Ni el Gobierno ni los laboristas israel¨ªes parecen estar en condiciones de redimir sus fuerzas armadas de L¨ªbano
La conquista por las milicias musulmanas, a principios de febrero, de gran parte de la ciudad de Beirut puso fin definitivamente en L¨ªbano a la hegemon¨ªa de un r¨¦gimen predominantemente cristiano y aliado de Israel que la invasi¨®n israel¨ª del pa¨ªs en 1982 logr¨® restablecer en el poder durante 17 meses.No cab¨ªa ya esperar que ese Gabinete liban¨¦s amigo se fuese consolidando hasta disponer de un Ej¨¦rcito lo suficientemente fuerte como para que el israel¨ª le hubiese cedido paulatinamente el control del territorio que ocupa sin riesgos de que los palestinos reconvirtiesen el sur de L¨ªbano en el trampol¨ªn de sus ataques contra el "enemigo sionista".
Al tiempo que aligeraba su dispositivo militar en aquella regi¨®n, el Gobierno Likud busc¨® entonces soluciones de recambio que hac¨ªan hincapi¨¦ en un fortalecimiento de la cooperaci¨®n con la poblaci¨®n mayoritariamente chiita del sur de L¨ªbano, visceralmente opuesta a los guerrilleros palestinos, y en la potenciaci¨®n de una milicia local proisrael¨ª conocida bajo el nombre de Ej¨¦rcito del Sur de L¨ªbano (ESL).
Contratiempos
Pero dos a?os de presencia del Ej¨¦rcito de Israel han exacerbado los sentimientos de los cientos de miles de chiitas, m¨¢s hostiles ahora a los israel¨ªes que a sus antiguos enemigos palestinos, y los mismos funcionarios de la representaci¨®n israel¨ª de Dbaye, al norte de Beirut, reco nocen que ser¨¢n necesarios cua tro a?os para que el ESL sustituya a sus tropas.
Sin dejar de explorar estas dos v¨ªas de soluci¨®n, Tel Aviv tantea ahora paralela y discretamente la posibilidad de solicitar para el sur una ampliaci¨®n del mandato de la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en L¨ªbano (FINUL), que en coordinaci¨®n con el Ej¨¦rcito liban¨¦s, a las ¨®rdenes de un Gobierno prosirio, se har¨ªa cargo de la seguridad en la zona abandonada por los israel¨ªes.
Aunque en cada una de sus declaraciones el primer ministro Isaac Shamir no duda en repetir que la retirada se producir¨¢ "pronto", la eventual extensi¨®n del territorio bajo la autoridad de la FINUL s¨®lo podr¨ªa decidirse al t¨¦rmino de largas negociaciones en el marco de la ONU a las que tanto Siria como la URSS tendr¨ªan que dar su visto bueno.
Adem¨¢s, el nuevo poder en Beirut se niega a mantener conversaciones directas con Tel Aviv y s¨®lo est¨¢ dispuesto a hacerlo a trav¨¦s de intermediarios en un intento de desligarse as¨ª de cualquier tipo de reconocimiento al Estado jud¨ªo.
Bajo el pretexto de que la presencia del Ej¨¦rcito m¨¢s all¨¢ de la frontera norte es un asunto demasiado importante para estar sometido a consideraciones electorales, los dirigentes del Likud han evitado cuidadosamente durante la campa?a electoral cualquier debate en profundidad sobre su pol¨ªtica en L¨ªbano, mientas la oposici¨®n laborista ha sido prudente a la hora de denunciar los errores del Gobierno Shamir.
A diferencia, sin embargo, de sus adversarios nacionalistas, el partido de Shimon Peres s¨ª ha expuesto al electorado un plan de repliegue total en dos etapas, elaborado por el. ex primer ministro, ex jefe de Estado Mayor, Isaac Rabin, que en caso de victoria laborista se har¨ªa cargo de la cartera de Defensa.
En una primera fase, el Ej¨¦rcito israel¨ª entregar¨ªa a la FINUL sus posiciones en la franja norte de la zona que domina actualmente, y si los 6.000 cascos azules resultan ser capaces de impedir infiltaciones de fedayin milicianos proiran¨ªes, el Ej¨¦rcito pondr¨ªa un t¨¦rmino a su presencia sobre L¨ªbano donde adem¨¢s de las tropas de la ONU contar¨ªa con la colaboraci¨®n del ESL.
En caso de amenaza para su seguridad se?alada por los vuelos de reconocimiento de su aviaci¨®n o por su sistema de alerta avanzada, que dejar¨ªa instalado en el territorio abandonado, el Gobierno laborista podr¨ªa, no obstante, ordenar r¨¢pidas incursiones localizadas de sus soldados, mucho menos costosas en vidas humanas y material que su actual despliegue en L¨ªbano.
La coherencia del plan, sobre el papel, resiste, sin embargo, dificilmente cualquier aplicaci¨®n a una realidad libanesa en la que un redespliegue de la FINUL pasa por la aceptaci¨®n de Siria y sus aliados del bloque socialista, que podr¨ªan dar aprobaci¨®n siempre y cuando fuese disuelta la milicia proisrael¨ª ESL y que garant¨ªas internacionales impidiesen nuevas intervenciones militares israel¨ªes en L¨ªbano.
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