Miles de abulenses aplaudieron a S¨¢nchez -Albornoz antes de ser enterrado en el claustro de la catedral
El presidente del Gobierno presidi¨® el sepelio del historiador
Desde las 13.30 horas de ayer, los restos mortales del historiador Claudio S¨¢nchez Albornoz permanecen cobijados bajo uno de los arcos g¨®ticos del claustro de la catedral de ?vila. Miles de abulenses y personalidades del mundo de la cultura despidieron con un estruendoso y emocionado aplauso al ex presidente de la II Rep¨²blica en el exilio. Su hijo Nicol¨¢s S¨¢nchez Albornoz y el presidente del Gobierno, Felipe Gonz¨¢lez, fueron los primeros en cubrir con palas de tierra la sepultura.
La ceremonia religiosa dio comienzo instantes antes de las 12 del medio d¨ªa. A esa hora el cortejo f¨²nebre parti¨® del Gobierno Civil de ?vila. Tres coches abr¨ªan el cortejo portando coronas de flores procedentes de las m¨¢s representativas instituciones del pa¨ªs. Un de estas coronas llamaba especial mente la atenci¨®n por estar confeccionada con flores que formaban los colores de la bandera republicana, y de ella pend¨ªa una cinta en la que pod¨ªa leerse: "Acci¨®n Republicana".El grupo de familiares, encabezados por los hijos del historiador (Nicol¨¢s, Mar¨ªa Cruz y Concepci¨®n), segu¨ªa al f¨¦retro, y tras ellos se situaba un grupo de personalidades pol¨ªticas e intelectuales, entre las que destacaba el ex presidente del Gobierno Adolfo Su¨¢rez, el ex ministro Rodr¨ªguez Sahag¨²n, el presidente de la Comunidad Aut¨®noma Castellano-Leonesa, Demetrio Madrid, el historiador Pierre Villar o el acad¨¦mico Fernando Chueca Goitia, entre otros. El presidente del Gobierno y los ministros de Cultura y Educaci¨®n esperaron la llegada del f¨¦retro dentro de la catedral.
El presidente del Principado de Asturias, Pedro Silva, no pudo asistir debido al accidente automovil¨ªstico que sufri¨® en el coche en que viajaba.
Las calles que conduc¨ªan hasta la catedral se encontraban repletas de vecinos a lo largo del kil¨®metro y medio que cubr¨ªa el recorrido. Al llegar a la plaza de Santa Teresa de Jes¨²s, lugar en el que cuatro nietos y dos sobrinos del historiador cargaron a hombros con el ata¨²d, se inici¨® el rosario de aplausos, que ya no cesar¨ªa hasta el final de la ceremonia.
El reconocimiento del pueblo abulense emocion¨® visiblemente a los hijos del historiador. Nicol¨¢s, hombre generalmente locuaz, no articulaba palabra a causa de la emoci¨®n que le embargaba y que intentaba contener mordi¨¦ndose la lengua.
Emoci¨®n en el templo
Una vez dentro del templo, sus dependencias eran escasas para dar entrada a todos los que quer¨ªan entrar. La polic¨ªa acordonaba la zona pr¨®xima al lugar que ocupaba el presidente Gonz¨¢lez y los representantes del Gobierno. Los intentos por buscar un lugar desde el que seguir la ceremonia hicieron que ¨¦sta contara con un constante fondo de murmullos y discusiones que s¨®lo disminuyeron ante la homil¨ªa pronunciada por el obispo de ?vila, Felipe Fern¨¢ndez.El prelado, que concelebr¨® la ceremonia junto a 14 sacerdotes, habl¨® de la necesidad de que "nunca m¨¢s un espa?ol tenga que salir de su patria por defender unas ideas". Habl¨® de la fe cat¨®lica de Claudio S¨¢nchez Albornoz, para recordar que el propio historiador dijo y escribi¨® que era "cat¨®lico apost¨®lico y romano por la gracia de Dios, por la ense?anza de su madre y por sus propias lecturas, an¨¢lisis y reflexiones".
En otro punto de su homil¨ªa el obispo explic¨® que hab¨ªa dado su permiso para que el recinto catedralicio albergara los restos del historiador "en atenci¨®n a su significativa figura y a sus creencias religiosas, reiteradamente manifestadas en p¨²blico". Al parecer, la explicaci¨®n del obispo se deb¨ªa a que un sector del cabildo catedralicio no estaba de acuerdo con que el historiador fuera enterrado en el claustro.
La emoci¨®n contenida en el templo se desbord¨® a la hora de trasladar el f¨¦retro desde el altar de la catedral hasta el claustro en el que ser¨ªa enterrado. Sobre la sepultura ser¨¢ colocada una losa de granito en la que podr¨¢ leerse un epitafio en lat¨ªn que pidi¨® en vida el propio historiador: "Donde est¨¢ el esp¨ªritu del Se?or, all¨ª hay libertad".
Nada m¨¢s introducir el f¨¦retro bajo el suelo, el primero en lanzar una pala de tierra fue su hijo Nicol¨¢s. Le sigui¨® el presidente del Gobierno, Felipe Gonz¨¢lez. Luego, varios miembros de la familia imitaron el gesto. La emoci¨®n desbordaba ya a todos, y de manera bien visible a Adoraci¨®n Paredes, la mujer que cuid¨® y permaneci¨® junto al historiador durante los ¨²ltimos tiempos. Fuera del templo, pol¨ªticos e intelectuales -Felipe Gonz¨¢lez sali¨® r¨¢pidamente en un Mercedes- hablaban tambi¨¦n de la emoci¨®n que les hab¨ªa producido la asistencia a este acto.
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