Con ellos, lleg¨® la salsa
Naci¨® en el Caribe y se ha puesto de moda en el mundo desde que la exporta Nueva York
Comenzaron en Gij¨®n el 30 de junio y este mismo domingo acaban la gira en Burgos y Alcal¨¢ de Henares. Entretanto, la salsa ha recorrido Barcelona, Sevilla, Salamanca, Tenerife, Valencia, Zaragoza y Segovia, llenando de ritmo auditorios bien dispares y demostrando que es, a estas alturas, un g¨¦nero musical aceptado mundialmente, tan rico y variado que dif¨ªcilmente resiste visiones.Antes de que la salsa fuera bautizada as¨ª ya exist¨ªan los ritmos latinos. Ten¨ªa su origen primero en Cuba, en el son y el danz¨®n, la rumba, el bolero, la guaracha y el guaguanc¨®, y se ramificaba en formas musicales nacidas en otros pa¨ªses centroamericanos: el merengue, la cumbia o la bomba, dando origen a ritmos de nuevo cu?o, desde el mambo al chachach¨¢. Sus instrumentos b¨¢sicos eran los timbales, las tumbadoras, los bongos, el guiro, las maracas o las claves. Ritmos e instrumentos que tocaban figuras ya m¨ªticas, como Antonio Arca?o y sus Maravillas, la Orquesta Arag¨®n, la Sonora Matancera -con Celia Cruz-, Miguel Matamoros con su tr¨ªo y la Orquesta de Enrique Jorrin, entre muchos otros.
Pero la fiebre latina comenz¨® a extenderse por el mundo desde ?merica del Norte. Los primeros percusionistas cubanos se intalaron en el jazz a trav¨¦s del be-bob. As¨ª ocurri¨® con Chano Pozo, que toc¨® con Dizzy Gillespie cuando el gran jazzmen americano se interes¨® por los sonidos latinos, o Machito, el as de la rumba, que muri¨® el a?o pasado despu¨¦s de haber organizado las m¨¢s importantes orquestas de jazz-latino, el t¨¦rmino que invent¨® Mario Bauz¨¢, director musical del grupo Afrocuban, en los a?os cincuenta. Y estaban tambi¨¦n Tito Puente, Benny Mor¨¦, Mongo Santamar¨ªa, P¨¦rez Prado, Curret Alonso y Tito Rodr¨ªguez.
Eran los tiempos en que Hollywood se interesaba por abrir mercados y llenaba sus pel¨ªculas de hispanos de guardarrop¨ªa. Las orquestas latinas amenizaban bailes, fiestas y saraos, y de cuando en cuando se reun¨ªan en el m¨ªtico Paladium, la sala de baile de la calle 53 de Nueva York.
La salsa naci¨® en Nueva York
Pero aquello todav¨ªa no era salsa. La salsa es un invento t¨ªpicamente neoyorkino, fruto de la influencia de todos esos m¨²sicos anteriores, de la existencia de una juventud de origen latino nacida, o residente en Nueva York, en barr¨ªos marginales de los que la salsa es la mejor expresi¨®n, y de dos hechos aparentemente contradictorios: el exilio producido por la revoluci¨®n cubana y la toma de conciencia de las minor¨ªas raciales norteamericanas.De Cuba lleg¨® Celia Cruz, que ya hab¨ªa sido famosa en su pa¨ªs como cantante de la Sonora Matancera, y se integr¨® en la m¨²sica latina neoyorkina como la reina que era. En Nueva York surg¨ªan nuevos instrumentistas y cantantes que ya no pod¨ªan pasar por alto un ritmo de la ciudad que se un¨ªa al heredado de sus antepasados.
Comenzaron a tocar en el Cheetah, un local de la calle 52 que habr¨ªa de significar lo que el Palladium para la generaci¨®n anterior. En 1964, Johnny Pacheco, un flautista de origen dominicano, y Jerry Masucci, un joven empresario, fundaron el sello Fania, que aportaba a los viejos sellos latinos, como Alegr¨ªa o Tico, un sentido m¨¢s moderno de la m¨²sica caribefia. Se conservaron ritmos, a los que se introdujeron variaciones sensibles; se mantuvieron instrumentos, aunque se a?adieran otros nuevos; se recuperaron m¨²sicos y cantantes de la generaci¨®n anterior, pero se incorporaron otros recientes: el jovenc¨ªsimo Willie Colon, que si como trombonista no es una maravilla, ha logrado, en cambio, convertirse en el m¨¢s arriesgado arreglista, director y productor de la salsa; los hermanos Palmieri, Eddy y Charlie, pianistas y arreglistas abiertos a menudo hacia el jazz; Papo Luca, tambi¨¦n pianista; Ray Barreto, un percusionista fundamental; Larry Harlow, director de la orquesta que lleva su nombre y protagonista de dos discos indispensables, Abran paso y Tributo a Arsenio Rodr¨ªguez. Y, sobre todo, surgieron cantantes, algunos veteranos, la mayor¨ªa nuevos, que pusieron su voz a la salsa para contar historias de la calle, cotidianas o irritadas, que eran el espejo de la vida de los barrios: Cheo Feliciano, Adalberto de Santiago, Andy Mont¨¢?ez, los dos Ismaeles -Miranda y Ribera-, Justo Betancourt, H¨¦ctor Lavoe o Rub¨¦n Blades.
La explosi¨®n comenz¨® el 21 de agosto de 1971, en la segunda reuni¨®n de la Fania All Stars, de la que salieron cuatro discos y la pel¨ªcula Nuestra cosa latina, que populariz¨® el g¨¦nero, y se estabiliz¨® definitivamente dos a?os despu¨¦s en otro concierto hist¨®rico, el que ofrecieron las mismas estrellas de la Fania en el Yankee Stadium. Nac¨ªa la nueva salsa.
La salsa toma conciencia
Curiosamente, si la revoluci¨®n cubana motiv¨® el exilio de algunos valiosos m¨²sicos que posibilitaron el comienzo del invento, fue tambien la influencia de la revoluci¨®n la que llev¨® con el tiempo a muchos compositores y m¨²sicos de salsa a tomar conciencia de que no pod¨ªan hacer un producto exclusivamente bailable y escapista, sino que era necesario componer canciones que hablaran de lo que pasaba en las calles desde una perspectiva cr¨ªtica.Rub¨¦n Blades hab¨ªa llegado de Panam¨¢ con su licenciatura de abogado debajo del brazo. Pete Conde Rodr¨ªguez grab¨® con ¨¦l un disco que pas¨® inadvertido, hasta el punto de tener que dedicarse Rub¨¦n a trabajar como oficinista en las oficinas de la Fania, pero que llevaba una canci¨®n, Juan Gonz¨¢lez, que ten¨ªa una clara intencionalidad pol¨ªtica. A pesar de ello, sigui¨® componiendo canciones de espl¨¦ndidos textos que a algunos les parec¨ªan excesivamente largos y literarios, pero que habr¨ªan de revolucionar el g¨¦nero. Se los interpretaron otros cantantes, como Ricardo Ray o Ismael Miranda, hasta que comienza a colaborar como cantante con Ray Barrero en 1975 y Willie Colon se encarga de producirle sus primeros discos en solitario. Las canciones de Rub¨¦n Blades han transformado la salsa: Pablo Pueblo, Pedro Navaja, Pl¨¢stico o La maleta eran ya la nueva realidad salsera.
[DD] variantes
Al mismo tiempo que Rub¨¦n Blades, un puertorrique?o, Frank Ferrer, part¨ªa del folklore y la protesta para llegar a la salsa mezclando ambos conceptos en un disco ejemplar: Yerbabuena. Y H¨¦ctor Lavoe realiz¨® su ¨¢lbum Comedia, y siguieron Azuquita y Marvin Santiago, y la salsa se hizo adulta.Toda esta historia la hemos escuchado estos d¨ªas en Espa?a desde el principio al fin. Pero aqu¨ª a¨²n se nos han quedado en el tintero las variantes que se hacen en Colombia, con artistas como Fruko y los Tesos; Venezuela, de donde es ?scar de Le¨®n, bajista, cantante y m¨²sico original, y, sobre todo, la salsa que se hace en la actualidad en Cuba, tan distinta a la neoyorkina, pero que ha terminado por integrarse en el mismo tronco. De all¨ª son algunas de las orquestas m¨¢s renovadoras, como la Van-Van o los Papines, m¨²sicos que han fundido la salsa y el jazz con maestr¨ªa, como Emiliano Salvador, y cantautores que han a?adido recientemente toques salseros a sus composiciones, empezando por los m¨¢s grandes, como Silvio Rodr¨ªguez y Pablo Milan¨¦s.
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