Los Juegos, despedidos con fuegos artificiales
ENVIADO ESPECIALLos ?ngeles despidi¨® los Juegos de la Olimpiada con una especie de nit del foc. Todo el festejo de despedida estuvo centrado en los fuegos artificiales, un ovni del que no lleg¨® a descender ET y un repaso musical a las ciudades que han sido sedes ol¨ªmpicas. Para Londres, la orquesta interpret¨® la marcha de la pel¨ªcula El puente sobre el r¨ªo Kwai, y para M¨¦xico, Granada, de Agust¨ªn Lara. La nota de alegr¨ªa la dieron los deportistas, que montaron un simulacro de riau-riau por la pista; los espa?oles imitaron als xiquets de Valls y los caballos de los ganadores de la h¨ªpica pusieron la guinda.
Los organizadores de Los ?ngeles incluyeron una nota sentimental en la apertura con la presencia de viejos atletas y el relevo con la antorcha de una nieta de Owens. Para el final, y antes de que llegara el portugu¨¦s Carlos Lopes, ganador de la marat¨®n, fueron presentados al p¨²blico el vencedor de Berl¨ªn en 1936, el coreano Kee Chung Solin; el subcampe¨®n de Helsinki en 1952, el argentino Reinaldo Gorno; el triunfador de Melbourne en 1956, el franc¨¦s Alain Mimoun; el tercer hombre de Roma en 1960, Barry Magee, de Nueva Zelanda; el subcampe¨®n de M¨¦xico en 1968, Kenji Kimihara, de Jap¨®n; y el campe¨®n y subcampe¨®n de Munich en 1972 y Montreal en 1976, el norteamericano nacido en Munich Frank Shorter.
Los viejos campeones aguardaron uniformados con pantal¨®n blanco y chaqueta gris el momento de la arribada, de Lopes. Pese a la derrota del cubano de nacionalidad norteamericana Alberto Salazar, no perdi¨® el p¨²blico la oportunidad de una ¨²ltima subida norteamericana al podio. Los organizadores del show llevaron al Coliseo angelino a los vencedores de la h¨ªpica para que recibieran sus medallas: dos norteamericanos y una suiza. Y lo hicieron en ¨²ltimo lugar, con lo que privaron a Lopes, postrer h¨¦roe ol¨ªmpico, de ser quien cerrara, como era justo que as¨ª fuera, las ceremonias protocolarias. El himno portugu¨¦s, por tanto, no pudo concluir las competiciones.Los tres caballistas llegaron a lomos de sus corceles a la pista de tart¨¢n para que fuera m¨¢s espectacular su aparici¨®n.
Torre humana
A continuaci¨®n comenz¨® la fiesta de los atletas, con la fanfarria y la orquesta ol¨ªmpica sonando. Los atletas, sin orden de nacionalidades, hicieron su entrada en el estadio y montaron una especie de riau-riau. Luis Doreste, medalla de oro, pase¨® la bandera espa?ola, que fue una de las que acab¨® sali¨¦ndose del cercado para ser paseada a la carrera por varios deportistas. Lo m¨¢s divertido del acto fue, sin duda, lo que hicieron los participantes en los Juegos. A Mary Lou Retton, campeona de gimnasia, la pasearon a hombros; a una australiana la mantearon sobre su propia bandera; dos gimnastas dieron la vuelta haciendo piruetas, y los espa?oles montaron un castell al estilo de Valls que mereci¨® hasta la atenci¨®n de las c¨¢maras de televisi¨®n.
Juan Antonio Samaranch, presidente del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional, y Tom Bradley, alcalde de Los ?ngeles, cumplieron la misi¨®n protocolaria de entregar al alcalde de Se¨²l, Bo Hyun Yun, la bandera de los cinco aros. Esta ceremonia no pudo celebrarse en Mosc¨² porque no acudieron los representantes de Los ?ngeles. La ceremonia inicial de la bandera tampoco fue completa en Los ?ngeles porque no vino ning¨²n representante moscovita.
Peter Ueberroth, en su discurso, se congratul¨® de haber dicho en la inauguraci¨®n que en Los ?ngeles se reun¨ªa la representaci¨®n deportiva m¨¢s importante jam¨¢s vista. Samaranch, en su lista de agradecimientos, incluy¨® el presidente Reagan. Cuando baj¨® de escenario, situado en el centro del estadio, la orquesta interpret¨® el pasodoble El Vito, del maestro Lope.
Poco despu¨¦s comenz¨® el largo apag¨®n del Coliseo. Primero desapareci¨® la llama tra¨ªda desde Olimpia, que luc¨ªa en lo alto de una especie de chimenea de barco. Despu¨¦s, los espectadores, a quienes se facilit¨® una linterna -esta vez gratis- con luces azul y roja, las encendieron al tiempo que en el cielo aparecieron tres helic¨®pteros. De uno de ellos colgaba un artilugio que simulaba un platillo volante. Sus resplandores se cruzaron con los de los rayos l¨¢ser que surgieron de varios puntos, y por un momento tuvimos una especie de guerra de las galaxias.
Act¨²a Lionel Ritchie
La m¨²sica comenz¨® a ensamblarse con el recuerdo de las ciudades que han sido sede, desde Par¨ªs a Los ?ngeles, y durante todo el recorrido mel¨®dico los fuegos artificiales mantuvieron un ritmo que creci¨® con la interpretaci¨®n de Barras y estrellas, con que se identific¨® a la ciudad californiana.
La actuaci¨®n del cantante rockero Lionel Ritchie rompi¨® la monoton¨ªa del festejo. Y con su voz y las evoluciones de sus chicos y chicas de conjunto -o boys y gogo girls, si se prefiere- acab¨® marchosamente un espect¨¢culo lento y casi tedioso en el que nadie pudo dormirse por el estruendo de las carcasas.
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