Segovia, una ciudad para la m¨²sica
La ciudad de Segovia justifica plenamente los principios b¨¢sicos de un festival: conciertos o representaciones de calidad en escenarios inhabituales, de valor art¨ªstico y significaci¨®n hist¨®rica, seg¨²n teoriz¨® Denis de Rougemont. No se trata de alegrar el turismo, sino de dar con nuevas dimensiones culturales para el hecho musical.En este sentido, la Semana de M¨²sica de C¨¢mara, cuya decimoquinta edici¨®n se ha clausurado el domingo, re¨²nen todos los atractivos, incluido el de su dedicaci¨®n a un g¨¦nero insuficientemente cultivado. Aun entendiendo el t¨¦rmino en toda su amplitud, pienso que en estos ciclos camer¨ªsticos no debiera faltar un buen cuarteto, encarnaci¨®n m¨¢xima de una manera de pensar la m¨²sica europea desde hace tres siglos.
Nadie podr¨¢ negar valor de c¨¢mara al repertorio del Grupo de Metales de la RTVE; menos a¨²n a la sucesi¨®n de sonatas para viol¨ªn y piano (Beethoven, Franck, Turina) interpretadas por Le¨®n Ara y Jos¨¦ Tordesillas, a la concentraci¨®n del pianismo grande y elegante de Pommier en Schubert, Schumann y Beethoven, o a los ejemplos para trompeta y ¨®rgano de Corelli, Martini, Purcell o Tessarini ofrecidos por Montserrat Torrent y Vicente L¨®pez en la catedral.
M¨¢s esencial todav¨ªa se presenta el recorrido por la sonata barroca, tan bien pensado como bellamente interpretado por el flautista de pico Alvaro Mar¨ªas y la clavecinista Aline Zilberajch. Si ella nos aleccion¨® en el virtuosismo decorativo de Merula o en la Suite para clave, de Gaspard le Roux, el d¨²o pas¨® de Cima a Corelli, de Haendel a Barsanti, con la naturalidad y la acomodaci¨®n estil¨ªstica de quienes conocen el minucioso entretejido musical, hist¨®rico, sociol¨®gico y sentimental de estos pentagramas, siempre oscilantes entre la norma y la fantas¨ªa.
Una espl¨¦ndida orquesta de bolsillo (la cl¨¢sica quincena de arcos con el clavec¨ªn para continuo) procedente de Stuttgart ha tenido a su cargo la clausura de la semana, con dos actuaciones en el patio de armas del Alc¨¢zar, abarrotado de p¨²blico hasta la torre del homenaje. No en vano la programaci¨®n inclu¨ªa una serie de ¨¦xitos de diversa est¨¦tica y valor: el Canon, de Pachelbel; el Divertimento en re y la Serenata en sol, de Mozart una chacona de Gluck, la Suite Holberg, de Grieg; la Sinfon¨ªa simple, de Britten; fugas de Bach, conciertos de Vivaldi y Areas y danzas antiguas, de Respighi.
En El verano, de Las cuatro estaciones vivaldianas, mostr¨® su buena l¨ªnea y continuado impulso el violinista Wolfgang Kussmaul; en el concierto de Telemann, el japon¨¦s Tetsuya Hayashi explic¨® las posibilidades sonoras y expresivas de un instrumento tan bello como la viola. Habr¨ªa que citar al violonchelista italiano Mario de Secondi, y en realidad a todo el grupo, uno a uno, pues su trabajo obedece a precisiones y conceptos de pura m¨²sica de c¨¢mara. Como debe ser.
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