Lo sagrado y lo mundano en el verano art¨ªstico Munich
Durante este verano una amplia serie de exposiciones art¨ªsticas engalanan la bell¨ªsima capital de Baviera, famosa por ser el centro regional m¨¢s relevante del rococ¨® alem¨¢n, pero tambi¨¦n por sus estupendos museos, entre los que hay que citar, la Alte y la Neue Pinakothek, la Glyptothek, la Lenbachhaus, la Galer¨ªa Estatal de Arte Moderno, la Villa Stuck, etc¨¦tera. Hay que empezar recordando algunas de las m¨¢s famosas instituciones muse¨ªsticas de una ciudad en la que se cuentan por decenas, abarcando su contenido desde los m¨¢s ricos fondos arqueol¨®gicos hasta la creaci¨®n actual.Emblemas cat¨®licos
En este panorama cr¨ªtico, voy a referirme selectivamente a tres muestras monogr¨¢ficas, de tema muy distinto, pero de similar calidad. Precisamente la variedad de los asuntos, el contraste de sus planteamientos y la diferente hermosura de sus emplazamientos, constituyen el testimonio expresivo de una inteligente y generosa pol¨ªtica cultural de promoci¨®n del arte. Hablo de variedad en los temas y as¨ª es, en efecto, dado que, tras cada una de las exposiciones, nos encontrarnos con lo sagrado, lo profano y le, funcional. He aqu¨ª los t¨ªtulos y los lugares de las tres: en la galer¨ªa Estatal de Arte Moderno, la denominada M¨¹nchen leuchete (M¨¹nich radiante), subtitulada Karl Caspar y la renovaci¨®n del arte cristiano en M¨¹nich en 1900: en la Lenbachhaus, La muerte de Orfeo. Mitolog¨ªa en el arte italiano actual entre 1967 y 1984; y, por ¨²ltimo, en la Villa Stuck, la retrospectiva dedicada a Oskar Schlemmer, el c¨¦lebre profesor y artista de la Bauhaus.
La muestra dedicada a la renovaci¨®n del arte religioso en el novecientos muniqu¨¦s, cuyo principal eje de articulaci¨®n gira en torno de la obra de Karl Caspar (1879-1956), es una indagaci¨®n profunda y sistem¨¢tica acerca de la extraordinaria riqueza de la emblem¨¢tica cat¨®lica, que fecunda el simbolismo art¨ªstico finisecular de la entonces muy activa capital b¨¢vara, cuya tradicional piedad religiosa se avino bien con la apertura ante las corrientes de vanguardia. Respecto a la, pujanza de estas ¨²ltimas, baste con mencionar a la Secci¨®n de M¨¹nich y al grupo expresionista Der Blaue Reiter (El jinete azul), dos jalones fundamentales en el, desarrollo del arte europeo contempor¨¢neo.
Como eia el caso de la Viena finisecular, la complejidad del panorama cultural muniqu¨¦s estuvo tambi¨¦n acompa?ada por una fuerte tensi¨®n, que se polariz¨® esquem¨¢ticamente en ese violento choque entre lo viejo y lo nuevo, seg¨²n Corinth, el m¨¢s duro en la Alemania de entonces. Por eso, no ya la relaci¨®n de grupos y tendencias ideol¨®gicas en choque, cuyo corolario pueden ser publicaciones famosas del tipo de las de Pan, Jungend o Simplicissimus, como tambi¨¦n algunas asociaciones art¨ªsticas, Scholle, Neu-Dachau o Phalanx, sino la simple cita de los nombres (le artistas comprometidos de alguna manera en la lucha, nos ilustran sobre la caldeada temperatura creativa y el desasosiego espiritual del cambio de siglo en Munich. El repaso de los mismos es, efectivamente, desconcertante por su n¨²mero, diversidad y significaci¨®n.
Una excusa mitol¨®gica
Uno se encuentra all¨ª, siguiendo los cauces que did¨¢cticamente han preparado los organizadores de la Muestra, con pintores nazarenos residuales -Von Schraudolph-; neoidealistas de la estirpe de Puvis de Chavannes, Feuerbach, B?cklin, Von Mar¨¦es o Von Hildebrand; pintores de santos -Fugel, Zimmermann, Kaulbach, Piglhein. H¨®cker, etc¨¦tera-; simbolistas puros -Ven Stuck, Exter, Kubin, etc¨¦tera-.; naturalistas e impresionistas -Slevogt,Corinth-; expresionistas cristianos -Weisgerber, Hofer, Rohlfs, Schmidt, Rohlfs, Barlach, etc¨¦tera-; y, claro, con los miembros del Blauer Reiter. De esta manera, con el doble ¨¢ngulo de visi¨®n de un panorama general y el espec¨ªfico de Karl Caspar, cuya trayectoria tuvo un alto valor representativo, la informaci¨®n es muy completa y, sobre todo, clarificadora.
La segunda exposici¨®n rese?able es la titulada Der Traum des Orpheus, una sugestiva excusa mitol¨®gica para que un pu?ado de reconocidos artistas italianos actuales expongan sus interpretaciones personales, y lo hagan -por cierto, con la extraordinaria y elegante fa cundia con que est¨¢n dotados los creadores de este pa¨ªs- con un sentido marcadamente escenogr¨¢fico. El conjunto general es franca mente notable -Pistoletto, Pisani, Parmiggiani, Paolini, Ontani, Bar tolini, Spagnuolo, Cucchi-, pero roza lo sobresaliente en las bell¨ªsimas piezas de Kounellis. En cual quier caso, es la idea, la selecci¨®n y el montaje lo m¨¢s seductor de esta muestra colectiva, que ha coordinado inteligentemente H. Friedel.
Para terminar, hay que destacar las casi 200 obras reunidas de Oskar Schlemmer (1888-1943), ese personaje extra?o y cultivador del esoterismo que pas¨® por la Bauhaus. Poder contemplar tantas obras juntas de Schlemmer en el marco de la Villa Stuck tiene in centivo, aunque s¨®lo sea para comprobar c¨®mo pierden misterio con el paso del tiempo algunas es finges. Una multitud de dibujos mon¨®tonos, cuya naturaleza maniaca alguna vez impresiona por la pregnancia arquet¨ªpica de los te mas, como es el de las escaleras de caracol, nos confirman que Schlem¨ªner fue un dise?ador interesante y un artista mediocre o, al menos, sin esa inquietante rareza que sus maneras personales hac¨ªan presagiar. Gracias a esta completa exposici¨®n, el verdadero perfil del artista queda en evidencia, sin dejar ya campo para ambiguas suposiciones.
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