El sumario por el 'caso Ceis' amenaza convertirse en un conflicto institucional
Veinte d¨ªas antes de que la Polic¨ªa Auton¨®mica de la Generalitat procediera a realizar la redada contra la secta Ceis, la Asociaci¨®n Pro Juventud hab¨ªa reservado 12 habitaciones en el hostal de Corbera de Llobregat (Barcelona) donde fueron trasladados, en contra de su voluntad, seg¨²n han denunciado siete adeptos para ser sometidos a un tratamiento de desprogramaci¨®n a cargo de especialistas contratados por la mencionada asociaci¨®n. Despu¨¦s de la redada, polic¨ªas auton¨®micos entregaron en custodia a sus familiares a un n¨²mero indeterminado de adeptos a la secta, pese a ser ¨¦stos mayores de edad y sin ser sometidos a ning¨²n tipo de revisi¨®n m¨¦dica. Siete de estos adeptos fueron trasladados por los polic¨ªas de la Generalitat al hostal, donde fueron vigilados por unos guardas contratados.Elena Riera Blume formaba parte de las 60 personas detenidas por la Polic¨ªa Auton¨®mica durante la noche del 20 de junio y la madrugada del d¨ªa siguiente, en la redada contra la secta. Catorce de los detenidos -Vicente Lapiedra, el l¨ªder, y sus m¨¢s inmediatos colaboradores, considerados como gu¨ªas de otros tantos grupos de seguidores en que se estructuaraba la secta- fueron presentados por los Mossos d'Esquadra, en su primera y m¨¢s espectacular actuaci¨®n policial, ante el juez de guardia, C¨¦sar Planas, titular el Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 6. Dos de ellos fueron puestos en libertad, y los 12 restantes ingresaron en prisi¨®n, acusados, en las diligencias previas en que a¨²n se mueve el caso, de los delitos de intrusismo profesional, imprudencia temeraria, fraude, estafa, persuasi¨®n coercitiva, control mental e inducci¨®n a la prostituci¨®n y al consumo de LSD.
Con los restantes detenidos la Polic¨ªa Auton¨®mica distingui¨® dos grupos: al m¨¢s numeroso lo puso en la calle, pero a siete de los seguidores de Lapiedra -Elena Riera, sus hermanos V¨ªctor y Conchita, Mar¨ªa Teresa Sales, Mari Luz y Amelia Casado y Javier Bruna- los entreg¨® en custodia a sus familiares y, posteriormente, fueron trasladados, por polic¨ªas auton¨®micos al hostal Can Rafel, en el t¨¦rmino de Corbera de Llobregat.
Las actas de entrega
Las entregas a sus familiares -de los siete citados y de otros adictos a la secta-, se formalizaron a trav¨¦s de unas actas, cada una de ellas firmada por dos agentes de la Polic¨ªa Auton¨®mica -identificados por sus n¨²meros- y por el familiar que se hac¨ªa cargo de la tutela: t¨ªa, madre, padre o hermano/a. En estas actas se recog¨ªa expl¨ªcitamente que los entregados no estaban implicados en los delitos que se persegu¨ªan 31 que eran mayores de edad, salvo en un caso, en el que se hizo constar que era menor de edad, pero err¨®neamente, pues el implicado hab¨ªa nacido en 1960. Los familiares tal como se reflej¨® en el acta respectiva, se hac¨ªan cargo de sus parientes reconociendo su estado de "abandono" o de "desorientaci¨®n", seg¨²n los casos. Los adeptos han declarado que no fueron reconocidos por m¨¦dico alguno.Elena Riera denunci¨® ante el juez -los otros seis adictos a la secta antes citados lo corroboraron despu¨¦s, en l¨ªneas generales, en las sucesivas denuncias que presentaron- que hab¨ªa sido trasladada a Can Rafel en un veh¨ªculo policial conducido por un mosso d'esquadra y que otros polic¨ªas auton¨®micos la acompa?aban. Agreg¨® que al llegar al hostal fue entregada a unos hombres corpulentos que la condujeron a la fuerza hasta un peque?o cuarto con las ventanas tapiadas con listones de madera, donde le advirtieron que no intentara escapar. Fue visitada luego por sus familiares, "que me miraban y hablaban como si me hubiera vuelto loca o hubiera cometido numerosos delitos", y por otras personas, que identific¨® como los desprogramadores contratados por los familiares a trav¨¦s de la Asociaci¨®n Pro Juventud, una entidad especializada en la lucha contra las sectas seudorreligiosas que dirige Jos¨¦ Maria Belil. Conectaron m¨¢s tarde un transistor a toda potencia y colocaron un foco sobre su cabeza. Estuvo vigilada siempre por un guardi¨¢n. Al d¨ªa siguiente comenzaron las sesiones de desprogramaci¨®n, que la denunciante describe como una tortura.
Estas afirmaciones contrastan con la versi¨®n del propietario del hostal, que ni observ¨® la llegada de los veh¨ªculos policiales ni apreci¨® anormalidad alguna en las habitaciones que hab¨ªa alquilado, aunque declar¨® que determinado d¨ªa una persona le indic¨® a su esposa que en siete de las habitaciones alquiladas no se entrase a efectuar, la limpieza diaria hasta nuevo aviso (al final, la ausencia de limpieza se prolong¨® durante tres d¨ªas). S¨ª les sorprendi¨® al propietario y a su esposa el continuo paseo de varios individuos por los pasillos del establecimiento. S¨®lo cuando todo el grupo hubo abandonado el hotel, unos 10 d¨ªas despu¨¦s, la esposa del propietario observ¨® la existencia de unos orificios en los marcos de las ventanas de aquellas siete habitaciones, que no estaban antes de la llegada de estos clientes. La polic¨ªa gubernativa, cuando registr¨® el hotel, encontr¨® al menos uno de los tornillos utilizados para tapiar las ventanas.
Las habitaciones del hotel (12 en total) fueron reservadas por tel¨¦fono a primeros de junio por una mujer que se identific¨® como la se?ora Belil (la esposa de Jos¨¦ Mar¨ªa Belil se llama Mar¨ªa Rosa Boladeras), para una fecha situada en torno al 15 de ese mes. A partir del d¨ªa 16 empezaron a ocuparse las habitaciones. En total, unas 25 personas se alojaron en el hotel.
Nuevo interrogatorio
Tanto Elena Riera como los dem¨¢s adeptos recluidos en Can Rafel denunciaron que hasta el hotel se acerc¨® un d¨ªa el subdirector general de la Polic¨ªa Auton¨®mica, Carles Torras, acompa?ado de una mujer que fue presentada como abogada, para tomarles declaraci¨®n en relaci¨®n a los dirigentes de la secta que hab¨ªan ingresado en prisi¨®n. Los denunciantes aseguran que lo que all¨ª declararon lo hicieron para aliviar la presi¨®n que sobre ellos se ejerc¨ªa. Torras declar¨® ayer que, los mossos no participaron en las desprogramaciones y que ¨¦l acudi¨® al hostal "por mandato judicial y para interrogar a los detenidos".En el hostal de Corbera permanecieron unos siete d¨ªas. Despu¨¦s fueron desperdigados por distintas casas, vigilados siempre de cerca, aunque de forma mucho menos r¨ªgida que en el hotel, gracias a haber "seguido el juego" a los desprogramadores y haberles convencido de que aceptaban rectificar su adhesi¨®n a la secta. Los denunciantes afirman que fueron amenazados con que, en caso de escapar, volver¨ªan a ser internados.
Al tener conocimiento de estos hechos por la declaraci¨®n de Elena. Riera, el juez de guardia orden¨® a la polic¨ªa gubernativa que actuara. ?sta acudi¨® a los locales denunciados como centros de reclusi¨®n: el hostal de Corbera, un camping situado en las cercan¨ªas de Barcelona, un chal¨¦ en La Molina (Gerona) y una casa de Matadepera, cerca de Terrassa; detuvo a cuatro personas (familiares y desprogramadores) que se encontraban en algunas de esas viviendas y liber¨® a quienes estaban bajo su custodia.
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