La posibilidad de que los laboristas y el Likud lleguen a un acuerdo de gobierno comienza a hacerse veros¨ªmil
Apenas 13 horas antes de la apertura, hoy, de los colegios electorales, qued¨® cerrada a las siete de la tarde de ayer la campa?a para los d¨¦cimos comicios generales israel¨ªes, sin que los ¨²ltimos sondeos publicados por la Prensa permitan pronosticar qui¨¦n, de la derecha nacionalista del Likud (Uni¨®n) o de la oposici¨®n laborista, gobernar¨¢ en Israel. En estas condiciones, la idea de alg¨²n tipo de cooperaci¨®n entre las dos grandes fuerzas pol¨ªticas del pa¨ªs comienza a ganar peso.
Conscientes de la impopularidad de su propaganda televisiva, protagonizada por ni?os y c¨®micos profesionales, las dos grandes coaliciones concluyeron su campa?a, el s¨¢bado por la noche, con vibrantes llamamientos a unos electores que aprovecharon masivamente la jornada festiva del shabat para ba?arse en el mar.Solo ante las c¨¢maras, el actual primer ministro y cabeza de lista de los candidatos del Likud, Isaac Shamir, vestido con su acostumbrada seriedad, prometi¨® en tono solemne que mantendr¨¢ "una l¨ªnea cor¨ªacea en materia de defensa" y que "bajo su direcci¨®n su partido se esforzar¨¢ en formar un Gobierno de uni¨®n nacional". "No se puede esperar", agreg¨®, "que los laboristas hagan lo mismo porque para ellos las palabras unidad nacional tienen un significado denigrante".
Su rival, el l¨ªder del laborismo Shimon Peres, apareci¨® en pantalla en mangas de camisa y en medio de una pista circense, junto con Isaac Navon e Isaac Rabin -respectivamente n¨²mero dos y n¨²mero tres del elenco socialdem¨®crata de aspirantes a diputados-, a los que el candidato laborista ha ofrecido las carteras claves de Asuntos Exteriores y Defensa. Aparentemente seguro de que no perder¨¢n una tercera vez las elecciones frente al Likud, Peres se declar¨® nada menos que dispuesto a "cambiar el futuro de la naci¨®n", y asegur¨® que "el mismo martes por la ma?ana, en cuanto se sepan los resultados, empezaremos ya a trabajar en solucionar los problemas m¨¢s acuciantes del pa¨ªs".
El gran ausente de la noche electoral televisiva, por el que muchos israel¨ªes encendieron en vano sus receptores, fue el ex primer ministro, jefe hist¨®rico de la derecha nacionalista, Menajem Beguin, que defraud¨® a sus numerosos partidarios al negarse a romper su mutismo de 10 meses para tomar p¨²blicamente partido por la coalici¨®n que dirigi¨® durante largos a?os.
A pesar de que los jefes del Likud, incluido el propio Shamir, dieron a entender en numerosas ocasiones que acabar¨ªa hablando en su favor, el ermita?o, como le llama a veces la Prensa, solo rompi¨® su silencio rencoroso para confesar, en una conversaci¨®n telef¨®nica con un redactor de la revista londinense Jewish chronicle, que esperaba una victoria de la formaci¨®n que encabez¨®, y que pr¨®ximamente publicar¨¢ un comunicado cuyo contenido no quiso revelar. La mayor¨ªa de los diarios vaticinan, sin embargo, que a pesar de sus preferencias pol¨ªticas, el ex premier israel¨ª no saldr¨¢ ni siquiera hoy de su casa para cumplir con su deber electoral.
A falta del ansiado espaldarazo de este l¨ªder carism¨¢tico al ¨²ltimo mitin relevante del Likud, celebrado el s¨¢bado por la noche, en una c¨¦ntrica calle peatonal de Jerusal¨¦n, s¨®lo acudieron unas 5.000 personas, la mitad de las cuales parec¨ªan m¨¢s interesadas en comer y beber en los numerosos bares de la populosa calle Ben Yehuda que en escuchar la alocuci¨®n de Shamir. Un centenar de incondicionales del ganador de los comicios de 1981 tuvieron a¨²n la fuerza de corear una ¨²ltima vez el nombre de Beguin, al que llamaron rey, pero la reuni¨®n electoral careci¨® totalmente de entusiasmo.
Gobierno de uni¨®n
En el puerto de Haifa, a 200 kil¨®metros de la capital anexionada del Estado jud¨ªo, Peres acab¨® su campa?a con una conferencia de prensa en la que calific¨® nuevamente de "truco electoralista" el llamamiento de su adversario en favor de un Gabinete de uni¨®n, pero, por primera vez, no descart¨® por completo la formaci¨®n de un tal Gobierno. "Le corresponder¨¢ probablemente a Shamir", recalc¨®, "decidir si est¨¢ dispuesto a sumarse a un Gobierno de uni¨®n nacional dirigido por el laborismo".
Los resultados de los tres ¨²ltimos sondeos llevados a cabo a mediados de la semanar pasada y dados a conocer ayer por la Prensa confirman que, a pesar de su corta ventaja, la oposici¨®n moderada de izquierdas tendr¨¢ que concluir fr¨¢giles acuerdos poselectorales con peque?os partidos laicos y confesionales para conseguir una apretada mayor¨ªa parlamentaria que le permita gobernar. A esta estrecha mayor¨ªa tambi¨¦n puede pretender la actual coalici¨®n gubernamental, si logra sellar un rosario de alianzas con, por lo menos, la mitad de los 12 peque?os partidos que entrar¨¢n en la Kneset o Parlamento.
A la vista de estos pron¨®sticos, y para que el futuro Gobierno goce del respaldo legislativo suficiente para intentar solventar los graves problemas que atraviesa el pa¨ªs, la idea de la constituci¨®n de un Ejecutivo integrado por las dos grandes coaliciones empieza a abrirse t¨ªmidamente camino entre sus responsables, incluidos los laboristas, que inicialmente rechazaban un Gabinete cuyas contradicciones internas, aseguraban, le impedir¨ªan actuar con la requerida energ¨ªa.
El final de esta campa?a apenas suscit¨® inter¨¦s entre los electores isr¨¢el¨ªes, que aprovecharon la v¨ªspera del shabat para hacer acopio de productos importados, en previsi¨®n de que la devaluaci¨®n poselectoral esperada provoque alzas de los precios.
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