Condotieros
Se est¨¢ poniendo de moda la ayuda al socialista pobre. Sospecho que se trata de una campa?a m¨¢s desestabilizadora que estabilizadora, encubridora tanto de la inseguridad del que ofrece la ayuda como de la desconfianza hacia el presumible ayudado. Los socialistas tienen 10 millones de votos y los centros de informaci¨®n m¨¢s poderosos del pa¨ªs y los ej¨¦rcitos de Tierra, Mar y Aire, con la excepci¨®n de los pilotos de Iberia. Y sin embargo hay condotieros solidarios que se les ofrecen para romper un metaf¨®rico sitio de Numancia.Recuerda esta situaci¨®n una peripecia literaria narrada por Fern¨¢ndez Fl¨®rez en Las aventuras del caballero don Rogelio de Amaral. El intr¨¦pido e impertinente don Rogelio, estudiante de Medicina, dirige una expedici¨®n de ayuda a una honesta parturienta, esposa de un se?or responsable que no esperaba la irrupci¨®n de docenas de estudiantes de obstetricia en su alcoba para echar una mano. Don Rogelio vend¨ªa la necesidad de su asistencia, pero ni la parturienta ni su marido se dejaban convencer por la charlataner¨ªa. Finalmente el marido, desesperado, trataba de imponer sobre el tumulto la consigna de "?No des a luz! ?No des a luz!", como si los seres humanos pudieran controlar sus propios esfinteres en las situaciones m¨¢s extremas.
Una turba de mercaderes de p¨²blicas y privadas sabidur¨ªas ha invadido el hogar del socialista ofreci¨¦ndose para un barrido y para un fregado. Los invasores tienen cierto parecido con los hermanos Marx, tanto en sus gestos como en su l¨®gica, y son portadores de kilom¨¦tricos contratos repletos de partes contratantes de la primera parte. Son profesionales del refuerzo pol¨ªtico a partidos en situaciones delicadas. Cobran en especies y se mueven seg¨²n una moral estructuralista que omite el pasado y aventura el futuro.
Si el futuro no corresponde a sus predicciones, como ya se ha convertido en pasado, lo omiten o lo meten en el asilo para los viejos errores, al que nunca van ni de visita. No se les conoce ni un diagn¨®stico hist¨®rico acertado, pero se mueven a la perfecci¨®n en un mundo dividido en vendedores y vendidos.
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