La 'cumbre' de la OPEP
LA ORGANIZACI?N de Pa¨ªses Exportadores de Petr¨®leo (OPEP) ha celebrado esta semana una de sus reuniones semestrales en la cumbre, y como cab¨ªa esperar por la situaci¨®n del mercado mundial de crudo, no ha obsequiado esta vez a los pa¨ªses consumidores con ninguna de las sorpresas de incrementos de precios. a la que nos ten¨ªan acostumbrados en los ¨²ltimos a?os. Por el contrario, el cartel petrolero se ha limitado, tras dos d¨ªas de discusiones, a aceptar el veredicto de las fuerzas del mercado, y aunque poco favorables para sus intereses, ha ratificado la misma estructura de tarifas que se autoimpuso en Londres en marzo de 1983.En consecuencia, todo parece indicar que el precio oficial del petr¨®leo, que fue rebajado en cinco d¨®lares hace 15 meses y equilibrado en 29 d¨®lares, no experimentar¨¢ grandes variaciones en los pr¨®ximos meses, al menos al alza. La noticia, aunque previsible, es buena para la econom¨ªa occidental y para los pa¨ªses consumidores como Espa?a, que, a consecuencia de las subidas salvajes de los precios acordadas al principio y t¨¦rmino de la d¨¦cada de los setenta, luchan a duras penas desde entonces para salir de la hist¨®rica crisis econ¨®mica en la que se vieron inmersos, en parte por esos inesperados incrementos.
Pero los resultados de la conferencia petrolera de Viena invitan, adem¨¢s, a una reflexi¨®n profunda sobre hacia d¨®nde se dirige el cartel petrolero y sobre el papel que puede desempe?ar a medio plazo en el juego de fuerzas de la econom¨ªa mundial. La primera conclusi¨®n es que la OPEP no s¨®lo ya no es lo que era, sino que, adem¨¢s, tiene un futuro incierto como instrumento manipulador del mercado y del precio del petr¨®leo. En segundo lugar, el consorcio se ha convertido en una v¨ªctima m¨¢s -el tiempo dir¨¢ si la m¨¢s importante- de sus propios errores y de su injustificable ceguera a la hora de pronosticar las consecuencias de una pol¨ªtica de aumentos continuos en los precios.
Que la OPEP no es lo que era lo dicen las cifras. En 1979, cuando se permit¨ªa subir los precios del crudo a su antojo, los 13 pa¨ªses productores englobados en la OPEP vend¨ªan a Occidente 33 millones diarios de barriles, de un total de consumo de casi 50 millones. En el mes de junio pasado, la OPEP s¨®lo vendi¨® 18 millones de barriles de un total de consumo ligeramente inferior al medio centenar de barriles. De ser el protagonista ¨²nico del mercado occidental de petr¨®leo, la OPEP ha pasado a ser un agente meramente residual y, adem¨¢s, a duras penas, ya que este papel apenas lo consigue desempe?ar mediante un gigantesco sacrificio de sus 13 miembros para autocontrolar la producci¨®n.
La estrategia de restricciones en las ventas -¨²nica respuesta v¨¢lida del consorcio para impedir que el precio del crudo descienda en picado en el mercado mundial- ha provocado serios trastornos financieros a la mayor¨ªa de sus miembros, con excepci¨®n quiz¨¢ de los ricos emiratos del golfo P¨¦rsico. Pa¨ªses como Nigeria, Libia, Argelia o Venezuela -adem¨¢s de los dos pa¨ªses que libran una absurda guerra fraticida en la vecindad del estrecho de Ormuz, Ir¨¢n e Irak- han pasado de ser excedentarios netos de capitales a deficitarios, y algunos, como es el caso de Nigeria y Venezuela, se encuentran muy cerca de solicitar asistencia financiera del Fondo Monetario Internacional (FMI). Es lamentable presenciar hoy c¨®mo sus fabulosos programas de desarrollo, gestados en momentos de euforia y sin tener en cuenta la futura evoluci¨®n de las econom¨ªas m¨¢s desarrolladas, se encuentran paralizados, y de una econom¨ªa de despilfarro se ha pasado en cuesti¨®n de meses a otra pr¨®xima a la miseria.
Que las naciones productoras de la OPEP son v¨ªctimas de sus,propios errores lo demuestra un hecho muy simple. Si hace unos a?os no hubieran subido irresponsablemente el precio del crudo, el mundo industrializado no se habr¨ªa visto abocado a una reconversi¨®n salvaje de sus consumos energ¨¦ticos, y aunque esto, a la larga, ha probado, ser saludable y eficaz para Occidente, que ha reducido sustancialmente su dependencia del petr¨®leo, no cabe duda de que con unas tarifas m¨¢s apropiadas, la situaci¨®n ser¨ªa ahora muy diferente, tanto para los consumidores como para los productores.
La reuni¨®n de Viena, pese a que ha sido m¨¢s un ejercicio de efectos sicol¨®gicos que una discusi¨®n seria sobre la estrategia a seguir, no ha servido para modificar estas caracter¨ªsticas intr¨ªnsecas de la situaci¨®n actual y a medio plazo del mercado del petr¨®leo. Por el contrario, s¨®lo ha servido para llamar la atenci¨®n una vez m¨¢s sobre el verdadero problema de la OPEP, que no es otro que la naturaleza contrapuesta de los intereses de los pa¨ªses miembros. Ha bastado una amenaza de Nigeria de elevar su producci¨®n y bajar precios -como ya lo hizo en el primer trimestre de 1983- para que todo el consorcio acordase medidas de urgencia para evitarlo.
Cabe esperar, en esta situaci¨®n, novedades importantes en los planteamientos anteriores del cartel petrolero. Una sustancial reducci¨®n de los precios del petr¨®leo, como los expertos han anticipado para el pr¨®ximo semestre, no es del todo descabellada. Y con un barril de crudo a 18 o 20 d¨®lares, pese a la irrefenable ascensi¨®n de esta moneda, no cabe duda de que la crisis econ¨®mica occidental cambiar¨ªa autom¨¢ticamente de signo. Buenas noticias, por tanto, para las naciones consumidoras, aunque todav¨ªa no haya llegado el momento de lanzar las campanas al vuelo.
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