretario de Defensa norteamericano Weinberger, el hombre al que la conservadora Universidad de M¨²nich neg¨® el grado de doctor, considerando irrecibible, por deficiencia cient¨ªfica, su tesis sobre pol¨ªtica' internacional. El New York Times del 31 de mayo de 1982 y el Los Angeles Times del 15 de septiembre del mismo a?o publicaron extractos que les hab¨ªan Regado de esa Gu¨ªa. Seg¨²n ellos, EE UU "tiene que poseer la capacidad y ponerse en situaci¨®n de obligar a la URSS a concluir lo antes posible las hostilidades en condiciones favorables para EE UU". Weinberger no desminti¨® esas informaciones, sino que se limit¨® a declarar que ¨¦sa debe ser la aspiraci¨®n normal de todo ministro de Defensa. Por ¨²ltimo -para terminar con nuestro modesto, reducido intento de rectificar el estrabismo de Claud¨ªn y Paramio-, el 16 de enero de 1983 United Press International, que hab¨ªa conseguido el texto completo de la Gu¨ªa, comunicaba amplios trozos de ella; el siguiente puede servir de muestra: "No hay ninguna posibilidad de arreglo ni de coexistencia pac¨ªfica con la Uni¨®n Sovi¨¦tica". Nada parecido se puede poner en boca del m¨¢s rudo mariscal del Este.
De todos modos, eso no nos parece muy importante; lo sensato es pensar que, llegados adonde hemos llegado, las dos superpotencias son igualmente peligrosas para todos, por lo que Claud¨ªn y Paramio llaman "la autonom¨ªa de los intereses militares", aunque ellos, con su l¨®gica tuerta, la ven s¨®lo en la URSS, ocultando que fue EE UU la primera sociedad en que se percibi¨® el fen¨®meno, expresado en la c¨¦lebre y meritoria declaraci¨®n final del presidente Eisenhower acerca del "complejo militar-industrialUn vistazo a la cronolog¨ªa de la introducci¨®n de armas nuevas -que Claud¨ªn y P¨¢ramio parecen ignorar- les bastar¨ªa para comprobar que en esa peligrosa din¨¢mica han ido casi siempre por delante EE UU, entre otras cosas por su superioridad tecnol¨®gica. Pero para nuestros autores, mientras que en la URSS hay que temer "la autonom¨ªa de los intereses militares", en EE UU el rearme tiene sus l¨ªmites en una situaci¨®n de crisis". Aqu¨ª la bizquera partidista se nutre tambi¨¦n de ignorancia de hechos; nada permite garantizar que una guerra no puede estallar antes de que se alcance ese l¨ªmite, y, por otra parte, el menor coste de la coheter¨ªa de contrafuerza -los cohetes de alcance intermedio, como los SS-20 y sucesores, los Pershing 2 y los de crucero- respecto de los proyectiles bal¨ªsticos intercontinentales contribuye considerablemente a alejar aquellos l¨ªmites econ¨®micos, ya de por s¨ª remotos, como lo sugiere la correosa vitalidad de ese proyecto monstruo en futuras muertes y presentes d¨®lares que es el MX norteamericano.
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