El 'gentleman' canalla
James Mason, como David Niven, hab¨ªa venido a representar un tipo de caballero ingl¨¦s qxiintaesenciado. Ambos sacaron extraordinario provecho de esa caracter¨ªzaci¨®n que, entre otras cosas, les permiti¨® la duraci¨®n contempor¨¢nea de su f¨ªsico, porque los gentlemen, al igual que los viejos soldados, nunca mueren, sino que se desvanecen con el tiempo. Su edad les acompa?aba en la pantalla sin que precisaran, como otros actores del tipo diplodocus, luchar contra la arruga y edificar el biso?¨¦ sobre la calva.Pero Mason se diferenciaba de Niven en un especial toque canalla con el que hab¨ªa sabido pinc lar el personaje, de forma que si buena parte de los papeles del anterior habr¨ªan cabido en su gama interpretativa, dif¨ªcilmente podr¨ªa rehacerse la operaci¨®n inversa. Por eso, James Mason fue el ¨²nico Humbert-Humbert ppsible de Lolita, con aquel rictus labial que enmarcaba una curva de complejas debilidades. Niven se re¨ªa suavemente de su personaje y Mason viv¨ªa en la delicada angustia de recorrer la frontera entre la perversi¨®n discreta y la heroicidad oculta, como en Se interpone un hombre, f¨¢bula de la Alemania dividida, en la q ue la sutileza brit¨¢nica difuminaba la pel¨ªcula del Oeste que el Berl¨ªn de la posguerra Nevaba entonces inevitablemente consigo.
James Mason fue evolucionando, siempre dentro de la cuadratura del gentleman, hacia papeles m¨¢s patriarcales a medida que avanzaba cumplea?os. El primer Mason marcaba m¨¢s el tipo de fullero con pasado; raramente era el protagonista positivo de la historia, y cuando le tocaba el papel constructivo sol¨ªa tener algo de lo que hacerse perdonar. Habr¨ªa sido un excelente Lord Jim de no haber mediado la pel¨ªcula cuando su carrera era ya lo bastante dilatada como para alejarle del papel m¨¢s relevante, adem¨¢s de que la tonalidad casta?o oscura del cabello le imped¨ªa representar al rom¨¢ntico h¨¦roe brit¨¢nico; como habr¨ªa sido tambi¨¦n un excelente Sean Leamass en El esp¨ªa que surgi¨® del fr¨ªo, a falta, quiz¨¢, ¨²nicamente de la dureza que le daba al personaje Richard Burton. Por eso fue simplemente el pirata Brown de Lord Jim, en una caracterizaci¨®n un tanto inc¨®moda, y una de las contadas apariciones en traje de ¨¦poca de su carrera.
En la segunda fase de su vida, a partir del ecuador del medio siglo, deriv¨®, hacia el papel de grande o peque?o fil¨®sofo, como en La ca¨ªda del Imperio romano, en el papel de pensador converso, lo que el cristianismo habr¨ªa querido poder decir de Marco Aurelio, o en su interpretaci¨®n del doctor Watson, contrapunto sanchopancesco del ¨²ltimo Holmes de Chistopher Plummer. Para ingl¨¦s, era demasiado sensual, lo que esquinaba ligeramente muchas de sus interpretaciones d¨¢ndoles un punto de exotismo, el mismo que le hab¨ªa permitido ser Rommel en El zorro del desierto, puesto que cuando los ingleses imaginan. a un alem¨¢n que sea un caballero les sale con la cara de Mason. Su estatura media le limitaba a la hora de buscar un f¨ªsico imponente en la gama de los grandes se?ores, pero, de no haberse interpuesto C.hristopher Lee, el morbo de un James Mason algo menos que maduro habr¨ªa dado un formidable conde Dr¨¢cula, una de las encarnaciones m¨¢s originales del estereotipo del gentleman brit¨¢nico.
Babelia
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