Paco de Luc¨ªa, distante perfecci¨®n
Estaba anunciado tambi¨¦n Camar¨®n de la Isla, pero no vino. Como este cantaor hace de cuando en cuando cosas as¨ª, el p¨²blico se lo tom¨® filos¨®ficamente y casi ni se enfad¨®. Pero el Ayuntamiento de Madrid debiera tomar buena nota. Ya en el festival de San Isidro, en el Palacio de los Deportes, Camar¨®n tuvo en vilo a la concurrencia y al final se dign¨® aparecer, al filo de las dos de la madrugada. Ahora, ni eso; simplemente, no compareci¨® a cantar. Esto lo hace un torero y la fuerza p¨²blica va a buscarle y le conduce a una dependencia policial, de donde sale ¨²nicamente mediante el pago de una sanci¨®n millonaria. Camar¨®n parece gozar de una suerte de impunidad. De cuando en cuando da estos plantones y no pasa nada. Y como le siguen contratando -actualmente es el cantaor m¨¢s solicitado y el que m¨¢s elevados honorarios cobra -pues supongo que lo dem¨¢s le importa poco.As¨ª que Paco de Luc¨ªa hubo de arrostrar en solitario el concierto. Lo hizo secundado por un grupo en el que estaban sus hermanos Pepe y Ram¨®n. Un concierto brillante, lleno de sugerencias, en el que hubo resonancias m¨²ltiples de jazz, de salsa, de afro. Lo que hubo poco, quiz¨¢, fue flamenco. Los solos de flauta, percusi¨®n, fueron a veces espectaculares. Y, por supuesto, el toque de los chicos de la Luc¨ªa. Paco es un maestro, esto es indiscutible. Lleg¨® al techo m¨¢s alto que el flamenco pod¨ªa brindarle y entonces se dedic¨® a experimentar por otros caminos. A veces acert¨®, a veces no tanto. Lo que toc¨® en el Conde Duque me pareci¨® un tanto superficial, mecanizado, automatizado. ?Demasiado hecho? Me interes¨® m¨¢s el comienzo de la actuaci¨®n de Paco, cuando estuvo solo en el estrado y se aproxim¨® decididamente a las esencias flamencas, a ese toque rico de inspiraci¨®n que Paco sabe hacer como nadie.
Recital de guitarra de Paco de Luc¨ªa
Con Ram¨®n de Algeciras (guitarra), Pepe de Luc¨ªa (cante y guitarra), Carles Benavent (bajo), Jorge Pardo flauta) y Dantas (percusi¨®n). Cuartel del Conde Duque, Madrid, 23 de julio.
Pero en cualquier caso la emoci¨®n no lleg¨®. Los duendes, ni acordarse. Algunos momentos, impresiones de una belleza arrebatadora y fulgurante, como los tangos de Pastora que Pepe de Luc¨ªa cant¨® con ese rajo suyo profundamente flamenco que lamentablemente hoy no emplea mucho en el cante puramente jondo. Y poco m¨¢s, salvo una ejecuci¨®n brillant¨ªsima y de rotunda sonoridad en que se echa de menos el toque de intimidad, entra?ado en la propia sensibilidad de su creador, donde lo importante no es la t¨¦cnica, sino la m¨¢s profunda virtud de la sensibilidad. Distante perfecci¨®n.
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