'?Hey!' la selecci¨®n se divierte
Anfiteatro de los estudios Universal, Hollywood. Once de la noche. Julio Iglesias termina su primera actuaci¨®n, de las 10 que llenar¨¢n las 10.000 localidades del recinto en los pr¨®ximos d¨ªas. Lo mismo que al comienzo, suena su ?Hey!, cantado a medias en directo y con un v¨ªdeo que aparece en una pantalla detr¨¢s del cantante. El sonido no ha sido especialmente bueno y ni siquiera la cinta grabada con Diana Ross enciende especiales emociones entre el p¨²blico. Con su tono habitual, corta demasiado las canciones y no parece llenar al auditorio. Pero es igual. Hay unos 100 espectadores entusiasmados que se van levantando a aplaudir cada vez que se producen esos momentos de duda trascendental en que el cantante se retira a esperar que le reclamen y aprovecha para beber agua. En la fila de delante, un espectador muy alto, con sombrero de paja estilo Indiana Jones (En busca del arca perdida), es de los m¨¢s efusivos. No salta y quiz¨¢ por eso no le hace da?o el pinzamiento de la quinta v¨¦rtebra lumbar, que tiene a mal traer al baloncesto espa?ol. Es, naturalmente, Fernando Mart¨ªn, que, al menos s¨ª se divierte con Julio Iglesias, aunque est¨¦ sin fuerzas para jugar un torneo ol¨ªmpico: "Me he entrenado s¨®lo tres d¨ªas en cuatro semanas. Y no puedo forzar, porque a¨²n me duele. Cuando quiera coger la forma ya se habr¨¢n acabado los Juegos".La llave de la presencia baloncest¨ªstica en la presentaci¨®n de Julio Iglesias en Los ?ngeles ha sido Toncho Nava, antiguo jugador madridista, y secretario del cantante. A las 6.30 horas, m¨¢s de cuatro horas antes, Saporta esperaba intranquilo en el Atheneum de Pasadena, donde el Banco Exterior de Espa?a, su banco y patrocinador de la selecci¨®n, ofrec¨ªa una recepci¨®n a la delegaci¨®n espa?ola. Quiz¨¢ tem¨ªa que ocurriera como el d¨ªa anterior, en que los autobuses de los deportistas se confundieron y no llegaron nunca a casa del c¨®nsul. Y su nerviosismo, adem¨¢s, estaba justificado. Faltaba poco m¨¢s de hora y media para llegar al espect¨¢culo de Hollywood, y se necesitaba una para cruzar Los ?ngeles por uno de los free freeways temibles, el Ventura.
Total que los muchachos de Saporta dejaron en la recepci¨®n a los tiradores, levantadores de peso y dem¨¢s deportistas, y llegaron al anfiteatro Universal en un solo autob¨²s, seguidos en autom¨®vil por Saporta, junto a una conductora, y Segura de Luna, el presidente. Saporta, muy discreto, no estuvo nunca entre el centenar de espectadores entusiasmados por Julio, pero volvi¨® a estar intranquilo al final, porque Toncho no terminaba. Y es que Toncho quer¨ªa saludar a Julio, y Julio no paraba de recibir visitas, Bob Hope, Beach Boys y su amiga Waitiare, acompa?ada de mam¨¢. El ex muchacho de Saporta, por fin, le dio a Julio la direcci¨®n de un restaurante. All¨ª estar¨ªan cenando poco despu¨¦s Saporta y sus jugadores de baloncesto. Se les acab¨® la diversi¨®n.
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