El gran viajante de las letras espa?olas
D¨¢maso Santos le llam¨® cari?osamente "el libro que no cesa"; Rafael S¨¢nchez Ferlosio confes¨® paladinamente que los miembros de su generaci¨®n "mamaron" en ¨¦l las letras espa?olas. Con lo que Guillermo D¨ªaz Plaja no hizo apenas podr¨ªa escribir un folio. Lo que hizo no cabe en 200 vol¨²menes ni en decenas de millares de art¨ªculos. Y eso no fue todo. Sus viajes reventar¨ªan varias vidas; sus doctorados, academias y conferencias dar¨ªan para gu¨ªas telef¨®nicas. Fue profesor, ensayista, poeta, periodista, catedr¨¢tico de Literatura, miembro de la Real Academia Espa?ola fundador del Instituto del Teatro, director del Instituto Nacional del Libro Espa?ol, (INLE), presidente de la Asociaci¨®n Espa?ola de Cr¨ªticos Literarios, y no se puede para de contar.En los dif¨ªciles a?os de hierro del franquismo m¨¢s duro, sus libros de texto, que rozaban el l¨ªmite de lo permitido, eran una ventana abierta frente a la generalidad de vol¨²menes repletos de la ortodoxia irrisoria, imperial y nacionalcat¨®lica de la ¨¦poca. Su Introducci¨®n al estudio del romanticismo espa?ol o su revelador Modernismo y 98 marcaron la formaci¨®n de los sectores m¨¢s liberales de las nuevas generaciones de espa?olitos. Otra cosa es que fuera suficiente: fue m¨¢s de lo permitido, y el principio de todo lo dem¨¢s, que otros produjeron ya mucho m¨¢s tarde, y que cada cual tuvo que ir resolviendo despu¨¦s a su manera. En el principio fue, pues, Guillermo. D¨ªaz-Plaja, al menos porque los dem¨¢s principios nos hab¨ªan sido negados, y ¨¦l pudo ser la piedra inicial donde todo se edificar¨ªa despu¨¦s.
Le fascinaba la poes¨ªa, que cultiv¨® tenazmente. En realidad, era un miembro de la partida generaci¨®n del 36, cuya partici¨®n arrastr¨® siempre en su interior. Y fue, por encima de todo, un profesor peregrino, un editor, un ant¨®logo, un escritor incesante de art¨ªculos de todo tipo. Fue un hombre religioso, enamorado del verbo, y en su funci¨®n vivi¨® y sobre todo viaj¨® sin cesar. Fue el gran commis voyageur de las letras espa?olas, nuestro mejor vendedor y viajante, uno de los mejores lectores y un comentador de todo lo que le¨ªa y ve¨ªa, que vendi¨® con la mejor y m¨¢s catalana de sus ra¨ªces. No deja un hueco, sino un espacio; no elabor¨® una obra, sino una biblioteca, y todo ha quedado interrumpido porque todo estuvo siempre en marcha, como su propia vida.
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