El amor por su tierra
Escribo estas l¨ªneas envuelto en una gran emoci¨®n despu¨¦s de haber dado el ¨²ltimo adi¨®s al pie de la sepultura a don Claudio, mi querido abuelo. La tristeza que normalmente embarga a todos cuando se produce la p¨¦rdida de un familiar tan cercano y querido se transforma de una forma casi imperceptible en alegr¨ªa al comprobar el cari?o que todo el pueblo de Espa?a y sobre todo el de su adorada ?vila le tribut¨® en su funeral. Ese reconocimiento que ¨¦l nunca busc¨®, pero que lleg¨® sin haber hecho la menor concesi¨®n en sus principios.Unos principios que como todos sab¨¦is le llevaron al destierro, que lo alejaron de la pol¨ªtica por mantenerlos; que le apartaron de sus seres queridos, de sus fuentes hist¨®ricas y le obligaron a buscar nuevos horizontes. Primero fue en Francia y luego en su querida Argentina. Pero su amor por Espa?a era tan grande, como lleg¨® a ser luego su obra, que la distancia no era problema para su labor intelectual y cient¨ªfica. Y as¨ª hace m¨¢s de 40 a?os en su apartamento de la calle Anchorena, provisto ¨²nicamente de pluma, papel y una monta?a de libros, continu¨® en su labor de descifrar los misterios de ayer.
Reconciliaci¨®n
Su amor por su tierra era tan grande que nunca quiso volver mientras esta no fuera enteramente libre. Mucho antes de que nadie hablara de reforma o ruptura, de di¨¢logo y elecciones, all¨¢ por los lejanos a?os sesenta, ¨¦l lanzaba la proclama de la reconciliaci¨®n de los espa?oles.Don Claudio, mi abuelo, insist¨ªa que la ¨²nica forma de obtener la plena libertad para Espa?a era sellando las heridas que la tr¨¢gica guerra civil hab¨ªa dejado en la sociedad espa?ola. En esos momentos muchos le volvieron la espalda, pero ¨¦l, lejos de desalentarse o buscar una salida m¨¢s pol¨ªtica, se reafirmaba en sus ideales y en su fe. Una fe que bien podr¨ªa decirse mueve monta?as.Y yo creo que la fe que ten¨ªa en sus ideas le llev¨® a vivir m¨¢s de 91 a?os, y as¨ª poder ver algunos de sus sue?os convertidos en realidad. Esa realidad que es la Espa?a moderna, democr¨¢tica y europe¨ªsta por la que ¨¦l tanto hab¨ªa luchado y por la que tuvo que sufrir las mayores humillaciones.
Nunca se dobleg¨® y como buen cristiano que era perdon¨® a sus detractores y reconoci¨® p¨²blicamente su error al pensar que la mejor forma de llegar a esa Espa?a era la Rep¨²blica. El, que era un ferviente republicano, estaba ahora convencido que la monarqu¨ªa era el ¨²nico camino que ten¨ªa Espa?a para salir airosa de los desaf¨ªos que ten¨ªa planteados en el futuro.
Yo, como joven espa?ol, me siento reconfortado de haber tenido entre nosotros a uno de los hombres que adem¨¢s de escribir la historia de Espa?a, har¨¢ historia en Europa toda. Si adem¨¢s resulta que he tenido la suerte de haber estado junto a ¨¦l en su madurez y en su vejez, en mi infancia y mi juventud, la emoci¨®n es much¨ªsimo mayor.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.