La nueva paternidad
UNA VIUDA joven ha sido autorizada judicialmente en Francia a heredar y utilizar el esperma congelado de su esposo, muerto en diciembre de 1983. La sentencia es hist¨®rica; no tanto por la admisi¨®n de unas innovaciones cient¨ªficas -cuyo valor es el de suscitar el caso jur¨ªdico-, sino por cuanto acepta una modificaci¨®n de leyes y, costumbres sacralizadas. El c¨®digo de Napole¨®n fue enormemente cuidadoso con cuestiones de paternidad y de definici¨®n y formaci¨®n de la familia nuclear y, sobre todo, como inspiraci¨®n b¨¢sica de repartos y permanencia de privilegios y jerarqu¨ªas, de bienes hereditarios. Era un concepto, muy completo y muy complejo del Estado y su orden econ¨®mico. Estas codificaciones del revolucionario-burgu¨¦s-emperador, tan influido por su origen corso como por la corte de que se rode¨®, tan centrada en su propia familia, no s¨®lo determinaron la sociedad francesa, sino que tuvieron, por razones hist¨®ricas, una influencia decisiva en toda Europa, casi mim¨¦tica, aunque reforzada o modificada por valores locales.No es f¨¢cil decidir que las innovaciones de la ciencia, de las que forma parte esta posibilidad de congelar el esperma, pero que ofrece una gama cada vez mayor de alteraciones de lo que se pudo llamar natural porque no se conoc¨ªan otras posibilidades (inseminaci¨®n artificial, implantaci¨®n de ¨®vulos, fecundaci¨®n in vitro, investigaci¨®n de paternidad, anticonceptivos, ligamentos, vasectom¨ªas, predicci¨®n y hasta determinaci¨®n de sexo) sean las responsables del cambio profundo de la ordenaci¨®n burguesa. M¨¢s bien parece lo contrario: una modificaci¨®n relativamente espont¨¢nea de la sociedad que var¨ªa los conceptos b¨¢sicos burgueses y que penetra en ellos profundamente ha encaminado a la ciencia a investigar en un camino para el que hay una gran demanda. Los excesos de poblaciones, que han modificado notablemente las proporciones de las clases sociales; la participaci¨®n activa de la mujer en el trabajo y en la universidad; la exogamia; los reg¨ªmenes de masas -nazismo y comunismo- aparecidos en la primera mitad de este siglo; la disminuci¨®n de la autoridad paterna y la creaci¨®n de la sociedad permisiva; las nuevas formas econ¨®micas que, con la inflaci¨®n y el consumismo, han hecho desaparecer el ahorro y, con la fiscalidad, han disminuido el valor de la herencia, son algunos de los factores que han vulnerado profundamente la constituci¨®n burguesa, sobre todo en cuanto ¨¦sta ten¨ªa de imitadora y divulgadora de la antigua aristocracia. Es muy posible que si la burgues¨ªa hubiese conservado su textura y su magisterio la ciencia no hubiera profundizado en estas investigaciones gen¨¦ticas. Muchas de ellas no son en s¨ª mismas asombrosas en cuanto a la t¨¦cnica empleada, aunque requieran una enorme delicadeza de manipulaci¨®n. Hay otros campos en los que el progreso cient¨ªfico es mucho m¨¢s espectacular y m¨¢s r¨¢pido, pero en los cambios referidos a la gen¨¦tica es revolucionario.
No deja de ser interesante que el opositor a las pretensiones de la viuda francesa sea el Gobierno socialista, el Ministerio de Sanidad, que quiz¨¢ recurra contra la decisi¨®n del tribunal de Cr¨¦teil. Esto viene a confirmar que todo poder constituido es conservador. No es ¨¦ste el ¨²nico rasgo en el que Mitterrand parece emparentarse con De Gaulle y con Napole¨®n -por citar a las cumbres m¨¢s espectaculares de la historia reciente de la burgues¨ªa francesa-: hay una especie de transmigraci¨®n de almas en los jefes de Estado, una noci¨®n de lo que enf¨¢ticamente se llama la France ¨¦ternelle y la grandeur, que pasa por encima de los partidos pol¨ªticos y sus viejas filosofias (no s¨®lo, naturalmente, en Francia: es casi una ley pol¨ªtica por la que se puede encontrar, por ejemplo, la impronta eslava y la zarista en el r¨¦gimen sovi¨¦tico) y es indudable que una conformaci¨®n burguesa de la sociedad encuentra por lo menos un respeto profundo en el Gobierno socialista franc¨¦s. Es la sociedad por s¨ª misma la que est¨¢ efectuando el cambio con su propia din¨¢mica, incluso m¨¢s all¨¢ de las leyes y las penalizaciones, a menos que sea imposible, como en este caso, en el que el guardian del semen deseado es un organismo oficial que muestra su moral conservadora.
Una sentencia como la que se acaba de dictar tiene, naturalmente, influencias muy notabl¨¦s en la constituci¨®n de la sociedad burguesa y en el concepto de paternidad masculina del que fue muy expl¨ªcito Napole¨®n. Hay una falta de testamento en la que se reconozca la voluntad del padre muerto, hay unas cuestiones de herencias, de transmisi¨®n de apellidos, de constituci¨®n de familia, del reconocimiento de hijos, que inciden de lleno en todo el c¨®digo civil franc¨¦s y en una gran parte de leyes europeas, y es en ese aspecto donde los posibles recursos del Ministerio de Sanidad, si los entablara, hasta llegar al Tribunal Supremo, tienen m¨¢s posibilidades de prosperar. Sobre todo porque el Tribunal, de Cr¨¦teil declara expl¨ªcitamente en su sentencia que se inhibe de las consecuencias civiles del hecho: ¨²nicamente acepta la propiedad de la viuda por esa singular herencia de los protozoos que esperan su destino.
Una nueva jurisprudencia sentada en el sentido del pleno derecho de la persona jur¨ªdica que pueda nacer as¨ª ser¨ªa, definitivamente, revolucionaria. Pero tambi¨¦n es impensable que se determine el nacimiento de alguien privado ya de derechos legales. Podr¨ªa ocurrir que la apelaci¨®n produjera como sentencia la negaci¨®n del semen a la heredera presunta. Pero ?qu¨¦ se har¨ªa de ¨¦l? ?No ser¨ªa una violaci¨®n legal, al mismo tiempo que moral y ¨¦tica, dedicarlo a la inseminaci¨®n an¨®nima? ?No ser¨ªa delictivo destruirlo? ?No ser¨ªa necio dejarlo congelado en espera de otros tiempos?
No deja de parecer, sin embargo, una cuesti¨®n de sentido com¨²n que la viuda francesa obtenga el esperma y que las otras innovaciones cient¨ªficas en este terreno gen¨¦tico puedan ser utilizadas libremente. Es precisamente esta nueva concepci¨®n del sentido com¨²n -sentir de la comunidad-, valorando algo que hasta hace unos a?os parecer¨ªa no tenerlo, la que indica el cambio propio y centr¨ªfugo de la sociedad. Muchos estamentos siguen enfrent¨¢ndose con estas posibilidades de apertura reciente, manejando el antiguo sentido com¨²n frente al nuevo, y los documentos papales de esta semana -uno de ellos, el mensaje dirigido a la conferencia sobre poblaci¨®n que se inaugura el lunes en M¨¦xico- siguen insistiendo en que los esposos "no pueden actuar a su capricho" y en que "la familia tiene un papel ¨²nico e irreemplazable para transmitir el don de la vida y asegurar el mejor ¨¢mbito para la educaci¨®n de los hijos y su inserci¨®n en la sociedad".
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