El r¨¦gimen de Pinochet, empe?ando en una lucha a muerte contra los comunistas
ALEJANDRO DEL RIO, El dilema que m¨¢s profundamente divide hoy a la oposici¨®n chilena es el uso de la violencia como m¨¦todo para derrocar el r¨¦gimen del general Augusto Pinochet. El partido comunista, principal defensor en Chile de la tesis de la rebeli¨®n popular, se ha convertido debido a ello en el m¨¢s serio obst¨¢culo para la formaci¨®n de una gran coalici¨®n contra el r¨¦gimen militar.
Pese a que la dictadura chilena ha recurrido abundantemente al uso de la violencia contra sus opositores pol¨ªticos durante el ¨²ltimo decenio, y pese incluso a que su acceso al poder se origin¨® en un acto de violencia contra un Gobierno leg¨ªtimamente constituido, ha logrado imponer a la mayor¨ªa de la poblaci¨®n -y especialmente a la amplia clase media- la noci¨®n de que el uso de la violencia en su contra no s¨®lo es repudiable, sino improductivo, puesto que endurecer¨¢ a¨²n m¨¢s su posici¨®n.
El r¨¦gimen de Augusto Pinochet, que considera al partido comunista y a los movimientos marxistas como sus principales enemigos, ha desencadenado una campa?a permanente en dos frentes: por un lado, insta al resto de la oposici¨®n a definirse contra la "violencia marxista", y, simult¨¢neamente, emplea todo el poder de su aparato represivo contra las organizaciones comunistas.
Un ejemplo de esto ¨²ltimo lo constituyen las recientes expulsiones del pa¨ªs de cuatro dirigentes del partido comunista, incluyendo a algunos integrantes del comit¨¦ central clandestino, y el anuncio de Pinochet de que "de aqu¨ª para adelante se termina la mano blanda con los comunistas". Una semana antes, el ministro del Interior, Sergio Onofre Jarpa, hab¨ªa empleado una met¨¢fora m¨¢s directa para anunciar lo mismo: "Los comunistas son como la maleza en un campo. Si usted se descuida, vuelve a cundir. Hay que hacer una limpieza a fondo cada cierto tiempo".
Mientras se empe?a en una batida a fondo contra la maleza comunista, el r¨¦gimen ha tenido tambi¨¦n ¨¦xito en obligar al resto de la oposici¨®n a definirse contra los comunistas. Gabriel Vald¨¦s, m¨¢ximo dirigente del Partido Dem¨®crata Cristiano, ha repetido varias veces que no hay posibilidades de hacer en Chile un pacto pol¨ªtico que incluya a los comunistas. Lo mismo han dicho la mayor¨ªa de las otras fuerzas pol¨ªticas integrantes de la Alianza Democr¨¢tica.
Actividad clandestina
La tesis de la rebeli¨®n popular promovida por los comunistas a trav¨¦s de una amplia y organizada red clandestina consiste en combinar actos pac¨ªficos y violentos lucha contra la dictadura.
Fue expresada por primera vez en 1980 por el exiliado secretario general del PC chileno, Luis Corval¨¢n, a raiz de que el r¨¦gimen lograra consolidarse a trav¨¦s de una Constituci¨®n plebiscitada que le otorg¨® a Pinochet mandato para gobernar otros ocho a?os. "Ese acto ech¨® por tierra las ilusiones de un tr¨¢nsito gradual a la democracia o de una liberaci¨®n pactada del r¨¦gimen", dir¨ªa m¨¢s tarde un portavoz comunista en Chile.
Sobre esa base, dicho partido ha desarrollado una constante actividad clandestina que fructific¨® en los ¨²ltimos 12 meses en la formaci¨®n del Frente Patri¨®tico Manuel Rodr¨ªguez (nombre de uno de los m¨¢s famosos guerrilleros de la lucha por la independencia nacional del siglo pasado), cuyas acciones incluyen explosiones simult¨¢neas, actos de propaganda armada, asaltos masivos a supermercados y ataques contra miembros de las fuerzas armadas.
En total, m¨¢s de 300 bombas de mediano y alto poder explosivo han estallado s¨®lo en el primer semestre de este a?o, superando las 200 registradas durante todo 1983. En dos oportunidades, los sabotajes han logrado provocar apagones generales en las ciudades m¨¢s pobladas del pa¨ªs; dos agencias de noticias y dos emisaroas de radio han sido asaltadas para difundir proclamas del Frente, y al menos siete militantes de este el grupo han resultado muertos en acciones efectuadas por la Central Nacional de Informaci¨®n (CNI), la polic¨ªa secreta del r¨¦gimen.
El partido comunista sigue insistiendo en la necesaria unidad de las fuerzas opositoras, pero el hecho es que su pol¨ªtica de rebeli¨®n popular y su aceptaci¨®n de "todas las formas de lucha" lo ha apartado del resto de las organizaciones, temerosas de que el proceso pueda ¨ªrseles de las manos.
Con poco m¨¢s de un 10% de la votaci¨®n nacional como promedio de las ¨²ltimas d¨¦cadas y unos 300.000 adherentes en el momento del golpe militar de 1973, el PC chileno fue siempre considerado uno de los m¨¢s fuertes y mejor organizados de Latinoam¨¦rica. Ahora, convertido en el principal enemigo para el r¨¦gimen militar, sus dirigentes afirman que no est¨¢n dispuestos a renunciar a su tesis de la rebeli¨®n en aras de una mayor unidad de las fuerzas opositoras. Para el resto de los partidos contrarios a Pinochet, sin embargo, la utilizaci¨®n de los m¨¦todos violentos puede retrasar, en vez de acelerar el retorno a la democracia, puesto que la violencia es un tema que el r¨¦gimen domina.
La situaci¨®n engendra cada d¨ªa nuevos brotes de violencia. Un documento elaborado por la vicar¨ªa de Solidaridad, organismo de la Iglesia cat¨®lica chilena, detall¨® los casos de 100 muertes provocadas por las fuerzas de seguridad en la represi¨®n de manifestaciones pac¨ªficas entre mayo de 1983 y mayo de 1984.
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