?xito australiano en un ambiente antisovi¨¦tico
Cuando el reverendo Robert Eugene Richards alcanz¨® la marca de 4,56 metros en la prueba de salto con p¨¦rtiga, durante los Juegos de la Olimpiada de Melbourne, en 1956, cuentan las cr¨®nicas de la ¨¦poca que un agudo periodista coment¨®: "Un poco m¨¢s y el reverendo llega hasta el cielo".Muchas cosas eran impensable en aquel entonces. Y entre ella que 20 a?os despu¨¦s el cielo para los pertiguistas estuviera m¨¢s all¨¢ de los seis metros. Quiz¨¢ el objetivo del religioso norteamericano a trav¨¦s de sus incre¨ªbles saltos era ¨¦se, hablar con Dios. Era tan devoto a la causa Robert Richards, que despu¨¦s de conseguir una nueva marca, daba saltos de alegr¨ªa, miraba al cielo y exclamaba: "Gracias, Dios m¨ªo".
Tal vez, el reverendo, al conseguir su segunda medalla de oro ol¨ªmpica haza?a jam¨¢s lograda por atleta alguno en esta competici¨®n, estaba so?ando con pedir a Dios que los sovi¨¦ticos abandonaran el suelo h¨²ngaro que hab¨ªan invadido meses atr¨¢s o que la canalizaci¨®n de Suez no provocara un nuevo conflicto mundial o que la independencia de Marruecos y T¨²nez se produjera pac¨ªficamente. Cuando el 22 de noviembre de 1956 un joven desconocido, Ron Clark, penetr¨® en el estadio Cricket Ground de Melbourne con la antorcha ol¨ªmpica, muy pocos de los 100.000 espectadores que se encontraban presenciando en directo la inauguraci¨®n de los Juegos pensaban que el acontecimiento deportivo pod¨ªa convertirse en una especie de revancha contra los sovi¨¦ticos por los recientes sucesos de Hungr¨ªa. Muy pocos de esos espectadores imaginaban que Robert Richards iba a volar tan alto, que VIadimir Kuts, a los 29 a?os, iba a obtener un impresionante doblete en las pruebas de 5.000 y 10.000, rompiendo la resistencia de los ingleses, que Bobby Morrow iba a ganar tres medallas de oro en atletismo, o que por primera vez desde 1924 no subir¨ªa ning¨²n sprinter negro al podio de los vencedores en la prueba de los 100 metros.
Dif¨ªcil decisi¨®n
Para el Comit¨¦ Ol¨ªmpico Inter nacional (COI) la designaci¨®n de Melbourne fue una decisi¨®n dificil Hasta esa fecha Europa hab¨ªa monopolizado, junto a Estados Unidos, la organizaci¨®n de los Juegos. Se trataba en esta ocasi¨®n de nominar una sede fuera del viejo continente y de los norteamericanos. Melbourne venci¨® a Buenos Aires en la asamblea del COI, por un solo voto. Esta victoria ser¨ªa la primera de Australia en el mundo del deporte. M¨¢s tarde, acoger¨ªa a 3.184 atletas (317 mujeres) representantes de 67 pa¨ªses.
Ya en competici¨®n, Australia se dio a conocer mundialmente, especialmente en atletismo femenino y en nataci¨®n. Las atletas australianas triunfaron en cuatro pruebas de las nueve programadas. Los nombres de Betty Cuthbert y Shirley Strickland fueron coreados por los asistentes al Cricket Cround. Betty Cuthbert, de 18 a?os, mantuvo la supremac¨ªa ol¨ªmpica de Australia en esta prueba, batiendo a la favorita, la alemana oriental Christe Stubuick. Cuatro a?os atr¨¢s, su compatriota Marie Jackson tambi¨¦n obtuvo la medalla de oro en los 100 metros.
Betty, sin embargo, no se content¨® con una sola medalla. Corri¨® los 200 metros con la misma rapidez que hab¨ªa hecho los 100, impulsada por los gritos ensordecedores de sus compatriotas, que extasiados asistieron al segundo triunfo de la gran Baby. En relevos 4x 100, Betty se adjudic¨® su tercera medalla. Shirley, en cambio, sum¨® a sus 31 a?os un total de siete medallas de oro en los Juegos, al vencer en la prueba de 80 vallas y en el 4x100.
El marinero Kuts
El delirio de los australianos fue a¨²n mayor en las pruebas de nataci¨®n, donde el dominio en nataci¨®n libre fue casi absoluto. Nadadores y nadadoras australianos ocuparon los tres puestos del podio en la prueba de 100 metros lisos. Sobre 13 pruebas, Australia venci¨® en ocho, en un duelo emocionante con Estados Unidos. Murray Rose -vencedor en 400 estilos, 1.500 y relevos 4x200-, Dawn Fraser -ganadora en 100 estilos, donde impuso un nuevo r¨¦cord del mundo- y Lorraine Crapp -vencedora en 400 libres e integrante del relevos 4x100, que bati¨® el r¨¦cord del mundo- fueron los protagonistas m¨¢s aclamados.
A nadie de los asistentes escaparon los acontecimientos ocurridos un mes antes en Budapest. Ese cercano recuerdo cre¨® un ambiente de hostilidad hacia los atletas sovi¨¦ticos. Sin embargo, no evit¨® que Vladimir Kuts, de. 29 a?os, ex marinero y ex boxeador, colocara la bandera roja de su pa¨ªs en lo m¨¢s alto del podio tras ganar en una sensacional carrera al otro favorito, el brit¨¢nico Gordon Pirie.
El duelo tuvo todos los ingredientes necesarios para levantar al p¨²blico de sus asientos. Pirie ostentaba el r¨¦cord del mundo de 5.000 metros. Kuts era el mejor en 10.000 metros. La ¨²ltima vez que se hab¨ªan enfrentado, el brit¨¢nico hab¨ªa logrado la plusmarca de los 5.000. Kuts atac¨® con todo lo que ten¨ªa. Pirie no pudo aguantar el endiablado ritmo y acab¨® colocado en sexta posici¨®n. El p¨²blico se rindi¨® ante Kuts, que tambi¨¦n conquist¨® la medalla de oro en los 5.000, y no neg¨® una gran ovaci¨®n al atleta sovi¨¦tico.
Hubo enternecimiento y agitaci¨®n en las pruebas de gimnasia femenina. La sangre no lleg¨® a los potros, ni a las barras sim¨¦tricas. La h¨²ngara Agnes Keleti, de 25 a?os, que hab¨ªa perdido a su madre en la invasi¨®n sovi¨¦tica a Budapest, luch¨® contra las sovi¨¦ticas Larissa Latynina, Sof¨ªa Muratova y Poliena Asthakova. El p¨²blico aplaudi¨® a rabiar todas las actuaciones de Keleti, odi¨® las puntuaciones de los jueces y tuvo que resignarse ante la fina clase de Latynina, considerada como la gimnasta n¨²mero uno de los a?os sesenta. Entre el clamor de los aficionados, Agnes Keleti gan¨® el oro, en el potro, barras sim¨¦tricas y termin¨® igualada con Latynina en el ejercicio de suelo.
La marat¨®n de Mimoun
Alain Mimoun, de origen argelino, estaba convencido de que en Melbourne iba a tener su ¨²ltima oportunidad. Hab¨ªa cumplido 37 a?os y desde 1952 hab¨ªa so?ado con vencer en la carrera cumbre del atletismo: la marat¨®n. Y si ganaba adem¨¢s a su gran enemigo de la ¨¦poca, Emil Zatopek, mejor que mejor. Una victoria del belga, en Helsinki, hab¨ªa aumentado las ganas de vencer de Mimoun. ?ste, que hab¨ªa vencido ese mismo a?o por cuarta vez en el Cross de las Naciones, se encontraba en forma. Corri¨® los 42.195 metros con inteligencia y coraz¨®n.
Dej¨® atr¨¢s a Zatopek mucho antes de lo esperado. Y dio a Francia una medalla que, seg¨²n las estad¨ªsticas, s¨®lo consigue cada 28 a?os. En 1900 el triunfo en la marat¨®n fue para Theato, en 1928 para El Ouafi y en 1956, para Mimoun. Si las estad¨ªsticas se cumplen, 1984 debe ver el triunfo de un franc¨¦s en la marat¨®n.
Mimoun no pudo cerrar mejor su larga y destacada carrera deportiva. El corredor franc¨¦s alcanz¨® su mayor t¨ªtulo cuando la Prensa francesa igual¨® sus victorias y su historial al de Jean Bouin. Zatopek entr¨® en sexta posici¨®n y demostr¨® que no era invencible.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.