Accidentes end¨¦micos
EL ACCIDENTE de circulaci¨®n ocurrido anteayer en Cabez¨®n de Pisuerga, donde colisionaron espectacularmente un autob¨²s de transporte y un cami¨®n con remolque, ha arrojado el triste saldo de 10 muertos y m¨¢s de 30 heridos. Las v¨ªctimas de esta nueva tragedia se a?aden al doloroso y gratuito suma y sigue que el deficiente trazado de buena parte de nuestras carreteras, la mala se?alizaci¨®n de algunos tramos de la red vial, la insuficiente vigilancia administrativa sobre los transportes colectivos, la irresponsabilidad o la fatiga de los conductores y la obsolescencia de nuestro parque de camiones y autobuses hace no s¨®lo posible sino tambi¨¦n probable.Adem¨¢s de esta tragedia, los t¨¦rminos municipales de Billares de la Reina, Loja, Navacerrada y Monreal de Ariza han sido escenarios recientes de otros cuatro accidentes de carretera, que han producido -por exceso de velocidad, adelantan¨²entos indebidos o faflos en los frenos de autobuses o carniones- 26 muertes. Si el c¨¢lculo de los accidentes de veh¨ªculos pesados (dejando a un lado a los autom¨®viles de turismo) toma como marco de referencia el ¨²ltimo a?o, la espeluznante cifra totaliza m¨¢s de 70 muertos y de 330 heridos. Las apelaciones al destino o las menciones al c¨¢lculo de probabilidades no sirven para devolver la vida a los fallecidos ni justifican la resignaci¨®n ante esa cosecha de desgracia y de dolor. Casi todo el mundo -fuera, naturalmente, del ministerio de Transportes y Comunicaciones- es consciente de que el tributo que rinden nuestras carreteras y nuestros servicios p¨²blicos de transporte a la muerte podr¨ªa aminorarse considerablemente si la Admnistraci¨®n adoptase las medidas adecuadas.
A la hora de mencionar las causas mediatas de ese sostenido balance de accidentes de carretera parece obligado recapitular un conjunto de factores bien conocidos. Los programas de modernizaci¨®n de firmes y de ampliaci¨®n de autopistas y autov¨ªas han sufrido desde hace a?os un brusco par¨®n. Las carreteras de mayor circulaci¨®n se hallan sobresaturadas y no siempre disponen de los sistemas de se?alizaci¨®n (prohiciones, advertencias y l¨ªneas claras y visibles) adecuados. Una de las consecuencias de que la codicia de los empresarios y la negligencia de las autoridades pernutan el incumplimiento de las normas sobre cargas m¨¢ximas de los camiones es que la infiraestuctura viaria pague un alto precio en forma de baches y malformaci¨®n de firmes. Aunque las dimensiones y la orografia de Espa?a har¨ªa econ¨®micamente id¨®neo el ferrocarril para los largos transportes, la incompetencia rutinaria de la Renfe ha desviado artificialmente hacia las carreteras buena parte del tr¨¢fico.
Sin duda, si Espa?a dispusiese, de la noche a la ma?ana, de una floreciente red de carretaras, autov¨ªas y autopistas, los problemas quedar¨ªan aliviados. Cabe temer, sin embargo, que la probabilidad de accidentes seguir¨ªa siendo superior a la razonablemente previsible si no se adoptasen otras medidas. Los conductores de cami¨®n pasan al volante mayor n¨²mero de horas que las autorizadas en otras naciones europeas, a la vez que las paradas para el descanso y el relevo de conductores son obligaciones que apenas se respetan. Mientras que la Europa desarrollada no ha debilitado la disciplina en la carretera, pese a la influencia que la crisis y la competencia ejercen sobre el tr¨¢fico de mercanc¨ªas, la lucha para conseguir cargas de transporte en nuestro pa¨ªs se refleja en un descenso de los precios, que repercute necesariamente en un mayor n¨²mero de horas al volante de los conductores y en suicidas y asesinas carreras contra el reloj, con merma de la seguridad del tr¨¢fico. En Espa?a, por lo dem¨¢s, el notable envejecimiento del parque de autobuses y camiones incrementa notablemente los riesgos de accidente. La instalaci¨®n de los tac¨®grafos cubre todav¨ªa una parte demasiado reducida de ese parque, mientras que la eficacia del carn¨¦ de ruta sigue siendo altamente dudosa. El cuerpo de inspectores del Ministerio de Transportes sigue sin estar a la altura de sus graves responsabilidades a la hora de realizar la revisi¨®n de los veh¨ªculos y de retirar el permiso a los que no cumplan los requisitos exigidos.
Dado que el ¨²nico programa del Ministerio de Transportes y Comunicaciones en materia de seguridad parece ser el prop¨®sito de implorar -por lo dem¨¢s, con escasa suerte- a la fortuna, se dir¨ªa que ha llegado el momento de que el Congreso o el Senado, o ambas C¨¢maras conjuntamente, decidan la formaci¨®n de una de esas "comisiones de investigaci¨®n sobre cualquier asunto p¨²blico" que prev¨¦ el art¨ªculo 76 de la Constituci¨®n.
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