Un constante bostezo

El aburrimiento fue ayer la nota constante en una corrida en la que ni siquiera el tercio de banderillas, en cada uno de los siete toros, calde¨® por derecho propio los tendidos.De Manolo Arruza siempre espera algo interesante el aficionado, sin embargo la frialdad con que suele estar sobre la arena, contagia a un p¨²blico que mira a veces con indiferencia las faenas del mexicano. Mal le picaron a su primer toro y as¨ª tuvo que aguantar el torero las constantes embestidas cabeceantes con que una y otra vez iba el astado a la muleta. Antes, y en el tercio de banderillas, tambi¨¦n pudo comprobar el torero como a partir del primer par, le pon¨ªa el toro los pitones en la cara en una peligrosa reuni¨®n. Con su segundo hizo lo mejor que se vio en toda la tarde pues, con el capote, tres de las ver¨®nicas de recibo tuvieron calidad y empaque. Iba a servir este toro para la muleta y Arruza lo aprovech¨® con decoro en derechazos, pero sin llegar a cuajar una significativa faena.

Nime?o II es quien practica un toreo de pl¨¢stico; es decir que hace muchas cosas pero que dan la sensaci¨®n de estar simplemente aprendidas y carentes de calidad y de autenticidad. Tan pronto recibe aLtoro con una larga cambiada de rodillas, como hace afarolados en un tercio de quites; pone banderillas con un prebaile corrido que m¨¢s parece entrenamiento atl¨¦tico y, luego, con la muleta puede estar dando pases y pases varios d¨ªas seguidos que all¨ª nadie que le vea sentir¨¢ el toreo lo m¨¢s m¨ªnimo.

Para Curro Cruz fue a parar, en su primero, un toro dif¨ªcil, con problemas y sobre todo con una gran facilidad para hacer hilo con el torero en el tercio de banderillas. Constantemente le hac¨ªa tomar el olivo al diestro en un exceso de alarde de pies por parte del toro, naturalmente. Una lidia hubiera necesitado el morlaco, pero delante iba a tener a un matador que tan s¨®lo llega a componer alg¨²n que otro pase, si el toro quiere y ayer, el tercero de la tarde, ten¨ªa su guasa. Dud¨¢ndole y sin centrarse e incapaz de parar los pies estuvo Cruz en este toro y con el s¨¦ptimo de la tarde que, mediada la faena de muleta, se qued¨® en marmolillo, quiso despertar al p¨²blico imitando aquellas cosas que hac¨ªa el Cordob¨¦s. Ni as¨ª salv¨® su actuaci¨®n.

Rejoneaba en cuarto lugar Luis Valdenebro y s¨ª eran los rejones de castigo los que colocaba en los brazuelos del toro, iba a ser con los rejones de muerte en donde el caballero se entrenar¨ªa a matar, ya que clav¨® hasta cuatro y no sigui¨® porque alguien le llam¨® la atenci¨®n. Antes en banderillas no pasar¨ªa su actuaci¨®n de ser mediocre.