Un azote de accidentes de autob¨²s

De forma inusitada, los ¨²ltimos d¨ªas han transcurrido con un tr¨¢gico balance de muertes cobradas en sucesivos accidentes de autocar. Ante ayer, el pen¨²ltimo, y ayer, el ¨²ltimo de una lista que quisi¨¦ramos todos ver cerrada de inmediato. Sin embargo, esta s¨²bita sucesi¨®n de percances no parece que vaya a detenerse por la simple expresi¨®n de una voluntad generalizada, sino que m¨¢s bien acabar¨¢ o se reducir¨¢ al m¨ªnimo, en cuanto se pongan todos los medios t¨¦cnicos posibles para evitarlos. Es l¨®gico que, en un mundo en el que el viajar en autocar se ha convertido en la alternativa m¨¢s viable econ¨®micamente para muchos turistas y viajeros, y en el que proliferan por doquier potentes mastodontes de la ruta, las cifras absolutas de accidentes aumenten tambi¨¦n. Pero tambi¨¦n ser¨ªa v¨¢lido decir que los m¨¦todos de seguridad para viajar en autocar debieran haber mejorado sensiblemente mientras se produc¨ªa este auge viajero. ( ... )Si todo mal tiene su remedio y la clave radica en saber encontrarlo, corresponde a los administradores, al Gobierno, dar con la clave que liquide estas listas de muertes, excesivamente largas, que crecen con rapidez inusitada. Todo rigor es bueno en materia de seguridad. Un rigor efectivo, pr¨¢ctico, que genere, esa seguridad deseada. Que no tengamos que pensar, los sufridos espa?oles, que, despu¨¦s de renunciar a los trenes de una Renfe desprestigiada (que ahora intenta recuperar una buena imagen que jam¨¢s lleg¨® a gozar) y vemos convertidos en v¨ªctimas de pilotos de l¨ªneas a¨¦reas, hemos de renunciar tambi¨¦n al viaje en autob¨²s. Ya s¨®lo nos quedar¨ªa el viaje unipersonal, con nuestro coche y nuestro riesgo a cuestas. Lo cual supondr¨ªa un fracaso de confianza en nuestros gestores de la vida p¨²blica.

, 8 de julio