El espejo de los sue?os frustrados
, Madrid Lo m¨¢s decepcionante del cine pornogr¨¢fico suele ser su falta de humor, aunque con frecuencia haya chistes, malos chistes, viejos chistes, que una y otra vez insisten en la eficacia de los grandes falos o en la constante insatisfacci¨®n de las se?oras, que precisan de medidas monumentales para alegrar su sonrisa. Son chistes machistas, como la casi totalidad del g¨¦nero.Lo curioso es que ese exhibicionismo del macho deber¨ªa deprimir a los consumidores varones: en la pantalla se muestra la excepci¨®n, mientras que, salvo lo contrario, los consumidores no, suelen ser tan aptos para semejantes filigranas circenses. Quiz¨¢ haya en ellos una conn otaci¨®n masoquista o sea s¨®lo el espejo de sue?os frustrados. Si en los remotos a?os del cine cl¨¢sico cualquier adolescente pretend¨ªa emular las vibrantes .aventuras de sus h¨¦roes, puede que ahora el callado espectador de cine porno se consuele tambi¨¦n con la imaginaci¨®n de lo imposible. Y sin humor.En el origen, las pel¨ªculas pornogr¨¢ficas sol¨ªan mostrarse en los prost¨ªbulos, donde, junto a los servicios tradicionales, se originaba la tertulia, un encuentro de voyeurs, que participaban con complicidad y distancia en los movimientos de la casa. Aquellos filmetes creaban el ambiente adecuado,, no sustituyendo el placer, sino sirviendo de pr¨®logo, como un ambientador de te¨®ricos olores sensuales. Ahora, en su mayor¨ªa, las pel¨ªculas pomo son s¨®lo la repetici¨®n de una misma -imagen, con muy ligeras y sosas variantes.
Importa n los tama?os, el tiempo y, lo que no deja de ser sorprendente, la evidencia de que el caballero protagonista alcanza la eyaculaci¨®n. Es un soberano aburrimiento tener que ver una y mil veces c¨®mo en su punto final salen los se?ores al exterior para que nadie sospeche de truco.
Especialistas en el g¨¦nero, entre los que no son frecuentes las mujeres, matizan entre distintos filmes pornogr¨¢ficos con una exquisitez, que asombra al profano. Dicen, pues, que existen aut¨¦nticas obras maestras, pero m¨¢s probable es que por tal entiendan la aparici¨®n de alg¨²n elemento nuevo, como que la chica sea una adolescente de rasgos delicados, que el negro de turno sea manco, que la penetraci¨®n se produzca sobre una moto, con l¨¢tigos envenenados o con sadismo hasta la muerte. Pero la situaci¨®n definitiva, como es de prever, es siempre la misma.Y si, efectivamente, hay, de vez en cuando, alg¨²n t¨ªtulo de mayor.. creatividad, como, por ejemplo, El imperio de los sentidos, se desprende r¨¢pidamente de la clasificaci¨®n X para entrar en el terreno del arte. A veces, sin embargo, ello no es posible, como en el caso de la espl¨¦ndida pel¨ªcula alemana Taxi, al WC, que no alcanz¨® las pantallas espa?olas. porque la clasificaci¨®n X que se le impuso la reduc¨ªa a un p¨²blico escaso, y los distribuidores no quer¨ªan limitar de tal manera su explotaci¨®n. Adem¨¢s, el espa?ol habitual del porno s¨®lo acepta en im¨¢genes la homosexualidad f¨¦menina, busc¨¢ndola incluso como una alternativa que le refresca: despu¨¦s de todo, y al margen de su propia imaginaci¨®n corporal, las se?oritas protagonistas de estos filmes suelen rebuscar instrumentos supletorios, ante los que el humano espectador se siente, al parecer, m¨¢s seguro. Y entre caballeros, como en el filme citado,no cabe semejante ardid.
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