Alfonso Guerra, el 'recluso' del 'Aguila de Oro'
Todos los viernes, desde comienzos de julio, el vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, toma el avi¨®n en Madrid para dirigirse en vuelo regular a Jerez de la Frontera, con el fin de pasar un largo fin de semana, aislado de todo, -incluso de los peri¨®dicos y la televisi¨®n, seg¨²n un allegado suyo- junto a su hijo Alfonso, Alfonsito en el ambiente familiar.Para chasco de las bases y cuadros socialistas de la zona, de viernes a lunes a nadie le es franqueada la entrada en el chal¨¦ Aguila de Oro, situado a 10 kil¨®metros de Tarifa, que Alfonso Guerra ha alquilado por 100.000
pesetas mensuales a su propietario, un s¨²bdito holand¨¦s. Una dotaci¨®n de 30 guardias civiles, m¨¢s la escolta de Guerra durante el largo fin de semana, se encargan de la seguridad de la finca y de que nadie interrumpa el descanso del vicepresidente, centrado en los juegos con su hijo.
Dos paseos diarios por la playa
Los guardias civiles, armados con cetmes y ataviados con prendas especiales para soportar el fuerte viento de levante reinante gran parte del a?o en la zona, portan catalejos y dan la novedad sobre las pocas personas que transitan por los alrededores, algunas veces fot¨®grafos que intentan sin ¨¦xito captar la imagen de Alfonso Guerra y familia paseando por la playa, especialmente si entre ellos se encuentra Carmen Reina. Un helic¨®ptero, tambi¨¦n de la Guardia Civil, sobrevuela varias veces al d¨ªa la zona con el fin de controlar desde el aire cualquier movimiento sospechoso.Guerra, que desde principios de julio s¨®lo ha faltado un fin de semana a su cita en Tarifa, no sale apenas del chal¨¦ y realiza, siempre que se le garantice la ausencia de periodistas y curiosos, dos paseos diarios por la playa, ma?ana y tarde, normalmente acompa?ado de su hijo Alfonsito. S¨®lo abandon¨® un d¨ªa el chal¨¦, y fue para asistir a un certamen de m¨²sica folk en Tarifa, al que acudi¨® ante la insistencia de las autoridades locales.
Algunos pescadores y media docena de ba?istas, que aprovechan este lugar solitario del Estrecho para practicar el nudismo o el top less, son los ¨²nicos vecinos de la familia Guerra.
El ?guila de Oro posee dos tel¨¦fonos, uno normal y otro conectado con la red de Presidencia del Gobierno, que han sonado m¨¢s de lo com¨²n estos d¨ªas, como consecuencia de llamadas de ministros y altos cargos que prefieren consultar asuntos con el presidente en funciones. Juan Guerra, Juani, hermano del vicepresidente, que reside en un chal¨¦ a dos kil¨®metros de la zona, por el que paga 120.000 pesetas mensuales de alquiler, lleva la secretar¨ªa de fin de semana y filtra las relaciones del vicepresidente con el exterior.
Las jornadas de descanso de Guerra est¨¢n estrechamente ligadas a Alfonso, su hijo, a quien, seg¨²n personas de su entorno, "le permite todo". Al peque?o Alfonsito, ni le llaman familiarmente Pincho ni nunca se lo han llamado. En opini¨®n de personas del entorno de Guerra, el apelativo es fruto de la imaginaci¨®n de alguien, "tal vez un mal¨¦volo", por lo que suele molestar a la familia que se emplee, como sabe por experiencia Rafael Escuredo.
Las informaciones period¨ªsticas sobre su vida privada, especialmente las relacionadas con aspectos sentimentales, han generado en ¨¦l un cierto rechazo ante la Prensa, de la que huye y desde la que ve supuestas campa?as orquestadas o financiadas ("Si quieren hablar conmigo, el lunes estoy en mi despacho. ?Por qu¨¦ tengo yo que posar para un fot¨®grafo si estoy de descanso?").
No son s¨®lo los periodistas los principales afectados por el s¨ªndrome del fin de semana del vicepresidente. Los compa?eros socialistas andaluces ya saben, a estas alturas del verano, que el viaje hasta la residencia veraniega del vicepresidetne del Gobierno y vicesecretario general del PSOE es un acto perfectamente in¨²til: Guerra s¨®lo est¨¢ para ¨¦l y para su hijo durante el fin de semana.
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