Las aventuras de un basurero gal¨¢ctico
Finalmente, despu¨¦s de mucha rutina, derroche de efectos especiales y presupuestos millonarios, nos llega una pel¨ªcula de aventuras espaciales que es inteligente, original y divertida. Creo que desde la primera parte de La guerra de las galaxias, el g¨¦nero no ha dado de s¨ª una obra comparable a ¨¦sta de Johnson. En un tono que a veces roza la parodia, el cineasta nos muestra un futuro en el que los h¨¦roes gal¨¢cticos trabajan como basureros del cosmos, cabalgando en unos cohetes en los que nada funciona como debiera, en los que las puertas se abren a patadas, mientras la radio, que mantiene el con tacto con la Tierra, informa de que la segunda esposa del protagonista se queja de que lleva dos meses sin cobrar su pensi¨®n, desastre eco n¨®mico al que se suman las lamen taciones del casero y la amenaza de la retirada de las tarjetas de cr¨¦dito.Una vez iniciada la aventura, el filme recrea las suertes del western con un divertido asalto y robo al tren, juega con las tradicionales secuencias de monstruos y se permite una serie de escarceos er¨®ticos hechos con humor. Hay soluciones fant¨¢sticas y simples, como la de una m¨¢quina quitanieves convertida en veh¨ªculo del futuro. Luego encontraremos al malo de la funci¨®n, que es un despojo humano a lo doctor Phibes y que no tiene nada que envidiarle en cuanto a libidinoso y cruel.
El cazador del espacio
Director: Lamant Johnson. Int¨¦rpretes: Peter Strauss, Molly Ringwald. Gui¨®n: E. Rey, D. Preston, D. Goldeberg y L. Blum, sobre un argumento de S. Wardling y J. Lafleur. Fotograf¨ªa: Frank Tidy. M¨²sica: Elmer Bernstein. EE UU, 1984. Local de estreno: cine Imperial
La primera media hora de Cazador del espacio -ir¨®nica e inventiva en todos los sentidos- es lo mejor del filme. El resto, sin que la atenci¨®n decaiga, carece de la capacidad de sorpresa y autocr¨ªtica del arranque. Es l¨®gico, ya que la obligaci¨®n de contar una historia -los problemas que conlleva el rescate de tres chicas en un paraje hostil y desconocido- implica el tener que circunscribirse a ciertos moldes. Aqu¨ª, adem¨¢s del western, el cine de piratas, el de terror y el de romanos -hay una secuencia conceptualmente pr¨®xima a las que se debieron vivir en el circo M¨¢ximo-, esos moldes son los del comic, y eso equivale a que el precio que se paga para dejar que la imaginaci¨®n se desborde sea el de un cierto infantilismo. En cualquier caso, ese term¨®metro infalible para medir el tedio que es el rebullir en las butacas, se mantiene a lo largo de la proyecci¨®n de Cazador del espacio a muy baja temperatura. Si de algo hay que lamentarse es de que el filme se explote comercialmente con el procedimiento de las tres dimensiones, tortura visual y vertebral de la que no siempre se sale tan bien librado como en esta ocasi¨®n.
Babelia
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